Todavía me pasa, pero muuucho menos que hasta hace poco. Algunos y algunas de los devenidos “albertistas”, que me dicen que no debemos atacar al presidente de la Nación porque es un compañero, ya llaman a risa. Tengo dudas al respecto, todas las que me ha sembrado en estos casi tres años de su gestión. Todo muy lindo desde lo discursivo, pero…
Variopinto grupúsculo, el “albertismo” es un bluf desde sus comienzos. Se trata de quienes tienen un cargo en este gobierno o pretenden tenerlo. Otros vegetan allí, aún, porque les prometieron dar conferencias vía jugosos pagos. En muchos de esos casos, ni siquiera lo que les prometieron ocurrió. Pero hay varios que le hacen de claque, a sabiendas que está defeccionando.
Yo y todos los que nos fuimos anoticiando de sus traiciones, somos considerados los mensajeros a los que hay que matar. Pero no olvidemos que quien quebró la unidad del Frente de Todos fue el primer mandatario. Ahora vuelve a pedir unidad, luego de haber firmado un acuerdo a la baja con el FMI a contrapelo de lo que pedía Cristina y todo lo que ella representa.
Antes fue duro sostener al ex Ministro de Educación, Nicolás Trotta, cuando a poco de andar nos enteramos que no sólo trabajaba para la educación privada sino que encima tenía dineros nonc santos depositados en oscuros paraísos fiscales. Acerca del ex Ministro de Productividad, Matías Kulfas, el presidente se molestó porque se conoció lo que era un secreto a voces.
No se enojó por las decisiones antinacionales que tomaba. Mientras, trabajaba desde su despacho ministerial, contra el kirchnerismo y el peronismo. Pero fue uno de los tantos secretarios que habilitó el Presidente, previo visado yanqui. Lo del ex Ministro de Eonomía, Martín Guzmán, fue un desastre para la Argentina, de principio a fin. Encima terminó dándole la espalda a quien lo ungió.
Te cito sólo algunos casos de los más rimbombantes. Sin embargo, fue rápido para exigirle la renuncia a uno de los mejores ministros de salud de nuestra historia. Lo hizo por algo reprobable como festejar un cumpleaños en la residencia oficial, lo que conocimos por las fotografías que mostró su vocero. Ese que le había puesto Héctor Magnetto como bien le constaba.
En definitiva, ahora se anuncia con bombos y platillos que emcumbró a Sergio Massa como superministro. Más allá de la falta de consideración a la recientemente ungida Ministra de Economía, a la que había dado instrucciones de continuidad sin cambios profundos. Porque parece que hubiera una especialización en enfriar la economía, aunque en sus discursos señale lo contrario.
Estamos ante otra avanzada imperial, ya que el bien conocido agente norteamericano que hasta ayer fue Presidente de la Cámara de Diputados, tendrá que enderezar un barco a la deriva. Es una vergüenza lo que ocurre hoy en la Argentina, ya que nos están faltando respeto a todos. Otra de las intentonas albertistas por depreciar el valor de la palabra y, por tanto, el valor de las instituciones.
Para ir terminando, estas personas trabajan para los intereses concentrados, la corona inglesa y los lineamientos imperiales. Todos esos intereses que no dejaron de ganar un peso, al contrario. Cristina lo señaló muy bien cuando planteó aquello de los funcionarios que no funcionan, mismo discurso en el que habló del crecimiento sin redistribución, que es lo que ocurre.
No está bien nuestro país, no ya solamente porque este gobierno heredó una situación de alta gravedad, como la que nos legaron dos pandemias. Pero Alberto Fernández es parte del problema. Si bien lo vamos a defender institucionalmente de los ataques del Poder concentrado, no se advierten actividades serias y sostenidas en la lucha contra el hambre.
Pero cuando pasan los días, las semananas, los meses y luego se sucedan los años, todos los argentinos habremos advertido que somos contemporáneos de un nuevo Menem. Quienes vivimos aquella primera traición al peronismo y al pueblo, estamos obligados a denunciar esta. Aprovecho para pedirle disculpas por esto a la enorme Cristina, que ha dado suficientes muestras de grandeza.
Ella pasará a la historia, entre tantos y tantos hechos generados desde esa personalidad singular que la convirtió en lideresa, por haber tendido puentes de unidad para volver a Casa Rosada. Aún a costa que sigan gobernando quienes aportaron no más del cinco por ciento de los votos con que fue electo el Frente de Todos. Sostener lo mucho bueno que, además, deliberadamente no se difunde.
No esperemos más de Alberto, que acciones que sigan en el mismo camino de lo transitado hasta aquí, que es desprestigiar al peronismo y al kirchnerismo en la consideración popular. Hace todo para irse en helicóptero o, peor aún, que eso suponga la vuelta de Macri. Mientras tanto, el hambre crece en nuestro país. Estamos sufriendo y no quiero ser parte de esta puesta en escena.
Marcelo Sapunar