¡El agua de Mendoza no se negocia!!!
“Por el ancho cauce baja el río
entre cañaveras
la tarde duerme en los cerros
como una flor montañera.”
Esta cuarteta de Iverna Codina de Giannoni, poeta argentinochilena que vivió en Mendoza y se exilió en México durante el proceso militar, fue musicalizada por el gran compositor platense, mendocino por adopción Emilio Dublanc, autor en cuya trayectoria me especialicé y al que regreso una y otra vez. Estos versos entrelazan una parte de la historia del agua de Mendoza y mi propia historia.
Montaña, río, agua; palabras que salen de los labios de cualquier mendocino, para mí reforzadas por la ruta familiar en la tierra de Perdriel, esa que no quise visitar más cuando mi padre falleció. Esa tierra que reflejaba todo aquello que dio sentido a gran parte de mi infancia pero que descubrí de grande, el paisaje, con el fondo inconmensurable entremezclado de cielo y cordillera. Allí podía estar horas mirando lánguidamente los canales de agua que regaban las vides, los cerezos y los olivos, esa tierra que permitía que brotaran naturalmente los berros y los hinojos que crecían silvestres y frescos. Con ellos jugaba a la comidita… y el agua, siempre el agua corriendo.
Arrancada brutalmente del sentido onírico que encierra la poesía de Giannoni y de la historia en la finca de mis padres, fui brutalmente arrojada a una realidad incierta, dura, peligrosa, en la que la represión derribó ese mundo de canto y música, elegido por vocación y pasión, una realidad nunca imaginada, nunca esperada.
Aquellos que creemos en una democracia plena, la misma en la que creía Iverna, esa que fuera rota una y otra vez por los Golpes y con la sangre de los nuestros, nos manifestamos contra el código contravencional, documento que nos remitió a los peor de la historia argentina, nos rebelamos trabajadores, ciudadanos, defensores del agua, uno de ellos con un árbol de olivo, símbolo fuerte y distintivo si los hay, todos brutalmente reprimidos por la siempre agazapada obediencia debida.
Allí, en ese mismo instante no sólo me desplomé, también cayó conmigo ese mundo algo aislado que la música nos provee a quienes la hacemos. La música, el canto, nos ofrecen la posibilidad de alejarnos del terror, nos acerca al mundo sensorial, al mundo emocional que cada compositor creó y que los músicos reinterpretamos. Pero, y ahora sí otra vez regreso a la primera persona cuando me comprometí con causas, esas que hacen tambalear la democracia, también sabes que las consecuencias no se harán esperar, el ambiente pierde el “respeto” por vos y te lo hace saber. Algunos se asustaron y se alejaron, otros se solidarizaron. Ese quiebre interior ante la injusticia, producto del avasallamiento a la libertad venía con otro detrás más agudo, filoso, cruel, un proyecto mezquino en humanidad, proyecto que solamente un ser humano puede idear para otro en su eterna avaricia y desprecio por nuestro hogar terrenal, quitarnos el agua no significa otra cosa que despojarnos de la vida.
A partir de allí comencé a participar, ni siquiera con la fuerza de otros grandes luchadores, pero sí con la enorme convicción de que mi grano de arena, que se sumó a otros en cada marcha, en cada protesta, en cada palabra y en cada espacio donde se defienda al río, al cauce, al humedal, podrían cambiar nuestra historia.
Agua, defensa de la Ley 7722, fracking o fractura hidráulica, sequía, contaminación, fueron palabras, conceptos… y hechos. La búsqueda y el encuentro con especialistas del tema me arrimaron a un mundo lejano a la poesía y a la música que siempre hice, esas palabras técnicas que tenían que ver con la explotación minera se apoderaron de pensamientos, de mis días y mis noches, relegando la tarea de cantar, porque eso te sucede cuando estás en una guerra que crearon otros, la guerra por el agua.
Poesía y música embellecen, le otorgan a quien las interpreta y a quien las escucha un mundo de ensueño pero no alcanza, ahora sí que no alcanza. Así lo demostró el pueblo de Mendoza, las setenta mil almas que se unieron a los luchadores de San Carlos. Desde allí comencé a colaborar con un grupo de ciudadanos, sin ningún otro interés que no sea el de frenar el proyecto de convertir a nuestra provincia en un contaminado desierto, en zona sacrificable, sólo porque deudas contraídas por gobiernos irresponsables y antipatria así lo decidían detrás de un escritorio o fuera de él, en tierras lejanas.
Con errores y aciertos aquellos que creemos en un mundo más justo y equitativo, pero que pueda consumarse sin destruir la Madre Tierra -la tantas veces mencionada Pachamama- y a sus mejores guardiantes, los pueblos originarios; pensamos, pergeñamos, salimos, golpeamos puertas, nos conectamos, nos peleamos, pero buscamos, siempre buscamos, tanto como las madres buscan a sus hijos desde hacen cuarenta años, una solución que fuera pacífica al reclamo de soberanía sin destrucción. Agua pura sin negocios espurios. Cuidar el aire puro, tomando consciencia de qué lado estamos.
Tenemos pocos aliados en el poder real, en realidad ninguno de peso como para no sentirnos tan solos, que honestamente se plante ante su propio espacio y les diga a todos que el agua de Mendoza no se negocia, himno que encuentro en mi voz en cada encuentro. Esas siete palabras, número mágico si los hay, brotan desde lo más profundo en cada marcha, mi voz canta unida a otros cantos.
Así es y así será hasta que el último aliento, el último sonido de mi voz me acompañen.
Silvia Nassif
Es Licenciada en Canto de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo. Fueron sus Maestros Marcos Bajuk en canto y María Teresa D’Amico en Interpretación. Ha realizado conciertos en Argentina, Chile, Perú, Colombia, Ecuador, Roma (Italia), Stuttgart y Colonia (Alemania). Ha sido becaria del Fondo Nacional de las Artes y Fundación Antorchas en1989 y 1990. Ha estrenado y difundido las obras de compositores mendocinos del s. XX. Ganó la Beca de FFNA y Fundación Antorchas en 1989-1990. Entre 1987 y 1990 fue becada por Festivales Musicales de Buenos Aires, en los cursos dictados por Geràrd Souzay (Francia), Heather Harper (Inglaterra) y Aldo Baldin (Alemania). Ha sido Profesora de Canto de los Coros: Niños Cantores de Mendoza, Universitario de Mendoza, y Municipal de Mendoza. Ha sido Profesora de Canto en la Universidad Nacional de San Juan. Actualmente es Titular de la Cátedra de Canto e Investigadora en la UNCuyo. Dirige e integra Proyectos de investigación sobre compositores de Mendoza desde 1998. Sus alumnos han sido premiados a nivel nacional e internacional desarrollando sus carreras actualmente en el exterior.