“La técnica de colorear cristales fue utilizada por primera vez en Egipto y Mesopotamia para el año 3000 AC y mil años más tarde se comenzaron a moldear objetos de cristal transparente. En las ruinas de Pompeya y Herculáneo, se encontró que los romanos de la clase alta utilizaron vitrales en sus villas y palacios. Pero era considerado un lujo de decoración más que un medio de expresión artístico. Se empezó a considerar una forma de arte cuando Constantino permitió a los cristianos practicar su religión abiertamente para el año 313 DC y comenzaron a construir iglesias basadas en los modelos bizantinos. El ejemplo más antiguo de un vitral es una Cabeza de Cristo del siglo X, excavada del Lorsch Abbey en Alemania”.
El relato de los orígenes de los vitrales puede servir para que nos encaminemos en esa búsqueda, plena de colores y de formas proyectadas por la luz del sol, como hemos visto en aquellos grandes templos y otros edificios de lo más granado de la arquitectura de todos los tiempos.
Pero quizás sea preferible relajarnos para disfrutar y compartir la obra de este gran artista rosarino afincado en Mendoza en la que -claro- muchas de sus figuras son excusas para sumar y sumar interrogantes. No corresponde buscar una respuesta para cada uno de ellos, sino más bien trascender en el juego que la mirada plantea, en cada nuevo trazo sembrado con materiales coloreados.
Esteban Grimi
Nació en Rosario en 1972. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Paralelamente, en 1991 comienza sus estudios de Vitraux en el taller de Héctor Riboldi (Rosario), en dónde se desempeñó como colaborador hasta finales de 1995. Tuvo como maestros a Julián Usandizaga en Dibujo (Rosario) y a Cristian Delhez en Grabado (Mendoza). Desde 1996 reside y trabaja en Mendoza.