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Latinocracia Homenaje a Atahualpa Yupanqui
Programa 6
Ciclo de trece entregas
De la factura de grandes artistas de todos los tiempos, en Atahualpa coinciden los deseos por recopilar con una enorme densidad creativa, en lo poético y también en lo musical. Hacerse solo al tiempo que palpite siempre el homenaje a quienes lo precedieron, a sus propios maestros; también lo pintan de cuerpo entero.
Estamos frente al poeta enorme que hizo de la búsqueda de la trascendencia, una tarea indelegable a la vez que planteada desde la sencillez del hombre de campo. Siempre en torno al fogón, la pava llena de agua que sirva para el mate que acompaña, mientras se formula todas las preguntas que devienen de lo existencial.
En lo musical, no sólo se advierten los trazos del músico de formación amplia, sino también el deseo de darse a conocer abordando diferentes ritmos y lógicas, para poder cristalizar un cancionero abarcativo. Diversos son los matices de una paleta sonora que se agradece. Hay mucho por escuchar, aún, del Maestro.
“En 1945 en un acto realizado en el Luna Park Atahualpa Yupanqui se había afiliado al Partido Comunista y debido a su militancia sufrió persecuciones, proscripción y cárcel durante el gobierno peronista. Sus temas se difundían como “de autor anónimo”, y le resultaba muy difícil conseguir actuaciones, por lo que se trasladó al Uruguay y en 1948 el Partido Comunista le organizó una gira por Europa del este. Permaneció tres meses en Budapest, Hungría, invitado por el Ministerio de Artes y Letras, pues le interesaba conocer la diferencia entre la música zíngara y la magyar, para lo cual fue al Instituto de Zoltan Kodaly (maestro de Bela Bartok), quien conocía mucho la música zíngara.
“Luego fue a París, y su amigo Paul Elouard le pidió que tocara la guitarra para los otros invitados. Uno de ellos era Edith Piaf, quien al enterarse que estaba sin trabajo contrató el Teatro Athénée para cuatro conciertos, promocionados con afiches que decían: “Edith Piaf cantará para usted y para Yupanqui”. Con gran generosidad, ella cantó la primera parte del recital y le cedió el cierre del espectáculo a Atahualpa Yupanqui. Ese fue su pasaporte a la fama en Europa.
“Atahualpa Yupanqui vio en esa gira que el comunismo no era lo que imaginaba, y en 1952 dio a conocer su desafiliación a ese partido mediante una carta publicada en el diario “La Prensa”. El 9 de junio de 1952 falleció el músico paraguayo Félix Pérez Cardozo, amigo de Atahualpa Yupanqui, quien ni bien se enteró compuso la letra de la guarania “Canción del arpa dormida”, y le pidió a Herminio Giménez que compusiera la música. Ya consagrado en Europa volvió a hacer presentaciones en la Argentina, y en 1953 actuaba tres veces por semana en Radio Splendid. En 1956, con la “Revolución Libertadora” en el poder, volvieron las dificultades y Atahualpa Yupanqui pasaba la mayor parte del tiempo en Cerro Colorado.
“De 1963 a 1964 Atahualpa Yupanqui realizó una gira por Colombia, Japón, Marruecos, Egipto, Israel e Italia. A partir de 1962 la revista “Folklore” había comenzado la publicación por entregas de su autobiografía “El canto del viento”, y cuando regresó de su gira reunió ese material en un libro que se publicó en 1965. Ese año se editó el disco “El payador perseguido”, que había comenzado a componer durante la Segunda Guerra Mundial.
“En 1967, luego de que un golpe de estado derrocara al gobierno democrático, Atahualpa Yupanqui volvió a Europa, donde durante 1968 recorrió gran parte de España, en particular el País Vasco, y luego se estableció en París. A partir de entonces volvía periódicamente a la Argentina, a su residencia de Cerro Colorado, desde donde se trasladaba para sus actuaciones”.
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Programa 6
Ciclo de trece entregas
Ilustración: Germán Alvarez / Texto encomillado: retazos biográficos de diversos autores