Son palabras, son sensaciones. Pujan por salir armadas de tal modo que redondeen una idea aproximada de lo que sentimos. Nos visitan en cualquier momento. Se apoderan de nosotros en cualquier lugar. Buscan el modo de decir eso que nos atormenta o nos complace, Aquello que no pudimos superar o este tiempo de alegría.
El camino de esa búsqueda siempre incompleta, siempre penitente, por fin fructifica. De eso se trata. Pero le llamamos poesía como el mejor de los modos de aprehenderla en un todo, de perdonarle todo, de aquilatar sus devaneos y sus dudas, con el límite que imponen sus propias reglas de juego.
La alegoría de la plástica también es útil para “entendernos” con versos, rimas; con palabras recién aparecidas luego del borbotón creativo. Otras veces se hilan sobre el papel en blanco esquizas, gozantes. Nos sorprende verlas en ese orden y nos emociona lo que dicen. La mejor forma de definir a la poesía es sentirla.
Sueño y desvelo
Una luna metálica en tus ojos.
Alba, aurora, vida
en los míos.
Caminaba la noche
con un poema apasionado
en la boca.
Sueño y desvelo.
Luna nueva en tus ojos.
Ocaso, crepúsculo, fatalidad
en los míos.
Camino la noche,
sueño y desvelo,
con un poema apretado
entre los dientes.
Columnista invitada
Liana Castaño
Maestra, integrante del taller de poesía “Más allá de las palabras”, publicó en las antologías: “Fuego en las manos”; “Mujeres de palabra”, “Luz de luna” (IV Concurso Internacional de Poesía, España). Su más reciente publicación “Más allá de los poemas”, poemario colectivo del Grupo de Poesía “Más allá de las palabras” que coordina Diana Starkman, será presentado en la Feria del Libro de Mendoza 2020.
Fotos: Adriana Martinetti