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Latinocracia Homenaje a Atahualpa Yupanqui
Programa 4
Ciclo de trece entregas
La pasión suele consumir la vida, a modo de ofrenda para todos aquellos que forman parte de la comunidad donde transcurrió esa existencia. La del gran Atahualpa Yupanqui fue dada a la tarea inconmensurable de escribir canciones y recopilar las de cantores y cantoras anónimos, de los polvorientos caminos nacionales.
Hizo mil cosas a lo largo de una vida muy ajetreada, pero quedó fijado para siempre en la hechura del folclore tal cual lo conocemos. Su identidad y la del canto de nuestro pueblo se superponen, se confunden, forman parte de un todo integrado que a la vez que se consolida, nunca deja de mutar. Es folclore.
Por ello se hace imprescindible visitar parte de su amplísimo trabajo artístico. En esa tarea también relevamos varias décadas de una Argentina joven que se iba consolidando en su ideario musical, con un aporte inestimable como el que realizó el autor de “Luna tucumana”, “Los ejes de mi carreta, “El alazán”…
“En 1934 se dictó una amnistía que permitió a Atahualpa Yupanqui radicarse en Rosario de Santa Fe, donde fue contratado por LT1 Radio del Litoral. Formó un dúo con el entrerriano Ángel Candino, realizando una temporada exitosa en dicha emisora. También trabajó en el diario “El popular”, donde hacía notas de viaje, crónicas del campo, narraba sucedidos y escribía sonetos. Allí le tocó escribir el obituario sobre la muerte de Bautista Almirón, su primer profesor de guitarra.
“En 1935 se estableció en Raco, Tucumán, y de allí fue a Buenos Aires para actuar en radio. En la revista Sintonía de ese año apareció una nota titulada “Recital indígena por Radio Fénix” en la que anunciaba la presentación en esa emisora de Buenos Aires de un joven cantante, pero en vez de nombrarlo Atahualpa “Yupanqui” escriben “Tupanqui”. Luego fue invitado a la inauguración de Radio El Mundo, el 29 de Noviembre de 1935, acompañado por la orquesta de Dajos Bela.
“Por esa época estuvo en Córdoba, viviendo en una pensión, e intentó estudiar medicina, pero la escasez de medios económicos se lo impidieron. Allí se relacionó con importantes personalidades de la cultura, la ciencia y la política (Aníbal Campos, Mirizzi, Deodoro Roca). También recorrió Santiago del Estero, para volver luego a Raco por unos meses. Estuvo en Catamarca, Salta y Jujuy. En el Altiplano Atahualpa Yupanqui buscó testimonios de las viejas culturas aborígenes. Retornó a los Valles Calchaquíes, recorrió a lomo de mula los senderos jujeños y residió por un tiempo en Cochangasta, La Rioja.
“En 1936 Atahualpa Yupanqui realizó sus primeras grabacionces en el sello Odeón para la agrupación tradicionalista “El Mangruyo”, de Rosario de Santa Fe. Grabó dos discos de 78 rpm con sus temas “Caminito del indio”, “Mangruyando”, “La vidala del adiós”, y “Paso de los Andes”, y otro disco con “Apariencias” y “Cumbres siempre lejos”, compuestos con letra del poeta uruguayo Romildo Risso. Éste vivía en Rosario desde 1910, y ambos se hicieron amigos en “El Mangruyo”; Atahualpa Yupanqui también le puso música a su poema “Los ejes de mi carreta” (publicada en 1946), uno de sus temas más difundidos”.
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Programa 4
Ciclo de trece entregas
Ilustración: Germán Alvarez / Texto encomillado: retazos biográficos de diversos autores