Considero importante recordar a Raúl Scalabrini Ortiz, historiador, investigador pero más que nada militante político de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina). Este movimiento, a partir de 1945, convergería en el peronismo. Observemos las fechas de sus contundentes reflexiones… pareciera que la lucha es la misma y es más, viene de los tiempos de la Independencia (1816) y continúa en el presente.
“Actualmente el pueblo argentino va saliendo de ese marasmo satisfecho en que se lo había hundido… Está analizando, azorado, su realidad y verifica que sus dirigentes han colocado, poco a poco, a la república en condición de una factoría. Pero ante este nuevo estado de espíritu popular, el capital extranjero no permanece inerme… Se ordena y cohesiona para seguir asegurando sus privilegios. Para ello es indispensable coartar la voluntad del pueblo, ahogar la opinión y establecer un gobierno de fuerza y selección… La selección se efectuará naturalmente entre los allegados al capital extranjero que son los poseedores del prestigio social que da el dinero… lo económico tiene hoy primacía sobre todos los órdenes. Lo extranjero en esta tierra no es el hombre. El extranjero que aquí vive y se multiplica es hermano e igual al argentino. Lo extranjero aquí es el capital que esclaviza y lo que no vaya contra él, está a su favor”.
Raúl Scalabrini Ortiz
En Última hora, 18 de diciembre de 1933
“El pueblo escucha, mira, coteja y continúa en silencio su tráfico habitual. El pueblo tiene esos desplantes de gran señor, porque la conciencia del pueblo sabe adónde va aunque lo ignore cada uno de los individuos que lo componen”.
Raúl Scalabrini Ortiz
En Noticias Gráficas, 24 de junio de 1931
Siempre al llegar el fin de año, las familias, los jóvenes, los estudiantes, los trabajadores, proyectan el próximo año con un obligado y hasta casi inconsciente optimismo. Es que existe en el imaginario popular la idea que siempre el año por venir tiene que ser mejor. Esta consideración se hace grupalmente, con familiares, con amigos y no únicamente en la mesa de Navidad o fin de año, sino en los programados o casuales encuentros. En la reflexión individual se podrá sostener que, bueno, depende de distintos factores que sea bueno o no el próximo tiempo, pero ese valor social de la costumbre colectiva de alentarse mutuamente lleva a la construcción social de la esperanza.
Una esperanza que está siempre presente, aunque a veces oculta, guardada, por obra de presiones laborales o familiares o de adversidad en el estudio. Y a veces, las presiones son socio-políticas, por medidas de gobierno que perjudican al pueblo en general: recesión, pérdida y falta de empleo, baja del poder adquisitivo del salario, para citar solo algunos factores. La sociedad, al sentirse golpeada estrecha filas y la solidaridad aparece a pesar de la adversidad. En los lugares de trabajo, echan a algunos y todos van a un paro.
En los barrios aparece la expansión de la pobreza y surgen los comedores, las asociaciones de ayuda, en su mayoría formadas por gente de los mismos barrios. O en las escuelas públicas, donde los docentes y personal auxiliar redoblan esfuerzos para que los niños y jóvenes tengan el plato de comida necesario para consolidar sus aprendizajes. Acciones que, si bien no dan una solución definitiva, ayudan a paliar el momento, poniendo a la esperanza de una mejora en primer plano.
En la Argentina, después de cuatro años de abruptas políticas neoliberales y de un año de pandemia por el Coronavirus, llegado el fin del 2020, crece notablemente la esperanza. En la medida que apunten al futuro cercano desde el gobierno nacional, a que con la llegada de las vacunas se reactive la economía y aparezcan las ofertas de trabajo, el mejor alimentador de la esperanza.
Pero también crece la confianza en las propias fuerzas, la del poder popular para defenderse y hacerse respetar. Un ejemplo de ello es el conflicto del gremio de aceiteros, quienes tienen relación directa con la producción de soja, maíz y girasol y la exportación de sus derivados. Se trata de un mercado que mueve muchos millones de dólares y el gremio, al reclamar una actualización salarial generó una crisis sin precedentes. Es que frenó la actividad portuaria y dejó inactivos a decenas de barcos de transporte, todos extranjeros.
Un periodista especializado dice que el precio de la soja aumentó en el mercado de Chicago debido al conflicto de la Argentina, “el que dejó millones de dólares de pérdidas”. Y si deja esa pérdida: ¿por qué no dan el aumento que el sector gremial pide y dejan así de perder dinero? Parece que la tozudez capitalista, con sus ribetes suicidas, prefiere seguir perdiendo dinero antes que ceder a la presión de los trabajadores que la aleja de sus pretendidos principios de flexibilización laboral.
La postpandemia nos marcará un tiempo nuevo. El pueblo, con su paciencia y constancia escribirá una nueva página en nuestra historia, más allá de las lealtades políticas y siempre respondiendo a quienes no lo traicionan.
Alfredo Caferatta
Docente jubilado. Integrante de Carta Abierta. Militante social y político