Historias canadienses con raíces argentinas
Lo narrado son fantasías que sucedieron.
Se trata de pinceladas incompletas -pero no falsas- de algo que imaginé.
Cualquier parecido con la realidad podría ser el sueño de otros, reflejado en el mío.
Hace veinte años atrás, cuando llegué a Toronto no sabia nada del “Thanksgivig Day”, que traducido podría ser “día de estar dando gracias”, o de agradecer, al fin quedó establecido como Día de Acción de Gracias en castellano. No está mal ni tampoco está bien.
La tradición de Acción de Gracias se originó con el festival de la cosecha. Luego de la siembra en el cálido verano, llegaba el momento de levantar los frutos de la tierra. No me estoy refiriendo al programa que, con el mismo nombre hice en LV10 Radio de Cuyo a mediados de la década del ’80, que marcó mi primera producción personal.
Esta tradicional celebración otoñal estuvo destinada a mostrar aprecio por la abundante cosecha de la temporada. Sin embargo, el Día de Acción de Gracias canadiense originalmente se trataba menos de celebrar la cosecha y más de agradecer a Dios por mantener seguros a quienes se aventuraban al mar del norte buscando nuevos horizontes.
Pero en la tradición inglesa, de la cual somos directas herederas las personas de por aquí, los días de Acción de Gracias y los servicios especiales de agradecimiento a Dios se volvieron importantes durante la Reforma Anglicana. Otra vez aparece aquí el rey de las siete esposas: Enrique VIII, quien reaccionó frente a la gran cantidad de festividades religiosas en el calendario católico. Revisemos la historia: antes de 1536, había 95 feriados de la iglesia, más 52 domingos, en los que la gente tenía que asistir a la iglesia, dejar el trabajo y muchas veces, pagar por las celebraciones costosas. Las reformas de 1536 redujeron el número de feriados de la Iglesia a… 27. Incluso algunas colectividades puritanas querían eliminar todos los feriados de la iglesia, incluidas la Navidad y los días de la Pascua.
Las festividades serían reemplazadas por días de ayuno o días de acción de gracias especialmente llamados en respuesta a eventos que las facciones más puritanas consideraban como actos de la “divina providencia”. Los desastres inesperados o las amenazas del juicio divino requerían días de ayuno. También las extraordinarias bendiciones, vistas como provenientes de Dios, requirieron días de acción de gracias.
Entonces este tipo de celebraciones para agradecer se instituyeron por: la sequia de 1611, las inundaciones de 1613 y las plagas de 1604 y 1622. Pero no solo los eventos de la naturaleza estaban en la lista, también la victoria inglesa sobre el ejercito español en 1588 y otros acontecimientos históricos.
Un Día de Acción de Gracias anual e inusual comenzó en 1606, después del fracaso de la “Gunpowder Plot” la Conspiración de la Pólvora en 1605. Historia que vimos recreada uno de los viernes de cine, debajo del chalé de la Tia Betsy en nuestra segunda casa en Toronto. Se trata de aquella “V for Vendetta” con su leivmotiv “remember, remember the 5th of November”. De paso los viernes de pizza y cine fue la primera tradición que ya cumplió veinte años, últimamente desvirtuada porque las pizzas, siempre sabrosas son difíciles de digerir después de una noche de cine.
Pero volvamos a estos antecedentes históricos, que nos permitirán entender el sentido del día de acción de gracias como una plegaria de agradecimiento. En ese sentido, el informe más antiguo de la tal cena se remonta a 1578, cuando el explorador inglés Martin Frobisher y su tripulación celebraron una comida especial para agradecer a Dios por haberles concedido un paso seguro por el norte de América del Norte, hacia lo que es hoy el Territorio Canadiense de Nunavut. Casi 300 años después hubo otra celebración en Canadá, pero fue instituida para agradecer la recuperación del Príncipe de Gales acosado de una grave enfermedad en 1872.
A medida que fueron llegando más inmigrantes europeos a Canadá, se volvió a la celebración por una buena cosecha. Las personas que venían de Irlanda, Escocia y de Alemania también añadirían sus costumbres a las fiestas. Otras costumbres, similares a las estadounidenses relacionadas con esta celebración, llegaron a Canadá de la mano de quienes eran leales a la corona británica. Esas personas huyeron de la revolución de las trece colonias que terminó con la independencia del país vecino al sur.
