La indiferencia de nuestros días, es más dañina que el odio
Los problemas de este mundo no tienen que ver sólo con las acciones malas, de las decisiones mal tomadas, de la corrupción, la violencia; sino también -y en mayor medida- de la actitud indiferente y contemplativa, de ese otro medio mundo que considera que los problemas de “los otros” no les corresponden. Algunos trabajan para que no advirtamos que esos otros que sufren no son personas, sino datos, cifras, números.
La información que nos llega permanentemente indica que cada día, en este mundo que habitamos, millones de personas sufren por distintas causas: hambre, esclavitud, guerras, persecución… injusticias.
Se que podemos pensar y hasta muchos de nosotros creer que somos “buenos” porque realmente no hacemos nada malo. Pero el problema reside justamente allí, en no hacer nada, en no involucrarnos.

Me puse a pensar que la nada es la verdadera enfermedad de nuestros días, de nuestro siglo, de nuestra sociedad; supone indiferencia y pasividad, es el preocupante “silencio de los buenos”.
Ser indiferentes implica la negación de la solidaridad y el rechazo de la realidad que daña la condición de quien la ejerce (rebaja el nivel de humanidad), y de aquellos que reciben sus consecuencias.
La indiferencia es una actitud de los idiotas, decía Aristóteles. Esa actitud de espectadores, indiferentes o idiotas, nos convierte en seres deshumanizados.
“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”, supo decir el líder social y político Martin Luther King.
Lo que sostengo es que lo que debiera importarnos es vivr en una sociedad planteada como un colectivo: seres humanos interactuando con nuestros hermanos, sin perder jamás la humanidad.
En este sentido social, me refiero al mundo empresarial. Las empresas son grandes protagonistas del poder en nuestro mundo globalizado, por eso es fundamental que sean responsables y sensibles, porque está en sus manos gran parte del cambio social.
No podemos asumir como algo natural una realidad injusta para muchos seres humanos y seguir siendo cómplices por acción u omisión.
El dinero, la medida de todas las cosas
Me quedo con una frase de Jodie Foster: “Los ricos no son simplemente indiferentes a la pobreza: la crean y la mantienen”. La actriz norteamericana hace un señalamiento duro y al hueso.
Esta forma de valorar a la gente, se funda en algo así como una manera de ficción social de la competencia. Desde lo ficticio se proclama lo que no ocurre en la realidad.
Se establece que los perdedores son derrotados a causa de sus errores o de sus vicios, mientras que los triunfadores ganan por sus virtudes. Meritocracia es un término de época que ilustra muy bien lo que pretendo compartir con vos.
El problema está planteado desde que el dinero tiene un poder normalizador (todo se mide a través del dinero).
El dinero resulta ser la medida de todas las cosas. Cuando se tiene dinero, todos son méritos. Cuando no se tiene dinero, no importan los méritos.
Palpo con atención otra mirada desde la indiferencia, que también nos dice -por ejemplo- que el neoliberalismo pregona libertad e individualismo, caminos para el triunfo. Pero he aquí que cuando prevalece la indiferencia los pobres tienen la libertad, pero sólo para dormir debajo de los puentes o a la intemperie; y los ricos para ser libres necesitan la pobreza. Es más, la crean y la mantienen.
Opinión: el propio autor de esta nota -y columnista invitado- amplía aquí algunos conceptos
Cuando soy indiferente a un ser humano, pongo al otro lejos de mí; pero como consecuencia me quedo solo, encerrado en mi individualismo e insensibilidad hacia los demás, me despreocupo, no me hago cargo de mis obligaciones, no hay ideales, ni esperanzas, ni proyectos.
La indiferencia es un sutil adormecedor de la energía de la vida, pasiva e indolente contemplación de la realidad “mirar para otro lado”, “pensar que no se puede hacer nada”.
Este diario te sigue contando la realidad, sigamos luchando para no dejar de sorprendernos e informémonos.

Columnista invitado
Hugo Bayón Cervero
Técnico Químico y en petróleos; recibido en la E.T.I.E.C. (Escuela Técnico Industrial Emilio Civit) de Maipú, promoción 1971. Trabajó en la actividad privada desde 1972 a 1980: Destilerías de Alcoholes Orandí y Massera S.A.; laboratorista en Bogedas Arizu de Godoy Cruz; control de calidad en Embotelladora Pepsi Cola; en el laboratorio de Bodegas Sáenz, Briones y Cía. Desde 1980 a 1992 se desempeñó en la Municipalidad de Maipú en Control Industrial y Comercial; y como para técnico de veterinaria estuvo en el Frigorífico Vildoza y en el frigorífico de ganado menor Naser Hnos. En 1993 comenzó a trabajar en el Departamento General de Irrigación en el Control de Efluentes industriales y Cloacales, hasta llegar a ser Jefe de División, hasta 2018 cuando se jubiló en esa repartición del Estado. Participa en radio desde 1993 en F.M. Familia con temas de comunidad y sociales. En 1997 comenzó el programa “Argentina…Tierra Nuestra” por Radio Nacional, abordando temas ecológicos y ambientales. Con esta misma temática y desde la conducción estuvo en LV10 Radio de Cuyo. Por esa tarea fue nominado tres veces al Premio Martín Fierro del interior del país (2001, 2006 y 2008). Trabajó dos temporadas en LV8 Radio Libertador y en FM Carrodilla, obteniendo el premio Gaviota Federal de A.A.D.A. (Asociación Argentina de Artistas) como el mejor programa de rubro ecológico. También fue futbolista desde 1.971 a 1.984, en la primera división del fútbol mendocino, jugando en varios clubes.










