Radio
Latinocracia Homenaje a Atahualpa Yupanqui
Programa 9
Ciclo de trece entregas
Decir “lo social sobrevuela toda la obra de este creador” es un modo de ponerse, desde lejos, a analizar este fenómeno popular con base en la música y el canto. Si decidimos llevar todo a la dimensión humana y cerrando los ojos, quizás podríamos ver al hombre Atahualpa Yupanqui caminando los pueblos y encontrando el folclore.
Es que así construyó su magnífica obra, intercambiando nuestra música. Lo puedo ver -si lo deseo- sentado a la vera del fuego que protege y da calor, en la cerrada noche pampeana, o del norte seco o de la mesopotamia. Lo veo cuando encuentra en cada gesto y en cada verso, un motivo más para amar a su tierra.
Vos también podés verlo, si lo deseás, yendo de la academia al barrio, desde la Comuna a cada rancho, sumergiéndose en vidas concretas -la dimensión humana- y respondiendo a cada una de esas aventuras, con nuevos poemas, nuevos cuentos y canciones. Incansable recopilador que transitó casi todos los caminos.
“Escuchar detenidamente las canciones de Atahualpa Yupanqui, con su voz, con su guitarra, con su poética, es una experiencia conmovedora. Su nacimiento fue allá por 1908 en Juan de la Peña, pueblito de Pergamino, bien al norte de la provincia de Buenos Aires. Su padre mestizo de origen quechua, santiagueño, y su madre criolla de descendencia vasca lo criaron en otro pueblito, Agustín Roca, en Junín. Nació como Héctor Roberto Chavero Aramburu pero a los 13 años se cambió de nombre, uno artístico se puso. Atahualpa Yupanqui, en quechua: “persona que viene de lejanas tierras para contar algo”.
“Aprendió a tocar la guitarra de chico. Viajaba 16 kilómetros en el lomo del caballo para tomar clases con el concertista Bautista Almirón, que vivía en la ciudad. Luego, descubrió la música clásica: Schubert, Liszt, Beethoven, Bach y Schumann. Eso, mezclado con lo que conoció en Tucumán, cuando estuvo allí con su familia -bombo y arpa india, entre otros instrumentos- lo volvieron un músico exquisito. Claro, la sensibilidad social y su curiosidad intelectual hicieron lo suyo. “Camino del indio”, por ejemplo, la escribió a los 19 años.
“Se podría decir que nació en cuna radical. Su padre -obrero telegrafista del ferrocarril y domador de caballos- se sumó al movimiento de masas forjado en la figura de Hipólito Yrigoyen. “Como las familias de criollos e inmigrantes, los Chavero nutren el radicalismo insurgente de aquellos años”, explica Norberto Galasso en su libro de 1992 Atahualpa Yupanqui: el canto de la patria profunda. Tal fue su empatía con Yrigoyen que, tras el golpe de Estado que lo derrocó en 1930 e instaló la década infame, participó de la rebelión en La Paz, Entre Ríos, de 1932. Fue una intento revolucionario donde, junto a los hermanos Kennedy -Mario, Eduardo y Roberto, tres hacendados entrerrianos descendientes de irlandeses-, el escritor Arturo Jauretche y algunos hombres más, tomaron la comisaría y pidieron la liberación del Presidente preso. La historia terminó mal, con el exilio en Uruguay y Brasil. Pero luego, al volver, abrazó la causa comunista. En septiembre de 1945 se afilia al Partido y empezó a sufrir las persecuciones del peronismo: entre el ’46 y el ’55 no se lo podía nombrar. De hecho, si pasaban en la radio su clásico “Camino del indio”, por ejemplo, los locutores lo presentaban “de autor anónimo”.
“Desde Santiago de Chile, el investigador Ignacio Ramos Rodillo recuerda cómo se emocionaba su abuelo cuando escuchaba los discos de Atahualpa Yupanqui. Hasta las lágrimas, dice. Luego, de adolescente, él mismo empezó a interiorizarse por el fenómeno Don Ata y a preguntarse sobre la relación entre folclore y militancia política de izquierdas. “Atahualpa Yupanqui es considerado el primer gran folclorista comprometido de América Latina, de ahí que el conocimiento de su trabajo y trayectoria sea inevitable”, comenta quien escribió en 2012 la tesis de maestría en la Universidad de Chile sobre el folclorista argentino y Violeta Parra. “Yupanqui es alguien -reflexiona- que no sólo se encarga de representar al trabajador del pago, criollo y patriota, muy en la senda del nativismo o criollismo de inicios del siglo XX. Se encarga sistemáticamente, además, de mostrarle a sus compatriotas, comunistas y no, la existencia de una Argentina indígena que es, por un lado, el vínculo que el país tiene con el mundo andino y, por el otro, la porción de la sociedad nacional más empobrecida y marginada”.
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Latinocracia Homenaje a Atahualpa Yupanqui
Programa 9
Ciclo de trece entregas
Ilustración: Germán Alvarez / Texto encomillado: retazos biográficos de diversos autores


