Una política se construye, no se declama (la demagogia del gobierno de la CABA)
Otra vez Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la capital del país, se ha expuesto ante las cámaras de televisión para anunciar decisiones supuestamente preocupadas por niños y jóvenes. Una vez más el cálculo electoral parece dominar al interés genuino por lo educativo.
La decisión de presencialidad a cualquier precio, tiene sus problemas. Por supuesto que todos apostamos a educación en las aulas: pero no todos creemos que puedan sostenerse cuando las condiciones sanitarias son muy peligrosas. Esto es lo que señalan los especialistas en salud, y ahora no hay que confiarse: es importante la baja de contagios en los últimos 50 días, pero la cepa delta hace estragos en muchas latitudes.
Quienes estamos ligados a la educación, en tanto prácticos o estudiosos de la misma, sabemos que el jefe de Gobierno nunca se interesó por la educación. Bajó el presupuesto educativo en la ciudad de manera rotunda –más aún que Macri en su momento-, y quitó a los estudiantes la posibilidad de acceso a computadoras que tenían anteriormente. ¿Cuál interés sino el electoral, puede hacer que de golpe se rasgue las vestiduras por la educación presencial?
Es un gobierno de la ciudad que acompañó al de Juntos por el Cambio que se fue en 2019, y que pidió 100.000 millones de dólares de deuda externa, mientras se achicaba el presupuesto educativo nacional. La gestión que despreció a la educación pública hablando de “los que caen en ella”, en la que se decía que los de abajo no llegan a la universidad, o que llamaba a personas cualesquiera a que reemplazaran a maestros que estaban en ejercicio del derecho constitucional de huelga.
El interés por la educación se muestra en una trayectoria, no se improvisa en tres apariciones televisivas. No consiste en pretender decirles a las universidades autónomas que es lo que tienen que hacer, como hemos visto sorprendidos en estos días. La autoridad moral e intelectual se conquista pacientemente, no se gana con golpes mediáticos.
En la CABA, se requiere conciliar la vuelta a las aulas con el pleno cuidado de las condiciones de salud de estudiantes y docentes. Y se requiere la responsabilidad de priorizar la gestión, por sobre el interés electoral que pone a la educación como aviso publicitario.
Columnista invitado
Roberto Follari
Doctor y Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional de San Luis. Profesor titular jubilado de Epistemología de las Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Cuyo, Facultad Ciencias Políticas y Sociales). Ha sido asesor de UNICEF y de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria). Ganador del Premio Nacional sobre Derechos Humanos y Universidad otorgado por el Servicio Universitario Mundial. Ha recibido la distinción Juana Azurduy del Senado de la Nación (año 2017) y el Doctorado Honoris Causa del CELEI (Chile, año 2020). Ha sido director de la Maestría en Docencia Universitaria de la Universidad de la Patagonia y de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Cuyo; y es miembro del Comité Académico de diversos posgrados. Ha sido miembro de las comisiones evaluadoras de CONICET. Ha sido profesor invitado de posgrado en la mayoría de las universidades argentinas, además de otras de Ecuador, Chile, Uruguay, Venezuela, México y España. Autor de 15 libros publicados en diversos países, y de unos 150 artículos en revistas especializadas en Filosofía, Educación y Ciencias Sociales. Ha sido traducido al alemán, el inglés, el italiano, el idioma gallego y el portugués. Uno de sus principales libros se denomina “Teorías Débiles”, y ha sido editado por Homo Sapiens (Rosario, Argentina). En la misma editorial ha publicado posteriormente “La selva académica (los silenciados laberintos de los intelectuales en la universidad)” y “La alternativa neopopulista (el reto latinoamericano al republicanismo liberal)”.