En las últimas elecciones presidenciales de Perú resultó ganador el docente y dirigente sindical Pedro Castillo, quien se impuso a Keiko Fujimori por alrededor de 100.000 votos. La derecha recibió la noticia como un baldazo de agua fría. Para embarrar la cancha habló de fraude, pero no lo probó. Ahora alarga la entrega del Gobierno.
El papel de la OEA -a cargo del uruguayo Luis Almagro- bendiciendo el golpe militar a Evo Morales en Bolivia, es un peligroso antecedente. La doble vara que sin pudor muestra ese organismo, un exo cuerpo del Departamento de Estado norteamericano, es un atentado a la inteligencia. Allí costó vidas y fortunas, fue un gran desastre.
Indigna que se entorpezca así el sistema democrático de un país tan castigado por la corrupción de décadas de gobiernos neoliberales. Un pueblo que soporta hambre y padecimientos y que, frente a una real alternativa política, votó un cambio. Debemos estar muy atentos para que no hagan una trampa más, para ver si “pasa”.
“Un problema de fondo en el mundo es negar las victorias populares.
“Cuando el pueblo, humildes y patriotas de sentimientos profundos ganan elecciones para la derecha es fraude; pero cuando la derecha, con democracia pactada, y nunca con más de 40 % de votos gana, sí es democracia.
“Hoy mismo, en el #Perú, donde el pueblo ha ganado limpiamente las elecciones solo con la convicción de sus ideas de igualdad y de cambio, la derecha y sus medios de comunicación conservadores dicen fraude, como ocurre siempre cuando ganan los humildes.
“La democracia es la soberanía del pueblo ¿Qué clase de democracia es esa que llega al gobierno con democracia pactada entre intereses de grupo para privatizar el patrimonio nacional? Esa es nuestra profunda diferencia con la derecha boliviana y mundial.
“Evo Morales Ayma
“Ex Presidente de Bolivia, en dos oportunidades”.