La Argentina puede desaparecer, al menos con el mapa que hoy le conocemos. Esta tragedia histórica sería posible si Milei llega a la presidencia y aplica su propuesta de gobierno tal como lo ha anunciado. Aclaremos que si la instancia favoreciera a Patricia Bulrich, se iniciaría el mismo camino pero con dificultades que le alargarían la agonia a nuestra atribulada patria. La clave es la Coparticipación Federal. Javier Milei dijo que la eliminaría y que cada provincia debería arreglárselas con sus recursos. Su criterio de desguazamiento del Estado, ultraprivatización de las empresas y emprendimientos estatales limarían nuestra condición soberana, ya que la conformación de una sólida estructura de Estado es básica para mantener la soberanía nacional.
Pero atendamos a las consecuencias de la desaparición de la Coparticipación Federal, tan vieja como nuestra condición de Estado independiente. Las provincias al no tener el amparo financiero del Estado nacional buscarían aliarse con provincias vecinas, o sea practicarían la regionalización. Este concepto ya lo había sugerido Domingo Cavallo en el gobierno del ex Presidente Fernando De la Rúa, bajo la idea de “provincias inviables”, propuesta que toma Milei. Entonces se iniciaría un proceso de balcanización, desmembramiento del territorio nacional, al no existir lazos reales de sujeción a un Estado central.
Por lo tanto aparecería la región Noroeste, la Noreste, Cuyo y la Patagonia, con la posibilidad de constituirse cada una como Estado independeiente. La Argentina quedaría conformada por las actuales Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y La Pampa como la República Argentina, que es lo que quieren “ellos”, los amos del poder oligarco-imperialista. Este fue el intento de Bartolomé Mitre, verdadero fundador de la oligarquía (y no Roca), quien en dos oportunidades -por vía de las armas- intentó separar a Buenos Aires (en 1858 y 1879), impidiéndoselo primero Urquiza y después Roca.
El candidato del fondo Black Rock, o sea Javier Milei en su condición de aventureo de la política, irresponsable y teatralmente “medio loco”, no tendrá impedimento alguno en cumplir con el mandato de sus padrinos, financistas superpoderosos. dueños de cadenas de empresas internacionales, de cadenas de bancos. Que mejor para ellos que adueñarse de la Argentina, un país con una dirigencia, hoy en su mayoría, culturalmente cipaya.
Disponer de sus riquezas minerales, su agua pura, sus tierras y su océano con sus reservas de petróleo y abundante pesca. Un país rico “servido en bandeja ” por un electorado alienado por medios de comunicación largamente adiestrados por el poder oligárquico y en ausencia de una fuerte ideología de defensa de la soberanía nacional, como lo fuera el peronismo desde 1945 hasta 1976. Siendo que la aparición del peronismo conducido por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, que intentó durante 12 años reflotar las ideas primigenias del General Juan Domingo Perón. Hoy ese kichnerismo se encuentra encapsulado dentro de un peronismo que abandonó sus ideas fundantes para “aggiornarse” al sistema oligárquico y a los intereses imperiales yanqui-británicos de dominación.
A cierto sector del peronismo le resulta innecesario insistir con el concepto de soberanía nacional, ya que está incluido en la idea de lo popular. Pero esa idea de dejar a un lado el tema soberanía hace a que en circunstancias cruciales como esta parezca exagerada la idea de desmembramiento de nuestra Patria. Creer que la Argentina es un país consolidado porque sí, hace al concepto de que ya sería imposible que nos desmembren, como ocurrió en Centroamérica en el siglo XIX o más recientemente con Yugoslavia en la década del ’90 del siglo pasado.
Los intereses hegemónicos avanzan cuando encuentran un país con una estructura política interna debilitada y una dirigencia con grupos complacientes ante esos intereses. Desde nuestra independencia nunca estuvo consolidada nuestra condición de país libre de toda dominación extranjera.
Es más, nuestro pueblo, con destacados libertadores como los mismos San Martín y Belgrano, los caudillos federales Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas, líderes como Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón y más recientemente Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, hicieron frente a esos intereses que pugnaban por apropiarse de nuestros recursos, producto del trabajo argentino. Nuestro destino de independencia definitiva está en la construcción de la Patria Grande Latinoamericana como Nación única, tarea urgente y más ahora con la oportunidad de integración al BRICS, verdadera alianza de economías emergentes que practican un fluido intercambio comercial, ayuda y complementación financiera, huyendo de la hegemonía subordinante del dólar norteamericano.
Columnista invitado
Alfredo Caferatta
Docente jubilado. Integrante de Carta Abierta. Militante social y político