Resulta estimulante leer este artículo, por eso te lo comparto. Cuando parece todo igual y muchos prefieren esconderse en torno a un acuerdismo que no por estadual es necesariamente positivo, a poco de las próximas elecciones se agradecen estas palabras. Buena la cantidad de datos comprobables y la mirada profunda.
Hay que plantear las cosas ahora, cuando se avecina la disputa de modelos en las urnas. Eso es lo que tengo entendido. Por eso llaman la atención los atronadores silencios de muchos de quienes quisiéramos oír su parecer. Mendoza está en manos de una banda, cosa que hasta podría aceptarse si eso nos sirviera para algo.
Pero no. Suarez sigue con piloto automático y somos muy pocos los que lo decimos (desde el periodismo, por ejemplo). Cornejo se advierte detrás moviendo los hilos de cada una de las nuevas/viejas trampas que nos llevarán puestos varios presupuestos. El Gobernador conduce al precipicio. Ojalá me esté equivocando.
“De votos
“Cuesta entender que en medio de una crisis como la que padecemos en Mendoza el oficialismo provincial haya ganado elección tras elección, por largo tiempo. Es difícil encontrar los motivos del éxito electoral en los escasos aciertos de una gestión que hace agua por todos lados.
“Semanas atrás, la nostalgia me llevó al barrio de Dorrego en el que viví mis primeros años de vida. Fue un sábado por la tarde en un día tan luminoso como aquellos que recuerdo de mi infancia, sábados de partidos interminables en la canchita de fútbol que había por entonces al lado de la parroquia. Al transitar por la calle Dorrego, camino al barrio, iba identificando casas, negocios y carteles de un paisaje urbano que ha conservado la mayoría de los rasgos característicos de la zona a pesar del paso de los años.
“Al entrar al corazón del barrio me choqué con la cara conocida de un ex gobernador que, con mano en pecho, mirada profunda y gesto conmovedor posaba en un cartel de propaganda política. Al girar por Tucumán para retomar Dorrego, en el arranque del boulevard en el que también jugábamos cuando éramos niños, el actual gobernador, con cara de devoto y mano en el corazón, adornaba la columna que años atrás señalaba el lugar de la parada del trolebús, la misma en la que una bandada de chiquilines nos juntábamos para ir a los cines de la calle Lavalle acompañados por alguna mamá en los arranques de los años ’70. Pero recién caí en la cuenta de que los gestos devocionales habían sido transformados en campaña política cuando metros más adelante, frente a la escuela en la que hice el primer grado, otro ex mandatario provincial al que alguna vez le encontraron un parecido con el papá de Mafalda –cualquier parecido terminaría siendo pura coincidencia- sobreactuaba el gesto de beatería cívica de sus correligionarios gobernadores. “Mendoza vive en vos. Cuidala con tu voto” reza el slogan de campaña de estos amantes de la provincia.
“Los recuerdos del pasado, la sorpresa por el concepto de la campaña y el afiche que vi colgado en la columna de la parada me llevaron a pensar por varios días que esos señores con caras de buena gente de los carteles de propaganda política fueron los responsables de que ya no exista el trolebús, los que desmantelaron la empresa de transporte público de la provincia, los que han provocado que la infraestructura de cientos de kilómetros de cables, catenarias, estaciones transformadoras en desuso se estén corroyendo con el paso implacable del tiempo, esperando que algún iluminado correligionario –de esos que, también con la mano en el corazón, acostumbran a favorecer pingües negocios- las libere al lucrativo trapicheo de los chatarreros especializados en quedarse con la plata que rinde el desguace de los bienes públicos.
“A partir de aquel día de visita sabatina, cada afiche y cartel publicitario de esos prohombres de mano en pecho que me encontré en distintos lugares de la provincia me trajo a la memoria otros destrozos de la cosa pública que muy republicanamente y con el Evangelio neoliberal a flor de labios han llevado a cabo. El menosprecio por lo público (por aquello que es de todos) que expresan con palabras y en los hechos viene acompañado de la creciente desposesión del Estado que consiste en poner en manos de privados el gerenciamiento y usufructo de aquellas cosas que deben estar en manos del Estado o de las propias comunidades.
“Su republicanismo es tan republicano como la decisión de ponerse los tres “gobernadores” en una misma lista para que quede claro que continuará el pasamanos de poder, en un proyecto que pretende ir al infinito y más allá, con un gobernador actual que podrá ser senador nacional dentro de dos años cuando traspase el bastón y la banda al mismo que se las entrego dos años antes, una especie de seguro de desempleo VIP que no cuenta demasiado con que el pueblo de Mendoza podría decidir alguna otra cosa. Así de seguros están de que el carrusel seguirá girando y que podrán seguir disimulando el proyecto hegemónico que encarnan.
“El menosprecio por la cosa pública se ha expresado en casi todos los campos de la vida provincial. A excepción de la muy macrista costumbre de gastar presupuestos multimillonarios en el ornato de las plazas y calles principales en los microcentros de las principales ciudades (costumbre que practican mientras la economía provincial se cae a pedazos y la exclusión avanza a paso redoblado) no han dejado cuestión pública por menospreciar: las finanzas públicas con el hiper endeudamiento, el transporte y los espacios públicos privatizándolos, los hospitales y centros de salud dejándolos en situación de abandono, la obra social de los empleados públicos con cada vez menos prestaciones y más deudas, la economía en situación de quiebra, la producción paralizada, la educación precarizada, los oasis desprovistos de agua, la seguridad privatizada para quien puede pagarla, el poder judicial y los órganos de control cooptados, el ministerio público transformado en instrumento político, la Constitución una y otra vez mansillada…
“La gravedad de la situación no termina allí porque hay una dimensión en la que el menosprecio se transforma en desprecio. Se trata de la dimensión humana del Estado, la de los hombres y mujeres que denominamos empleados públicos pero que en realidad son agentes del Estado. Es el desprecio hacia quienes tienen a su cargo la gestión concreta y cotidiana de las políticas que se definen en los despachos oficiales, las que nunca se podrían implementar sin la acción de decenas de miles de mendocinos y mendocinas que curan, educan, administran, fiscalizan, construyen, conservan, brindan seguridad, recaudan, planifican y gestionan la cosa pública.