Hace veinte años atrás cuando nos atropellamos el primer día de celebración, optamos por el tradicional pavo. Aprovechamos mis habilidades adquiridas en el asilo de personas adultas mayores, cuando trabajaba en la cocina. Nos tomó 12 horas la cocción del animalote en el horno de casa, cocinarlo a fuego lento evita que quede seco como lengua de loro. Como el inmenso ave de más de 7 kilos nos hubiera asegurado comer el mismo menú por dos semana en nuestra pequeña familia, decidimos invitar a la familia amiga recién adquirida, comenzando así con nuestra propia tradición de celebración del Día de Acción de Gracias.
Nada originales, ya que la tradición en Canadá ha completado el círculo y se considera principalmente como un momento para reunir a la familia, marcar el comienzo del otoño y celebrar la buena comida de la temporada. La festividad se celebra ampliamente en Canadá y es un feriado legal en la mayor parte del país. Las excepciones son las provincias del Atlántico, donde es un feriado opcional, y en Quebec, donde esta fiesta es poco popular en general.
La celebración en Canadá implica que las familias se reúnen para comer pavo y agradecer por lo obtenido durante el año. Pero los familiares no suelen viajar tan lejos dentro del país como lo hemos visto en las películas de Hollywood. Por un lado, debido a que el feriado tiene lugar a principios de octubre, el clima suele ser más adecuado para una caminata para tomar fotografías de los colores del otoño. Además, debido a que el feriado cae en lunes, la fiesta siempre se transforma en otro fin de semana largo. Una invitación a mini vacaciones como una tradición en la que muchos canadienses participan antes de quedar sumergidos por las nieves del largo invierno.
Otro de los temas de este día, como lo vemos en el cine esta relacionado con los días de compras, que en el país del sur es inevitable parte del combo: Día de Acción de Gracias y “Black Friday” y últimamente el “Cyber Monday”, días en que se supone que hay ofertas y todo es más barato. Esto marca la locura y el desenfreno del consumo de navidad, todo un tema… pero eso es otra historia.
Las celebraciones tienen una importancia fundante en la mente del homo sapiens, son elementos presentes en todas las culturas. Son puntos de reunión, hitos que jalonan nuestro tránsito por esta vida. Así es que, poco a poco fuimos incorporando en nuestro calendario estas celebraciones. Casi siempre tentados por la posibilidad de preparar ricas comidas. Muchas que ni conocíamos, pero después de veinte años al igual que casi todas las colectividades de inmigrantes esperamos estas festividades para saborear las tradicionales comidas. También es, al fin y al cabo ser canadiense.
El día de acción de gracias, nos ha dado la posibilidad de reflexionar un poco sobre las cosas del año, los logros, el sentido de los fracasos, las perdidas y las ganancias. Todo muy sentido y muchas veces difícil de digerir, entonces siempre es posible echarle la culpa al pavo relleno.
Toronto 15 de octubre 2021.
Columnista invitado
Rodrigo Briones
Nació en Córdoba, Argentina en 1955 y empezó a rondar el periodismo a los quince años. Estudió Psicopedagogía y Psicología Social en los ’80. Hace 35 años dejó esa carrera para dedicarse de lleno a la producción de radio. Como locutor, productor y guionista recorrió diversas radios de la Argentina y Canadá. Sus producciones ganaron docenas de premios nacionales. Fue panelista en congresos y simposios de radio. A mediados de los ’90 realizó un postgrado de la Radio y Televisión de España. Ya en el 2000 enseñó radio y producción en escuelas de periodismo de América Central. Se radicó en Canadá hace veinte años. Allí fue uno de los fundadores de CHHA 1610 AM Radio Voces Latinas en el 2003, siendo su director por más de seis años. Desde hace diez años trabaja acompañando a las personas mayores a mejorar su calidad de vida. Como facilitador de talleres, locutor y animador sociocultural desarrolló un programa comunitario junto a Family Service de Toronto, para proteger del abuso y el aislamiento a personas mayores de diferentes comunidades culturales y lingüísticas. En la actualidad y en su escaso tiempo libre se dedica a escribir, oficio por el cual ha sido reconocido con la publicación de varios cuentos y decenas de columnas. Es padre de dos hijos, tiene ya varios nietos y vive con su pareja por los últimos 28 años, en compañía de tres gatos hermanos.