24 de marzo: memoria y pueblo en la calle
Para lección de nuevas y viejas derechas ideológicas, sectores populares manifestaron el 24 de marzo en Mendoza. Se hizo igual en Salta y algunos otros sitios del país, pero en la mayoría predominó la decisión de no salir por la pandemia, y recordar por diferentes vías, entre ellas la de la plantación de árboles. También eso se hizo en Mendoza, pero se decidió retomar la calle, a partir de agrupaciones de derechos humanos. Y fueron cuadras y cuadras de personas, que habían ido individualmente o -en su mayoría- encuadradas en diversas organizaciones del peronismo, de la izquierda y de algunas otras expresiones políticas. Fue masivo, rotundo: se mostró que la calle es del pueblo, no de las minúsculas manifestaciones de la derecha, que sólo porque existe la televisión alcanzan algún rango de visibilidad. Hubo ahora 10.000 personas o más, no los 200 ó 300 que trabajosamente conjugan los sectores reaccionarios en algunas de sus expresiones públicas.
Ya pocos cuestionan la legitimidad de defender la democracia frente a la dictadura, y de hacer la condena inequívoca de los secuestros, torturas y asesinatos en masa perpetrados a partir de 1976. Está claro que los militares de aquella época no “obedecieron” a Isabel de Perón, pues poca obediencia podría haber de parte de quienes la derrocaron. Y que no fueron dos demonios simétricos, porque la violencia ejercida desde el Estado no sólo se hace desde la impunidad, sino que viola el pacto social elemental por el cual el Estado es el garante del ejercicio de la legalidad.
Igual, una reina de la vendimia zonal de Gral. Alvear -como ejemplo de otros casos similares en las redes de nuestro país- lanzó fuertes insultos contra los desaparecidos, sin advertir que la condena del accionar que algunos de ellos hubieran tenido, no justificaría jamás su reducción a esclavitud, la tortura sistemática y el asesinato. Con buena decisión, el intendente alvearense planteó su destitución como reina, y el frontal rechazo de sus palabras. Es seguro que ella, quien es joven y trabaja en el Ejército, cree seriamente lo que escribió. Seguro le llevaron a creer que las FF.AA “respondieron” a una agresión armada desde la sociedad civil. Pero resulta que las dictaduras ilegales surgidas de golpes de Estado se habían entronizado desde 1930 en el país, con repeticiones diferenciadas en 1943, 1955 y 1966, antes que la de 1976. Y que la proscripción del peronismo, hacía que toda la representación política y los gobiernos desde 1955 fueran ilegítimos, en vez de genuinamente democráticos. Condición dictatorial ante la cual -como mucha tradición filosófica e incluso religiosa plantea- la rebelión civil no era sólo una posibilidad, sino se constituía como un deber y una responsabilidad.
La juventud hizo ahora junto a otras generaciones en la calle, una inmensa expresión colectiva, en rememoración del horror y celebración de la vida, del ejemplo de las Madres y las Abuelas. De su persistencia y su heroísmo, siendo que varias de ellas fueron asesinadas por la dictadura: infiltrados sus grupos por Astiz y personajes parecidos, hoy condenados. Aunque, como también avisan los grupos de derechos humanos, están lentos los juicios que faltan, y son demasiados los condenados por crímenes aberrantes que gozan de prisión domiciliaria.
Fueron miles y miles por el centro mendocino, contras las escuálidas muestras de la vieja derecha y de los liberautoritarios. Sí, los autoritarios que se dicen libertarios: que estudiaron marketing, y vieron que las svásticas ya no garpan socialmente. Por ello, ahora los perseguidores de la libertad se llaman a sí mismos “partidarios de la libertad”. Pero la libertad incluye, según ellos, la de enfermarse y la de contagiar, la de en nombre de la propia autonomía pasar por encima de los derechos de los demás a su propia salud y seguridad. Libertad que pasa por sobre la libertad de otros, no es libertad: pronto llevaría a la guerra de todos contra todos. Bien se sabe que la libertad de cada uno termina donde empieza la de los demás.
Viejas derechas nostálgicas de la dictadura, que recibieron un buen golpe cuando en gesto lamentable, la Corte Suprema quiso otorgar un 2×1 salvador a los condenados. Condenados que lo han sido con todas las garantías del debido proceso. Viejas derechas que hoy ejercen sólo oblicuamente su defensa del autoritarismo, salvo casos minoritarios como el de la reina alvearense. Y nuevas derechas de pretendidos libertarios, que son en verdad apólogos de la economía del privilegio y de la sociedad clasista, jerárquica y disciplinaria.
Una parte importante del pueblo de Mendoza ha mostrado en la calle, que la pasión mayoritaria de quienes se ocupan de lo social y lo político va por rumbos diferentes: los de la solidaridad, los del recuerdo de tantas ilusiones juveniles brutalmente tronchadas, los de la decisión irrenunciable por el ejercicio de memoria, verdad, y justicia.
Columnista invitado
Roberto Follari
Doctor y Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional de San Luis. Profesor titular jubilado de Epistemología de las Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Cuyo, Facultad Ciencias Políticas y Sociales). Ha sido asesor de UNICEF y de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria). Ganador del Premio Nacional sobre Derechos Humanos y Universidad otorgado por el Servicio Universitario Mundial. Ha recibido la distinción Juana Azurduy del Senado de la Nación (año 2017) y el Doctorado Honoris Causa del CELEI (Chile, año 2020). Ha sido director de la Maestría en Docencia Universitaria de la Universidad de la Patagonia y de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Cuyo; y es miembro del Comité Académico de diversos posgrados. Ha sido miembro de las comisiones evaluadoras de CONICET. Ha sido profesor invitado de posgrado en la mayoría de las universidades argentinas, además de otras de Ecuador, Chile, Uruguay, Venezuela, México y España. Autor de 15 libros publicados en diversos países, y de unos 150 artículos en revistas especializadas en Filosofía, Educación y Ciencias Sociales. Ha sido traducido al alemán, el inglés, el italiano, el idioma gallego y el portugués. Uno de sus principales libros se denomina “Teorías Débiles”, y ha sido editado por Homo Sapiens (Rosario, Argentina). En la misma editorial ha publicado posteriormente “La selva académica (los silenciados laberintos de los intelectuales en la universidad)” y “La alternativa neopopulista (el reto latinoamericano al republicanismo liberal)”.