Ir al cine era toda una aventura, incluso para los y las citadinos/nas. Era encontrarse con la gran pantalla. El ritual comenzaba por averiguar qué daban, solo por saberlo. Es que pasaban esa película con la que la complementaba y no había mayor elección posible. En las capitales había varias salas y era un poquito mejor.
En los pueblos, la cosa se reducía a la “veintiúnica” sala y, en forma agradecida, recibías lo que hubiera. Los títulos siempre eran de las más taquilleras, luego las menos exitosas. La larga mano del Imperio sabe de la importancia cultural y de control que tiene el sétpimo arte, por tanto las yanquis siempre estaban primero.
Sigue ocurriendo lo propio, tristemente. Nos formatean con el cine. Pero Favio es de los poquitos que sacó siempre los pies del plato. Porque contó nuestras historias, porque puso la rebeldía flameando en lo alto del cielo de los pueblos que buscan su destino. Porque se alejó de cualquier idea de oír “español neutro”.
“Nació el 28 de mayo de 1938, en el distrito de Las Catitas del departamento Santa Rosa, en la provincia de Mendoza, aunque pasó gran parte de su niñez en la provincia de San Juan. Nació en un barrio pobre y complicado, donde soportó el abandono de su padre , pasando gran parte de su infancia internado; siendo muy conflictivo, siempre escapó o se le expulsó. Una serie de robos pequeños lo llevaron incluso a la reclusión carcelaria.
“Estudió un tiempo como seminarista y más tarde intentó en la Marina: duró poco y se marchó con el mismo uniforme que luego utilizó para pedir limosnas en la Estación Retiro de ferrocarril. Su madre, Laura Favio (o Fabio) actriz y escritora de radioteatros, solía conseguirle «bolos» (pequeños papeles escasamente remunerados) en Mendoza; etapa en la que además comenzó a preparar sus primeros libretos. Laura estuvo un tiempo casada con el primer actor Horacio Torrado, quien también ayudó en su carrera artística.
“Comienzo en el cine
“Se marchó a Buenos Aires. Trabajó de extra en la película El Ángel de España (1958), del cineasta peruano Enrique Carreras, y posteriormente ―bajo el padrinazgo de Babsy Torre Nilsson― comenzó su carrera de actor participando en filmaciones como El secuestrador (1958) y Fin de fiesta (1960), entre otras. Su dote de director nació con el cortometraje El amigo (1960), contando ya con una obra a cuestas, pero inconclusa: El señor Fernández (1958).
“Favio logró ―además de éxito en la crítica― varios premios, tanto nacionales como internacionales. Reconocido como director de culto, fue parte de la segunda gama de directores que renovó el cine argentino. Entre los cabecillas de este nuevo cine en los años sesenta estaba su buen amigo Torre Nilsson y Fernando Ayala”.
“Juan Moreira”, de Leonardo Favio
Película argentina dramática-histórica de 1973 dirigida por Leonardo Favio, producida por Juan Sires y protagonizada por Rodolfo Bebán. Está basada en la novela homónima escrita por Eduardo Gutiérrez. Fue estrenada el 24 de mayo de 1973, y ganó el Cóndor de Plata a Mejor película en 1974. Es considerado un clásico del cine de su país y uno de los mejores films de Favio. A fines de siglo XIX, el arriero Juan Moreira es un gaucho bueno y trabajador que, como tantos otros, es objeto de abusos y humillaciones por parte de los poderosos, ya sea de las autoridades policiales o los terratenientes. Las injusticias que se le cometen llevan a Moreira a ser considerado un “gaucho malo” para las autoridades, siendo proscripto. Moreira se enfrenta a la policía, y su historia es difundida entre los paisanos y trabajadores, obteniendo así el respeto y la admiración del pueblo. Su prestigio lo convierte en una figura que primero es buscada por los partidos que van a elecciones, pero pronto se vuelve un comodín de guerra, el cual cambia de bando o es perseguido en el medio de las luchas entre los caudillos Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina, durante la época de la llamada Revolución de 1874.