“Sería un error que a la hora de discutir sobre la renta básica lo hiciéramos sin analizar los efectos que ésta pudiera tener a la hora de afrontar los retos que tenemos en este siglo XXI
“Son numerosos los artículos que han sido publicados en Catalunya Plural sobre la renta básica. Diversos y variados artículos que han evidenciado, como mínimo, tres cuestiones que considero nucleares. En primer lugar, que la renta básica supera ágilmente muchas de las limitaciones que contienen los programas de rentas mínimas (entre las que se encuentran las limitaciones presupuestarias, los errores de cobertura, la estigmatización de las personas beneficiarias, los costes administrativos o la trampa de la pobreza).
“Asimismo, también se ha hecho referencia a que como derecho de ciudadanía supone garantizar la existencia material de toda la población ex ante, no obligando a muchas personas a comportarse como “sumisas suplicantes” ante la administración estatal. En segundo lugar, que una renta básica es perfectamente viable económicamente, manteniendo los pilares fundamentales del Estado de Bienestar. En tercer lugar, que los proyectos piloto de renta básica que se han realizado a lo largo y ancho del mundo han ofrecido unos resultados más que satisfactorios.
“Otros muchos artículos han girado entorno a los efectos que tendría una renta básica en nuestra sociedad actual. Sin embargo, sería un error que a la hora de discutir sobre la renta básica lo hiciéramos sin analizar los efectos que ésta pudiera tener a la hora de afrontar los retos que tenemos en este siglo XXI. Está claro que hablar de renta básica supone hablar de pobreza y supone hablar de impuestos, pero no solo. Toda medida de gran calado y que puede marcar el futuro de una sociedad, creo yo, debería analizarse desde un punto de vista multidisciplinar y de futuro. Es por ello que me parece crucial preguntar cómo la renta básica podría contribuir a construir una sociedad que dé respuesta, por poner solo algunos ejemplos, a la crisis ecológica, a la evolución del mercado laboral o a la crisis de cuidados que padecemos. Eso sí, que debamos analizarla de forma multidisciplinar no significa, ni mucho menos, que ésta vaya a solucionar todos los problemas. Y es que no es ése el objetivo de la renta básica.
“Pero, si además de solucionar los problemas relacionados con la pobreza o la falta de libertad de las personas, ¿también fuera en línea con algunas de las políticas necesarias para afrontar dichos retos anteriormente planteados?
“Soy plenamente consciente de que es prácticamente imposible vincular en tan pocas líneas la renta básica con estos tres retos que apunto anteriormente, pero sí me gustaría dar algunas pinceladas sobre la relación existente entre la renta básica y la crisis ecológica.
“Desde el inicio del capitalismo las políticas económicas han estado dirigidas a aumentar la riqueza de la sociedad en términos casi exclusivamente monetarios. El resultado es bien conocido: anteponer el crecimiento infinito de la economía ante la destrucción tanto de nuestros ecosistemas, como de los derechos de las personas. Sin embargo, este crecimiento es ya realmente insostenible y necesitamos un cambio de rumbo. Para ello, una alternativa realizable sería avanzar en dos frentes que nos permitan situarnos en el espacio seguro y justo para una economía socialmente y medioambientalmente sostenible. Por un lado, evitar la existencia de privaciones sociales -cubrir las necesidades sociales que necesitamos satisfacer mediante la actividad económica- y, por otro lado, no traspasar el “techo ecológico” que pone en riesgo la sostenibilidad del planeta.
“¿Puede, entonces, la renta básica ir en línea con las políticas destinadas a no consumir más de lo que el planeta es capaz de (re)generar a la vez que conseguimos relaciones de equilibrio justas entre las personas? Al ser uno de los objetivos que no exista un gran crecimiento agregado, la única forma de reducir las desigualdades y luchar contra la polarización de la sociedad es redistribuyendo los recursos existentes. Además, la renta básica, a diferencia de lo que ocurre con los programas de rentas mínimas donde uno de los objetivos es la creación de capital humano, no comulga con la concepción productivista de la economía al romper el sometimiento de las personas al trabajo remunerado. Tampoco hay duda de que una renta básica permitiría reducir las horas de trabajo remunerado que realizan las personas -tal y como ha sido puesto de manifiesto en diversos proyectos piloto y encuestas realizadas en distintas áreas geográficas-, lo que posibilitaría avanzar en la repartición de un bien escaso como es el empleo.
“Otro punto importante a destacar es lo que ocurre en algunos de los países menos industrializados, donde la pobreza obliga a deforestar y acabar con gran parte de la fauna salvaje existente para sobrevivir. Una renta básica garantizaría la subsistencia de estas personas y no estarían abocadas a realizar estas prácticas como medio de subsistencia. Al mismo tiempo, al aumentar las interrelaciones de las redes de actores locales -tal y como hemos podido ver en algunos de los proyectos piloto-, la renta básica actuaría como palanca en la relocalización de la economía.
“Y ésas son algunas de las razones por lo que la gran mayoría de los partidos ecologistas apoyan la renta básica. Porque, si bien ésta no es una medida cuyo objetivo sea luchar resolutivamente contra la crisis ecológica, sí es una herramienta que cubre las necesidades básicas de todas las personas a la vez que reduce la dependencia del ser humano hacia el crecimiento ilimitado. En definitiva, aprovechar los recursos existentes en el territorio, repartir la riqueza y consumir menos, para vivir mejor.
“Catalunyaplural.cat
“Julen Bollain
“4 de octubre de 2021”.
Columnista invitado
Daniel Musso
Miembro de la Red Humanista por la Renta Básica Universal
(Foto: Ricardo Rubio / Europa Press)