Hace poco se nos fue Quino, el enorme Quino.
Los recordatorios están aún circulando por radios y medios, porque su legado fue tan inmenso que nos llevará tiempo agradecerle. El potente vínculo entre Quino y las artes es notable (además del que tuvo con la geopolítica, la educación, el rol de las mujeres, entre muchos otros tópicos) y esto me motivó a repasar su evidente cariño por el mundo de la música clásica, que no siempre es exaltado cuando se rememora al creador de los entrañables personajes de Mafalda.
La línea certera con que el ilustrador plasmó los instrumentos musicales me llama poderosamente la atención. Muchos instrumentos son difíciles de dibujar por sus innumerables detalles de construcción y terminación, las cuerdas, las volutas, las curvas, las proporciones, amén de la forma atípica en que se sostienen algunos.
Evidentemente Quino fue un curioso amante del mundo de los sonidos. Algunos recordarán que en uno de los conciertos de la Sinfónica de la Universidad, en 2018, lo descubrimos entre el público. ¡Fue muy emotivo para todos nosotros tener a semejante figura entre el auditorio!
Sus dibujos están plagados de referencias a la música. Vemos radios, tocadiscos, letras de canciones. En las ilustraciones directamente relacionadas con la música clásica (su libro “Ni arte ni parte” contiene muchas) nos divierte su acertada lectura de la personalidad de los artistas, con el ego exacerbado a veces, teñidos de envidias e inseguridades, sometidos en ocasiones a la precariedad laboral, y acorralados por el irrefrenable avance de la tecnología y de los mecanismos del mercado del arte.
La forma de los estuches, los atriles, la vestimenta… todo está cabalmente ilustrado y esta conjugación de detalles en situaciones absurdas arranca una sonrisa incluso a quien no esté del todo familiarizado con la vida de concierto. Es un humor para todo el mundo, aunque a los músicos nos divierta particularmente el que refiere a nosotros.
En este tiempo de pandemia encontré un material que me ha acompañado bastante desde el humor, si bien es totalmente diferente al humor gráfico de Quino. Con estilo ágil, pasatista, y también un poco más críptico (quizá para quien no sea músico pueda ser un humor más incomprensible), fui a dar con un fenómeno de las redes sociales. Se trata del dúo de excelentes violinistas TwoSetViolin, integrado por los jóvenes australianos Brett Yang y Eddie Chen, que tienen actualmente en su canal de Youtube casi 3 millones de suscriptores.
Son realmente un éxito en las redes y entre los jóvenes músicos. Cualquiera de sus posteos -duración variable: entre 2 minutos, hasta llegar a ¡una hora! tiene una cantidad impresionante de vistas de sus cientos de seguidores. En un inglés accesible facilitado por el subtitulado, con estilo de edición ágil, sonidos y dibujos agregados, y dos muletillas que aparecen en muchos videos (un irónico “interesting”, y el alentador “¡practice!”), Brett y Eddie se ríen de todo: las dificultades del estudio, los diferentes tipos de maestros y estudiantes, la vida orquestal y un largo etcétera.
Además, hacen recitales humorísticos en vivo (recomiendo el ConcertBattle realizado en Polonia, para conocer la envergadura de ambos como instrumentistas y el manejo profundo del repertorio violinístico que poseen). Valor agregado son los numerosos posteos en un tono levemente más serio que me permitieron conocer nuevos y viejos instrumentistas. En estos últimos (que hay que buscar como “Epic performance”) encontré música de altos niveles de exigencia vivida con frescura, humor y placer. Descubrí de manera desestructurada talentos que no conocía, como la cantante Julia Lezhneva o la pianista Kathia Buniatishvili. En síntesis, este hallazgo que recomiendo también divierte, enseña y permite volver a bucear en las músicas que nos apasionan, desde la mirada de dos músicos generación Z.
Dos tipos de humor completamente diferentes. Uno propone a través de la sonrisa reflexionar sobre nosotros mismos, el mundo que construimos y nos toca habitar. A veces en una única viñeta, toda una realidad representada. El otro humor, liviano, rápido, que no cuestiona demasiado pero sí se ríe, a las carcajadas, de las posibilidades y de los límites.
Gabriela Guembe
Se formó en la Universidad Nacional de Cuyo, en las especialidades Piano, Teorías Musicales y Violoncello. Es Magister en Arte Latinoamericano. Integra la Orquesta Sinfónica de la UNCuyo, y es docente en la Facultad de Artes y Diseño. Actualmente se desempeña como Directora de Carreras Musicales en dicha unidad académica. Especializada en estilos preclásicos, dirige el conjunto Violetta Club, y ha formado parte de diversos proyectos que la han llevado a actuar en Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, México, Estados Unidos, España, Eslovenia y Checoslovaquia. Música versátil, participa en ensambles musicales dedicados a variados géneros, y ha grabado como sesionista junto a importantes músicos de Mendoza. Es también investigadora y sus escritos se han publicado en revistas de Argentina, México y Cuba.