Estamos hechos de recuerdos y sueños. Nos sirven para refugiarnos de un sistema que, casi siempre, nos es hostil, pestilente, inhumano. Liana lo describe con genialidad -“residí en un bosque marino”-. Evoca para vos y para mí ese lugar luminoso que guarda en el fondo de su mismidad, en el alumbrado desvelo interior.
Cuando recorremos ese mundo “irreal” no podemos evitar tener presentes los nuestros, esos espacios de nuestra mente que nos sirven de refugio. Allí la vida es amable, bella, luminosa. Nuestros antecesores están allí y junto a ellos amigos y amigas que fueron, por momentos o por años, con quienes nos retroalimentábamos.
“Habitarlo es un retorno sin fin a lo deseado”. Esos paisajes están a salvo del diario vivir, son un bálsamo que nos restaña las heridas. Entrar y salir de esos sitios virtuales nos resulta edificante y terapéutico. Allí esta la esencia de lo que somos, esperándonos con los brazos abiertos, para seguir apostando a la vida.
Mi lugar
Residí en un bosque marino
entre gaviotas y cóndores.
Un lugar absurdo
amarrado a mi cabeza
las copas asomadas en las olas
los caballitos colgados de los pinos
los pinos tan azules tan ultramar.
Residí en un bosque marino
lugar ajeno
aislado en el espacio
y próximo al sueño
como en un confuso paraje
desordenado.
Residí en un bosque
sobre hongos creciendo en la restinga
sobre oleajes de hojas
y con un aire de resina perfumada de sal
setas que olían a coníferas
y a océano.
Un lugar
de noches serenas
añejas esencias de frutos de mar
reposeras flotantes
y cielos bordados con nombres luminosos.
Y por eso
amo este espacio irreal
sin medida
el lugar donde encuentro lo perdido
algunas sombras brillantes
unos versos que piden que los siga
un ayer hogar que me espera con los brazos extendidos.
El lugar que asoma verde y espumoso
cercano y extranjero
del poeta exiliado
y el tigre astrológico.
Residí en un bosque marino
amarrada a una tromba de ramas
una pleamar vegetal
que nunca retrocede.
Habitarlo es un retorno sin fin a lo deseado.
Columnista invitada
Liana Castaño
Maestra, integrante del taller de poesía “Más allá de las palabras”, publicó en las antologías: “Fuego en las manos”; “Mujeres de palabra”, “Luz de luna” (IV Concurso Internacional de Poesía, España). Su más reciente publicación “Más allá de los poemas”, poemario colectivo del Grupo de Poesía “Más allá de las palabras” que coordina Diana Starkman, será presentado en la Feria del Libro de Mendoza 2020
Fotos: Adriana Martinetti