“Oligarquía: sistema de gobierno en el que el poder está en manos de unas pocas personas pertenecientes a una clase social privilegiada”. Arranco con la definición que nos aporta el diccionario de la RAE. De ese modo se me hace más sencillo ejemplificar lo que quiero compartir con vos. Este horrible hecho lo produjo la oligarquía.
Quienes detentan desde siempre el Poder Real, combatieron primero al radicalismo, al que le propinaron el primer golpe de Estado de nuestra historia en 1930. Bajaron de un hondazo a Yrigoyen, por ampliar derechos y redistribuir la renta nacional. Lo mismo hicieron con Perón, con la “revolución fusiladora” de 1955.
Es importante que veamos de qué son capaces, porque luego siguieron “golpeando las puertas de los cuarteles” hasta la última, más sangrienta y saqueadora de las dictaduras, que comenzó en 1976. Son los mismos que se camuflaron en los gobiernos de Menem y De La Rúa. Los mismos que llegaron con Malcri a seguir destruyendo.
“Una visión desde el texto freudiano a la masacre de Plaza de Mayo
“16 de junio de 1955: “Recordar, repetir y reelaborar”
“Este miércoles 16 de junio se cumplen 66 años de una masacre atroz que signó la historia de este país. Aviones de la Armada Argentina sobrevolaron la Plaza de Mayo y arrojaron suficientes bombas como para terminar con la vida de 309 ciudadanos civiles, incluidos los que viajaban en un colectivo de línea alcanzado por la artillería de uno de los pilotos que –mientras sus socios criminales ya escapaban al Uruguay– decidió pegar un giro para asestar ese golpe mortal sobre un micro que transportaba niños, mujeres, hombres, personas.
“Hace 66 años este escriba tenía apenas dos meses de vida. La fecha me estremece. Pertenezco a una generación que creció con el peso de esa masacre acallada de una y mil maneras. En mi caso (y en mi casa) apenas se oían frases como dichas al pasar que de manera tangencial hacían referencia al bombardeo. En esa época no se podía hablar de política, mucho menos pronunciar los nombres de Perón o Evita. Recuerdo las evasivas palabras de mi madre cuando le preguntaba por qué los libros de mi escuela tenían unas tiritas de papel tapando sus nombres. Me costaba entender por qué se hablaba de Perón como una desgracia y sin embargo cada vez que viajábamos en colectivo –como ése que bombardearon– mi madre me señalaba hospitales, escuelas, plazas, puentes, viviendas, para luego decirme: “eso lo hizo Perón”.
“Mi paso por la escuela secundaria transcurrió en un escenario similar, recuerdo el temor de los profesores al verter alguna opinión o expresar algún comentario sobre la tragedia que pendía sobre este pueblo silenciado. De hecho, basta evocar que en aquellos tiempos existió una materia denominada Educación Democrática para colegir el grado de cinismo imperante. Fueron dieciocho años de mordaza, represión y miedo instilado en gestos nimios, intrascendentes en apariencia, pero cuya naturalización –bien lo sé– termina por consolidar una manera de relación sádica, autoritaria, machista, burda, que se infiltra en todos los ámbitos y escenas de la vida cotidiana.
“Luego: el terrorismo de estado no hizo más que elevar exponencialmente la crueldad que sus antecesores genocidas habían sembrado. La vida hizo que me dedicara a hurgar en mi práctica como psicoanalista los rincones de la memoria, a destapar tiritas de papel sobre palabras pretendidamente olvidadas. Ocurre que, tal como Lacan nos recuerda: “El olvido freudiano es una forma de la memoria, su forma misma, la más precisa”[1].
“En efecto, hay olvidos inolvidables, esos que bajo el manto de la represión se inscriben en la carne para así determinar, en el mejor de los casos, el mundo de fantasías que otorga vida al aparato anímico, y en otros un empuje tan mortífero como alienante. Se trata del trauma, esa huella con la cual un sujeto compone una singularidad a partir de los efectos de repetición que –para bien o mal– aquella marca imprime en su vida, deseos y temores. Las conmemoraciones, las fechas de recordación de hechos, gestas, actos, genocidios, cumplen la función de repetir por medio de la evocación aquella huella a partir de la cual una comunidad adoptó tal o cual camino.
