“¿Ud. afirmó que las medidas anti-pandemia no debían tomarse, llamando a manifestaciones en el Obelisco?”, pregunta socrática que puede hacerse a la presidenta nacional del PRO, Patricia Bullrich. Ella podría responder “no dije eso, llamé a protestar contra las medidas que se tomaron por la pandemia, porque afectaban libertades”. Sócrates, con la paciencia debida, diría: “Dígame qué medidas pueden tomarse que no afecten libertades”. Ella:
-Hay que dejar que cada uno decida por sí mismo
-Eso no es tomar ninguna medida-, diría Sócrates. “Eso y nada es igual”.
-Yo no he llamado a contagiar, ella insistiría
-Los manifestantes sostenían que no había virus, que no había pandemia, o en su caso que no había que vacunarse.
-Es que el gobierno quería la vacuna rusa.
-Esa que en su partido dicen ahora que no existe suficiente cantidad.
-Eso es, no se ha previsto lo suficiente.
-¿Ud. ha previsto lo que hoy pasa con Pfizer, sus incumplimientos y los muertos noruegos, el aumento de las demandas sobre Aztraseneca, los nuevos contratos de los que quieren la Sputnik?
-No, pero no soy gobierno
-Eso no la exime de responsabilidad en lo que afirma. Ud. fue a manifestaciones donde se oponían a la vacunación. ¿Cómo puede criticar ahora que el número de vacunas no sea el que Ud. quiere? Tendrá que convenir en que posturas como la suya ayudaron a que las acciones del Estado argentino fueran más dificultosas.
En fin, en este diálogo imaginario podemos acentuar la falta de razonabilidad de los “debates” políticos actuales (por darles un nombre). Sócrates desnudaría, con su brillante juego de preguntas, la fragilidad de las posiciones que hoy se exhiben. En otras épocas, hasta los años ochenta del siglo pasado, las derechas sostenían una ideología sistemática, en nombre de la cual hablaban. Eran coherentes con ella, y desde ella argumentaban. Hoy, dicen cualquier cosa al estilo chismes de pasillo, los cuales son tomados de la infinita maledicencia de buena parte de la TV. Que no sé quién se enojó, que otro (y sobre todo “otra”) seguro actúa desde las sombras, que no sé quién habría dicho de no sé quién, que la cartera de esta y la vestimenta de este otro, que si llueve ha de ser culpa de la Cámpora, y parecida serie de sinsentidos que saturan y taladran la cabeza de los ciudadanos.
Así, mirando encuestas, los campeones de la virtualidad tecnocrática, ahora se dicen adalides de una educación presencial a la cual le esquilmaron el presupuesto. O los que hablaron ridículamente -persiguiendo a Santiago Maldonado hasta su muerte- de un “comando iraní/venezolano/mapuche” (sí, aunque Ud. no lo crea) o crearon una mesa judicial vergonzosa para perseguir adversarios y hasta algunos propios, vienen a hablar de derechos humanos en Formosa. Doctrina Chocobar de tirar por la espalda cuando gobiernan, pero a la vez supuesta defensa de derechos cuando gobiernan otros.
Se necesita Sócrates. Se necesita razón, argumentos, posiciones, programas. Basta de chismes y trivialidades. La astucia del filósofo para mostrar a sus interlocutores sus contradicciones y sinsentidos, sería hoy decisiva para exigir a un sector de las oposiciones políticas que dejaran de obedecer a la lógica chismográfica de la tv, y pusieran de una vez por todas la inteligencia a trabajar. La Argentina necesita proyectos, ideas, debates. Críticas si fuera necesario: no maledicencia barata, no atacar porque hay vacunas y porque no las hay, no colaborar a la confusión en un asunto de vida y muerte como es lo que hace a nuestro destino en relación a la fatídica circulación del virus.
Columnista invitado
Roberto Follari
Doctor y Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional de San Luis. Profesor titular jubilado de Epistemología de las Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Cuyo, Facultad Ciencias Políticas y Sociales). Ha sido asesor de UNICEF y de la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria). Ganador del Premio Nacional sobre Derechos Humanos y Universidad otorgado por el Servicio Universitario Mundial. Ha recibido la distinción Juana Azurduy del Senado de la Nación (año 2017) y el Doctorado Honoris Causa del CELEI (Chile, año 2020). Ha sido director de la Maestría en Docencia Universitaria de la Universidad de la Patagonia y de la Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Cuyo; y es miembro del Comité Académico de diversos posgrados. Ha sido miembro de las comisiones evaluadoras de CONICET. Ha sido profesor invitado de posgrado en la mayoría de las universidades argentinas, además de otras de Ecuador, Chile, Uruguay, Venezuela, México y España. Autor de 15 libros publicados en diversos países, y de unos 150 artículos en revistas especializadas en Filosofía, Educación y Ciencias Sociales. Ha sido traducido al alemán, el inglés, el italiano, el idioma gallego y el portugués. Uno de sus principales libros se denomina “Teorías Débiles”, y ha sido editado por Homo Sapiens (Rosario, Argentina). En la misma editorial ha publicado posteriormente “La selva académica (los silenciados laberintos de los intelectuales en la universidad)” y “La alternativa neopopulista (el reto latinoamericano al republicanismo liberal)”.