Salvador Allende y el trágico recuerdo de un proyecto trunco
El pasado 11 de setiembre se cumplió un nuevo aniversario del Golpe de Estado que derrocó al gobierno democrático de Salvador Allende, en Chile. Este dirigente socialista gobernó solo tres años (1970-1973). Pese al escaso tiempo desplegó una política clara en defensa del interés nacional, popular y social de los chilenos. La nacionalización del cobre, que permitió el ingreso de divisas permanentes para garantizar el funcionamiento del Estado. La sanción de leyes laborales esperadas por largo tiempo por los trabajadores, aumentos generales de salarios, congelamiento de precios de las mercaderías de primera necesidad y nacionalización de las áreas claves de la economía. También llevó adelante la profundización de la reforma agraria iniciada por su antecesor, el democristiano Eduardo Frei. Así el gobierno de la Unidad Popular consolidó su poder por los dos primeros años de su mandato .
Fue un proceso de transformaciones pacíficas inédito en la historia de Chile hasta entonces. Con el masivo apoyo del frente sindical obrer , los campesinos, un amplio frente de estudiantes, la militancia de la Unidad Popular (socialistas y comunistas) y amplios sectores de la clase media radicalizada, Allende avanzó con su programa.
Las primeras en accionar contra el gobierno de Allende fueron las dos empresas norteamericanas perjudicadas por la nacionalización del cobre, por ende el gobierno de EE UU, conducido por Richard Nixon, y a través de Henry Kissinger, Secretario de Estado, negaron cualquier tipo de préstamo al gobierno chileno. Éste buscó entonces apoyo en la Unión Soviética, la que otorgó ayuda financiera y en alimentos, pero no en la medida en que el gobierno chileno esperaba.
Llega el momento de la visita del líder cubano Fidel Castro, a fines de 1971. Recorre el país y en sus discursos dice que Chile debe acelerar su avance hacia el socialismo, lo que influye en los movimientos de izquierda independiente acelerando la ocupación de tierras por parte de campesinos humildes y de fábricas por parte del movimiento sindical, de las que sus propietarios intentaban un “lock out” patronal. Cuba buscaba en América Latina salir del aislamiento que sufría por imposición de EE UU, después de su expulsión de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Las cadenas de distribución de alimentos, disconformes con el congelamiento de precios inician gradualmente el desabastecimiento, impulsando un creciente mercado negro. Mujeres de clase media acomodada direccionadas por los partidos de derecha, salen a las calles de Santiago y luego en otras ciudades, golpeando cacerolas contra el desabastecimiento, del que culpan al gobierno.
Entre los partidos políticos opositores se destacan la Democracia Cristiana y el derechista Partido Nacional. En principio los democristianos apoyaron a Allende, pero a medida que avanzaba el plan de “la vía chilena al socialismo” y por presión de EE UU, con gran trabajo de la CIA, aceptan hacer frente con la derecha y juntos ir a elecciones alternativas municipales y otras intermedias. En algunos de esos comicios consiguen derrotar a los candidatos de la Unidad Popular.
A la vez se conforma un grupo de ultraderecha, Patria y Libertad, que reniega de la política y propicia un Golpe de Estado por parte de las fuerzas armadas. Mientras el general Prats que comanda el ejército proclama su lealtad al gobierno democrático.
El gobierno entra en crisis ya en 1973: inflación descontrolada, desabastecimiento, confrontaciones callejeras entre defensores y enemigos del gobierno que dejan decenas de muertos, más una huelga desenfrenada del transporte de carga, agudizan la situación.
El 11 de setiembre de 1973, las fuerzas armadas deciden tomar el poder en forma violenta. Aviones atacan y bombardean el palacio presidencial, Casa de la Moneda, donde se encontraba el presidente en funciones, quien decide no rendirse y comunica al pueblo que dará su vida si es necesario. Cosa que fatalmente ocurre. Allende se suicida antes de entregarse.
Gobernó prácticamente dos años y diez meses, desde el 3/11/70 al 11/9/73. El general Augusto Pinochet que encabeza el Golpe con el explícito apoyo de los EEUU, se hará cargo del gobierno imponiendo el toque de queda y la cesación de los derechos constitucionales y las libertades públicas. Comienzan los arrestos masivos y el exilio permanente de los chilenos militantes. El general Prats que permanecerá leal al presidente hasta último momento, se refugiará en la Argentina, donde gobernaba el peronismo, al poco tiempo será asesinado en Buenos Aires.
Se toma al Golpe de Estado de Pinochet en Chile como uno de los golpes donde prevalecen la crueldad, el odio y la prepotencia criminal. Junto al golpe del 24/3/76 que encabezará el general Videla en la Argentina, con su secuela de 30.000 desaparecidos, como los Golpes de Estado que ejemplifican la pérdida de derechos, la sumisión a políticas que deterioran el nivel de vida de la población, con pérdida de derechos y de soberanía integral de los países afectados. En ese sentido toda política popular que reivindica derechos en América Latina hace referencia al ejercicio de la memoria permanente para que estos tristes momentos no se repitan en nuestra historia.
Quedan en el recuerdo del pueblo chileno la templanza y convicción en principios de Salvador Allende y también en todos los latinoamericanos que luchan por la unidad de la América Latina. Al respecto se recuerda su discurso en la UNAM, (Universidad Nacional Autónoma de México) donde disertó especialmente invitado. En él aludía a un futuro venturoso para todo el subcontinente donde los pueblos gobiernen unidos y soberanos, alcanzando el bienestar que todos ellos se merecen.
Alfredo Caferatta
Docente jubilado. Integrante de Carta Abierta. Militante social y político.