“Sin esta rememoración que supone el buen uso de la repetición no hay posibilidad para hacer valer el único fundamento en el cual descansa la paz social, a saber: la justicia. Sabido es que en nuestro país hay poderosos intereses que se sirven del odio para borrar la memoria, son los mismos que hoy hacen del semejante un objeto, de la solidaridad un cálculo de conveniencias, de la cooperación un rédito de mezquinos intereses y de la mentira su principal negocio. La huella del genocidio sobrevuela en nuestra historia, basta recordar que un 24 de marzo de 1884[2] se rindió el último cacique ranquel para colegir el valor simbólico que las fechas guardan no sólo en una biblioteca.
“En estos días, “Recordar, repetir y reelaborar”[3] es algo más que el título de un texto freudiano. Es la tarea a la que la hora nos convoca para que las fechas nos ayuden a ser un poco mejores.
“[1] Jacques Lacan, El Seminario: Libro 12, Problemas cruciales del psicoanálisis, clase 4 del 6 de enero de 1965, Inédito:
“[2] https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/historia-perdedores_0_BJ4e5DxFG.html
“[3] Sigmund Freud, “Recordar, repetir y reelaborar”, A. E. Tomo XIV.
“Página 12
“Sergio Zabalza es psicoanalista, Doctor en Psicología de la Universidad de Buenos Aires
“17 de junio de 2021”.
“El día 10 de Agosto de 1929 nace Ernesto Jorge Adradas quien sería oficial de la Fuerza Aérea Argentina.
“El 16 de Junio de 1955, en la Base Aérea de Morón, el Brigadier Daneri junto con otras autoridades irrumpe en la Sala de Pilotos y ordenan la conformación de una escuadrilla de alarma,
“Fue una gran sorpresa por cuanto la actividad para ese día era participar de un desfile aéreo sobre la Casa de Gobierno en honor al General San Martín, con la muchedumbre reuniéndose, pero que se suspende por las malas condiciones meteorológicas.
“Ocurría que desde la Base Punta Indio perteneciente a la Marina, partían pilotos navales sublevados con la orden de arrojar sobre la Plaza de Mayo 90 toneladas de explosivos, 30 aviones, uno tras otro, una escuadrilla tras otra. Es decir Trotyl sobre la Ciudad de Buenos Aires que causaría 300 muertos entre los civiles.
“El primer teniente García se convirtió en el jefe de la escuadrilla de alarma, y se le ordenó ir a las maquinas. El Jefe de Escuadrón les dio un resumen de lo que estaba ocurriendo, aviones North American AT6 Texan, Beechraft AT 11 y Bombarderos Catalinas, de la aviación naval, habían sorprendido a la población de Buenos Aires, sin previo aviso alguno, depositando bombas en el centro neurálgico de la ciudad. Hubo preguntas pero no había tiempo para muchas respuestas, la orden fue – ¡Derribarlos!
“La escuadrilla estaba formada por el Capitán Juan García, el Primer teniente Mario Olezza, el Primer teniente Osvaldo Rosito y el Teniente Ernesto Adradas.
“Esto es en serio se dijo el Muñeco Adradas que terminaba de agarrar su pernera, el casco de cuero y la máscara, mientras echaba una mirada de reojo a su jefe de escuadrilla, quería controlar que nadie se niegue a ponerse la ropa de combate, hubo un silencio, se volvieron a mirar y salieron a la plataforma.
“Cuatro aviones que debieron volar rasantes, porque las nubes estaban al ras del piso, se pegaron a las vías del ferrocarril y volaron rumbo al punto de encuentro: Plaza de Mayo.
“El Comodoro Soto dirigió el ataque desde la Torre de Control ordenando derribar cualquier avión que estuviera volando en la zona.
“La Batalla no la voy a describir por tratarse de una lucha entre hermanos.
“García obligó a uno de los aviones a aterrizar. Olezza le dijo a su numeral que no dispare, que un derribo provocaría muchos muertos inocentes en la Ciudad. El piloto naval del Texan: Teniente de Corbeta Máximo Rivero Kelly logró escapar usando de escudo humano, a la población civil, huyendo sobre la estación Retiro y luego sobre un tren con destino Tigre.
“Adradas derriba el avión del piloto naval Guardiamarina Armando Roman, que se arrojó en paracaídas y salvó su vida cayendo sobre el río.
“Cuando volvió a la Base, un mecánico que corrió a su encuentro logró decirle: Jefe los marinos están entrando para tomar la base, escóndase porque estos asesinos lo van a querer matar…
“El muñeco Adradas pidió el retiro y le fue concedido el día 27 de Abril de 1956.
“Como dato de la vida, en 1973 integró la tripulación del avión de Aerolíneas Argentinas, que trajo definitivamente al general Juan Domingo Perón a su Patria.
“Roberto Vallejo”.