“Días atrás, Alfredo Cornejo, prohombre de mano en pecho, dijo que “Necesitamos poder seguir reduciendo el empleo público, para que todo lo que gasta el Estado en pagar sueldos, pueda ser invertido en mejores obras y servicios para los mendocinos”. Lo expresó en un hilo de tuits en el que sostenía que “el sector privado debe ser el motor de la economía” en una provincia –la que cogobierna con Suárez- en la que, en contra de sus fabulaciones, el Estado (nacional, provincial y municipal) es el principal motor de la economía, situación que no solo no ha revertido la gestión cornejosuarista sino que tiende a profundizarse debido a la absoluta incapacidad de fijar un rumbo político que permita poner a la economía provincial en marcha y acompañar a los sectores de la producción y el trabajo en su despegue.
“Las expresiones de desprecio de Cornejo hacia el papel fundamental del Estado y, sobre todo, hacia el rol que desempeñan los agentes gubernamentales resulta insultante. Las palabras de desprecio vienen de quien además de ser actual diputado nacional y candidato a senador nacional registra el paso por la función pública como ex secretario de gobierno de un municipio, ex senador provincial, ex ministro de más de una cartera, ex diputado nacional en un anterior mandato, ex intendente durante dos periodos, ex gobernador y docente en una universidad pública. Parece ser que en su trayectoria de funcionario público (es decir como agente público con responsabilidades de conducción política) todo lo menospreciable fue la cosa pública y lo despreciable los seres humanos que hicieron posible que, a pesar de sus destratos y desconsideraciones, sus decisiones se llevaran a la práctica en cada rol que desempeñó. Cosas similares ocurren con sus correligionarios Cobos y Suárez.
“Para alguien como yo, que ha transitado por distintas funciones públicas y que tiene alta valoración por quienes abrazan la gestión pública como una opción vocacional, nunca puede configurar un demerito haber sido o ser un alto funcionario. Lo que me resulta incomprensible es que haya personajes como Cornejo que, habiendo transitado más lugares en la administración pública que nadie de la actual generación de gobernantes, exprese tal desprecio por lo público y por el aporte de quienes con su trabajo sostienen a la gestión pública.
“Nada ha hecho la actual gestión provincial por poner en valor el aporte de los trabajadores/as estatales ni por mejorar la calidad del empleo público o capitalizar sus aportes al desarrollo provincial. La estigmatización de quienes trabajan en el sector público como privilegiados que obstaculizan el crecimiento económico ha sido permanente. La persecución ha sido una práctica habitual. La precarización salarial y de las condiciones de trabajo ha sido constante.
“Cuesta entender que en medio de una crisis como la que padecemos en Mendoza ese oficialismo haya ganado elección tras elección, por largo tiempo. Es difícil encontrar los motivos del éxito electoral en los escasos aciertos de una gestión que hace agua por todos lados. Más aun cuesta entender que muchas de las víctimas de esas políticas anti estatales hayan acompañado con su voto a sus victimarios.
“Días atrás, en el programa “Temprano para Imposibles” que se emite por FM La Mosquitera, Carlos Almenara le preguntó al sociólogo Enrique Bollatti cómo el gobernador que tuvo los peores indicadores en democracia goza de buena imagen en amplios sectores de la sociedad mendocina. Bollatti dio en el clavo al explicar lo que pasa: “Es que a Cornejo nadie le cascoteó el rancho”, dijo. Y agregó que Cornejo “no ha sufrido críticas, entonces la gente cree que las cosas están bien”. A partir de lo diagnosticado por Bollatti, precisaría que Cornejo no ha sufrido críticas orgánicas, persistentes y contundentes de la oposición ya que hay excepciones –muy escasas pero existentes- de quienes asumieron/asumimos la tarea de poner en evidencia el desastre de la gestión de Cambia Mendoza. Así como la oposición no ha puesto en evidencia la desastrosa gestión provincial tampoco ha logrado aún plantear un proyecto alternativo y un programa compartido que enamore a nuestra sociedad ni restablecido la confianza que el peronismo supo generar en otros tiempos y que fue lapidada inexplicablemente.
“Casi todos sabemos que el proyecto neoliberal de Cambia Mendoza no se sostiene en las conductas de esos señores con cara de devotos que aparecen en los afiches y propagandas. El gobierno de Cambia Mendoza está hecho de votos. De los votos que cosechan gracias a una oposición que se olvidó de o no quiere recordar a las enseñanzas de la fábula del rey desnudo. De los votos que consiguen gracias a que la mayoría de la oposición omite gritar a los cuatro vientos que en Mendoza hay tres “gobernadores” en pelotas que solo buscan perpetuarse en el poder mientras nuestra provincia naufraga a la deriva.
“Bbl.com.ar
“Guillermo Carmona
“5 de setiembre de 2021”.