La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida
Desde muy jovencito, con muchas condicionalidades, soñaba con ser abogado. En mi imaginario veía el Estudio con una placa, en donde figuraba mi nombre Julio Garcia (H) sin el César, porque era una promesa a mi viejo. El tenía primaria completa y quería ese regalo, una placa de su hijo abogado en la puerta de casa. Mi imaginario incluía horarios de atención, secretaria, etc. Pero como dice Rubén Blades en su tema musical Pedro Navaja, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.
Durante mi último año de estudio en la Facultad de Derecho, un compañero de militancia me invitó a su casa, pero me dijo así: “ vamos a mi comunidad”. Yo sabía que Egidio era indígena porque algo me había contado, alguna lectura me había regalado. Pero no dimensionaba a qué mundo refería, ni remotamente imaginaba -en esa década, a mediados de los noventa, no había Internet, youtube, face; mucho menos wasap, instagram, tik tok…-.
A lo sumo podría conocer algo de lo que hablaba de los libros y manuales. Pero la verdad es que si existían eran muy pocos o meramente folclóricos o escritos en un lenguaje pretérito. U obras que no estaban a mi alcance, me refiero a estudios más académicos, más serios, que refirieran a la cuestión indígena: permanecían en una especie de ghetto academicista. Ese día viajamos temprano, en un colectivo interurbano particular. Después de un par de horas, nos bajamos en la ruta y caminamos un par de kilómetros y de pronto mi mundo… occidental, monolingüista, católico. se me puso patas arriba, al decir de Eduardo Galeano.
No era tan lejos, pero viajamos a una fractura temporal y espacial, otros tiempos y otras realidades, abruptas, distintas que aún hoy visualizo., Desde que bajamos del colectivo hasta que finalizó esa jornada y ya de regreso, había ingresado en otro mundo. Los rostros, los saludos, las conversaciones; las formas, la solemnidad en las relaciones, las visitas a familiares cercanos, la abuela, la mamá los hermanos. Todo fue en un idioma extraño para mí, aunque era un idioma ancestral, de un pueblo ancestral. Hablaban el Qom fluido, constante, lleno de alegría, de gestos de fraternidad y cariño, que era interrumpido por alguna radio con música tropical. Ell hecho se repetiría y por supuesto me conmovió la pobreza solemne, atroz, que con solo recordarla me vuelve a movilizar. Esos segundos, esos instantes, esos rostros, esas vidas, esa diversidad, transformaron mi proyecto de vida y la impronta de mi profesión, mis horizontes -en adelante- serían otros.
Me recibí con mucho esfuerzo personal, en un contexto de enorme solidaridad institucional, familiar y de amigos. Seguí militando en organizaciones de derechos humanos y en mí se fortalecía una clara misión: la vida debía ser transitada con varios compañerxs de ruta, nunca más el camino sería en soledad.
Hace casi treinta años de aquella visita. Ese fue el primer antecedente pues desde ese momento asesoro, acompaño, represento sueños de pueblos ancestrales, de sectores invisibilizados, ninguneados, agredidos institucionalmente, hostilmente folclorizados. En algunas ocasiones estas realidades se transforman en formato jurídico, en demandas colectivas de pueblos indígenas del norte del país.
Los primeros años de ejercicio profesional transformé el sueño del estudio y una placa, en una camioneta con la que recorría las comunidades indígenas. Desarrollé un trabajo rentado por organizaciones confesionales, pero que no hacen un servicio religioso “sino de asistencia jurídica o legal a comunidades indígenas”. Mis clientes no le pedían un turno a una secretaría: iba a visitarlos yo, después de recorrer caminos complicados y atravesar arena, barro, tiros, accidentes, lejos de todo.
Generalmente participaba en cuestiones o conflictos de intereses, litigios de reclamos territoriales, defensa del bosque o la selva, de mega obras. Intercedía para frenar desalojos compulsivos, en un contexto de hambre, muerte por desnutrición, falta de agua. Más de una vez participé en cabildeos por reformas estructurales como han sido las reformas constitucionales, la ley de bosques nativos, la de emergencia de la posesión comunitaria; las leyes de educación bilingüe e intercultural o en casos de litigios estratégicos para incidir en políticas publicas.
Aunque ya no trabajo con aquellas organizaciones que financiaban nuestros gastos, uso el plural porque éramos un equipo de tres abogados en el norte del país y uno en el sur. Sigo vinculado, creo que lo estaré por siempre desde lo afectivo y lo jurídico con los pueblos indígenas.
Mbya Guaraníes, Mocoví, Wichí, Pílagas y Qom, en las provincias de mi región, concretamente en Misiones, Chaco, Formosa. Sigo el pulso de todo el país a través de organizaciones, comunidades, referentes indígenas y una red de casi cien abogados y abogadas que ayudé a crear y fortalecer, comprometidos y comprometidas con las luchas de los pueblos indígenas en Argentina y en América Latina.
Por ahí cada tanto me junto con mi amigo -y maestro Egidio-, sonreimos al recordar aquellos jóvenes que fuimos. Todo aquello influyó decididamente dando un sentido de justicia a mi profesión, que contagia.
Julio César Garcia
Abogado egresado de la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la UNNE. Litigante en Chaco, Formosa y Misiones. Abogado en las causas de Genocidios Indígenas, Rincón Bomba y Napalpí. Impulsor de Diplomaturas en Derechos Humanos en UNCAUS (Universidad del Chaco Austral), períodos 2017/2018/2019. Subsecretario de Promoción de Derechos Humanos del Chaco (2016/2019). Autor de artículos, opiniones doctrinarias. Compilador. Asesor Legal del Equipo Nacional de Pastoral Aborigen ENDEPA EMIPA desde 1996 al 2007. Especialización y Posgrados en Gestión Ambiental y Medio Ambiente, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional del Nordeste. Especialización en Consulta Previa, Territorio y Recursos Naturales, Convenio 169 de la OIT, Universidad Nacional de Chile, Facultad de Derecho Santiago de Chile. JTP de Derechos Humanos y Garantías de la UNCAUS. Cofundador, miembro y ex vicepresidente de la AADI (Asociación de Abogados de Derecho Indígena).
Cofundador y Miembro de RADA (Red de Abogados por el Derecho Ambiental. Cofundador y miembro de la Cátedra Libre de Derecho Indígena “Ricardo Altabe”, de la Facultad de Derecho de la UNNE..