La pulseada entre precios y salarios: un viejo dilema
Uno de los grandes desafíos económicos 2021 será el frente inflacionario. En este párrafo de un reportaje que concedió a Página/12, el ministro Martín Guzmán explicó cuáles son las condiciones para continuar con la tendencia a la baja del nivel general de precios. La pregunta fue: “¿por qué en el 2021 la inflación será menor si esas variables claves se empezarán a mover al alza (tarifas, salarios, dólar)?”.
“Porque habrá crecimiento económico. Y eso es bueno porque parte de las necesidades de financiamiento del Tesoro para cubrir el déficit fiscal no será tan inflacionaria. Lo que se necesita es un equilibrio entre las variables. Con las tarifas vamos a cambiar el esquema del gobierno de Juntos por el Cambio que era inflacionario; el nuestro no lo será. El tipo de cambio se moverá al ritmo de los precios, en un contexto que esperamos que siga bajando la inflación. Y el salario real se recuperará porque es uno de los motores del crecimiento económico, que es la demanda. En un contexto de crecimiento económico es lógico que el poder adquisitivo del salario suba. Si se observan todas las variables clave hay una proyección de control y reducción de la inflación.
“La clave entonces es que el sector privado acepte esa coordinación. En estas semanas, los empresarios de insumos de la construcción no mostraron esa vocación. Hubo un poco más de demanda y aumentaron los precios. Es la histórica puja distributiva.
“La estabilización de precios es una tarea colectiva. La coordinación estará en manos del Estado. El sector privado estará en esa mesa de coordinación”.
Alfredo Zaiat
“Mesa para la coordinación de los precios”
Página 12
La pulseada entre precios y salarios es histórica en nuestro país. Ya durante el primer período justicialista (1945-1955), el general Perón estableció la campaña contra “el agio y la especulación”. Ésta consistía en clausurar los comercios que no cumplían con los precios máximos u ocultaran mercadería con fines especulativos, ante denuncias hechas por la población. Había puesto al frente de la misma al comisario Gamboa, de la Policía Federal y de su confianza, el que verificaba la denuncia y procedía a la clausura. La crónica dice que en realidad se hicieron clausuras ejemplificadoras, para imponer disciplina al comercio minorista.
En esos tiempos, en que no había grandes supermercados, los comerciantes tenían miedo no tanto a los inspectores como a la población en sí. Los trabajadores, esclarecidos por el gobierno y en particular por los sindicatos a los que pertenecían, eran los verdaderos inspectores que amenazaban a los comerciantes que no cumplían con las disposiciones vigentes, en particular con los precios máximos. Con la caída del peronismo en 1955, desde los medios de comunicación se empezó a instalar la idea que los “precios máximos” nunca “dieron resultado”, cosa que no es cierta, ya que con lo ocurrido durante el período peronista mencionado, queda demostrado que sí dio muy buen resultado.
Alrededor de 1959/60, durante el gobierno de Arturo Frondizi y con el ingeniero Álvaro Alsogaray en el Ministerio de Economía, aparece en escena un nuevo protagonista para “enloquecer” la vida de los argentinos, el dólar. Parece que no alcanzaba para el pueblo argentino con la proscripción política del movimiento mayoritario como lo era el peronismo, la represión a huelgas y sindicatos. Sino que con una política económica liberal y aperturista de las importaciones, competitivas con lo producido en el mercado interno, tuviera que llegar la fiebre del dólar.
Éste con la cotización “en pizarra” en casas de cambio de la “City” porteña, aumentaba la carrera especulativa y desarticulaba aún más la posibilidad de equilibrio en los precios. En un marco de salarios a la baja por imposición del gobierno y en particular de su Ministro de Economía Alsogaray. Fue el momento en el que el Ministro lanzó su tristemente célebre frase: “hay que pasar el invierno”. Fue un invierno que en suma duraría 18 años, los de la proscripción del peronismo (1955-1973), porque al fin ha sido este movimiento el que estando en el gobierno es el que se preocupa por favorecer al salario frente a los precios
Con la llegada , en la década del ’90 del siglo pasado, de los grandes supermercados, en su gran mayoría de capital extranjero, promovidos y amparados legalmente por el gobierno de Carlos Menem, apareció el concepto de “los formadores de precios”. O sea los supermercados y las “grandes marcas” unidos para atacar el bolsillo de la población. Ellos acuerdan los precios de venta de los artículos que se encuentran en las góndolas, evaluando los costos y por lo tanto aumentando los artículos cuando los costos aumentan y cuando los costos no apremian, igual aumentan, porque al fin y al cabo ellos son los dueños de la situación e imponen al gobierno de turno su conducta ¡Qué lejos queda aquel período del 1945-55 en el que quien imponía sus criterios era el Gobierno, auditado por el protagonismo popular!
Entonces, volvamos al peronismo y a la historia reciente, durante el ciclo 2003-2015, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, impusieron la estrategia de la pulseada “paritarias versus precios”. O sea que ante la escapada de los precios, a los que trataban de contener con acuerdos o con planes como “precios cuidados”, en el momento de regular los aumentos de salarios, desde el Ministerio de Trabajo se observaba el aumento proporcional de precios y por lo tanto de la inflación y se autorizaban aumentos salariales que superaban los índices inflacionarios y así año a año.
Luego vino el trágico gobierno de Mauricio Macri, (2015-2019) donde la recesión y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, la imposición de un régimen neoliberal violento y un endeudamiento externo inusitado, ponen de nuevo en riesgo el bienestar mínimo de los argentinos. El pueblo respondió en consecuencia y en las elecciones de 2019, vuelve a triunfar el peronismo con la alianza “Frente de Todos” y la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kirchner. Gobierno que al tercer mes de asumir se encuentra con la pandemia de Coronavirus y su obligada cuarentena que impone una prioridad sanitaria por encima de la economía. Se despliega en consecuencia una política económica de emergencia, donde las paritarias deben restringir su accionar. Una estructura económica en crisis, obligada por la recesión que impone la cuarentena. A la que se agrega la recesión heredada de la era Macri.
Pero… ¡oh sorpresa! Los “formadores de precios” como “si nada” siguen adelante con su escalada de aumentos obedeciendo a la movilidad del dólar y a actitudes especulativas para “cubrirse” por la recesión pandémica que los deja con una menor cantidad de ventas. Ostentan los mismos “vicios de costumbre” que adquirieran en tiempos Frondizi y Alsogaray, hace 60 años, y no han cambiado.
Al elegir el reportaje del periodista-economista Alfredo Zaiat al Ministro Martín Guzmán, en la actual coyuntura de pandemia, vemos como el Ministro apunta a un acuerdo con los empresarios, mientras se avance en el desarrollo de la actividad económica, la que con protección del impulso del mercado interno, dará como resultado el crecimiento del poder adquisitivo de los salarios. Por lo tanto, vale recordar el protagonismo popular de aquel período heroico del peronismo entre 1945-55, en el control de precios, denunciando los excesos y abusos a los que nos tienen acostumbrados los amos de la especulación. En definitiva el protagonismo popular y la voz de las mayorías son las que garantizan el avance en el bienestar de nuestra población.
Alfredo Caferatta
Docente jubilado. Integrante de Carta Abierta. Militante social y político