Bien lo dijo Mayra Mendoza, Intendenta de Morón, cuando señaló que Kicillof se cortó solo. Peor aún, lo hizo cuando estaban transitando las conversaciones con los otros dos sectores del peronismo, del modo que lo hacen los taimados, entre gallos y medianoche. Quede claro que le asiste el derecho de hacer lo que considere, puesto que por ello es el Gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero terminemos de romantizar lo que no es más que otra avanzada en contra de la lideresa argentina por antonomasia.
Aquí no se trata de una pelea de campamento, que en horas de la noche y alrededor del fogón podría restaurar los ánimos. Esto no es una kermés. Aquí hablamos de Poder porque hacemos política. Lo que acaba de decidir el bonaerense es entregarle servido el asunto al enemigo, que se halla a sus anchas a cargo de Casa Rosada. Fijate que, sin ir más lejos, ayer se refería al macrimileísmo como un «adversario», contrariamente a lo que piensa la ex Presidenta Cristina Fernández y el dirigente político y social Juan Grabois, por citar otras dos perspectivas.
Quizás esto demuestre que Kicillof ha aceptado hacerse cargo del peronismo blanco, ese que domesticado juegue el perverso entretenimiento de la partidocracia, que ya sabemos termina convirtiéndose en un verdadero laberinto en el que nos tienen dando vueltas desde hace años. Néstor y su compañera de vida, aliada política, pareja y madre de sus hijos, nos enseñaron a todos a salir por arriba. Pero hay dirigentes como Andrés Larroque, Ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, que no sabemos bien para quien trabaja.
Es uno de los que hacen las veces de principales espadas del distrito y ha devenido experimentado psicólogo que, a la distancia, se permite incluso hacer un diagnóstico acerca de la supuesta inmadurez de Máximo Kirchner, Presidente del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires y Diputado Nacional, llevando la discusión política a un comentario de peluquería berreta. Trabaja para un culebrón y así distraer del verdadero objetivo de quienes reportan al albertismo, uno de los huevos de la serpiente detrás del nuevo trono.
Lo que ocurre también es que la imagen de Cristina está siendo serruchada desde adentro (y desde afuera, claro) desde hace muuucho tiempo. Por ello algunas personas no ven como algo imperdonable que Kicillof se hiciera el prescindente ante su intento de convertirse en Presidenta del PJ, como tampoco que a la ceremonia de asunción de tal cargo no solo faltara el que la derecha pretende encumbrar dentro del universo opositor como nuevo líder. Tampoco participó el otro aventurero a cargo del gobierno de la provincia de La Rioja, me refiero a Ricardo Quintela.
¿Que es lo que te quiero decir…? Que tenemos que abrir los ojos porque ninguno de estos personajes tiene 40 puntos de apoyo a nivel nacional ni por asomo. Por eso le pegan a nuestra compañera, haciéndoles el favor a sus mandantes, que vienen por la única que se jugó por el pueblo argentino sin dudarlo y a lo largo de al menos 20 años, entre los que se cuentan los de la Década Ganada. En la consideración popular vuelve a recortarse en forma nítida su discurso, que además de divertido y crujiente, desnuda a la ultraderecha como ninguno.
Estamos ante una nueva jugada de quienes trabajan para el Poder económico concentrado y lo peor de todo es que no son mejores que ella ni aseguran comportarse, en lo sucesivo, como lo hizo la única persona que logró el fifty/fifity, al igual que el ex Presidente Juan Domingo Perón. Por eso es que tampoco procede poner a Cristina y su ex ministro de economía en pie de igualdad, puesto que ella siempre ha de sacarle muchos cuerpos de distancia. Para ampliar la panorámica deberíamos analizar una serie de elementos a tener en cuenta.
No hay forma de hacer un análisis detallado de todo lo que rodea un liderazgo ni tiene que ver, necesariamente, con el desarrollo de esta nota. Dejame que te diga que no procede poner el carro delante del caballo, como también que no se trata de crear un líder si la argamasa y el contexto no lo permiten. Desde ya, es imposible que coexistan dos seres humanos, en la misma fuerza, que revistan esa característica. Preguntale a Augusto Timoteo Vandor cómo le fue cuando quiso encarnar el «peronismo sin Perón». Hay mucha tela por cortar.
Lo concreto es que buena parte de quienes sostenían al ex Presidente Alberto Fernández, artífice del neomenemismo y protagonista de la traición que nos dejó con el zorro dentro del gallinero, son los mismos que osan enojarse con ella a tiempo completo. Porque acordate que luego del fútbol, a los argentinos quieren hacernos parte del segundo deporte más popular, que es pegarle a Cristina. Kicillof y los suyos juegan a ser las víctimas… ¡de lo que ellos mismos producen, al dividir al peronismo justo cuando padecemos uno de los peores gobiernos de la historia argentina!
Hay mucho bobo suelto que cree saber algo de política y, quizás sin malas intenciones, termina siendo víctima de estas acciones de quienes hace rato le vendieron el alma al diablo. Estos últimos, que saben y se prestan desde el cinismo a toda clase de canalladas, más bien deciden jugar el partido de los que trabajan en contra de los intereses de la argentinidad. Es un placer desarrollar esta serie de entregas en nuestro diario, en el convencimiento que hacemos nuestro aporte a un intercambio de ideas que sea profundo y al hueso, sin medias tintas.
Para salir del infierno -de nuevo, parafraseando al ex Presidente Néstor Kirchner- tratemos que no nos vendan mas buzones. Mucho menos si esa acción procede de quienes se hacen llamar compañeros aunque sólo los anime la consecución de cargos, algo que tiene una lógica que nunca debería convertirse en «carguista». No se puede tapar el sol con las manos ni distraer a un pueblo que sabe perfectamente bien que con Cristina disfrutamos de buena parte de «los días más felices». Todo lo demás es hojarasca y distractivos. Ojo al piojo.
(continuará)


