Noticias que nos llegan desde Toronto, Canadá
Este 1 de agosto se recordó el Día de la Emancipación, en celebración de la abolición de la esclavitud en Canadá. En Ontario, a su vez esta fecha tiene que ver con la historia de las primeras personas llegadas de Europa y que fundaron ciudades en este pedazo de tierra. Hoy, lo que debería ser un momento de reflexión respecto de la encarnación de la Doctrina del Descubrimiento, es una excusa para descansar. Convengamos que aquí se ha usado un poco más la creatividad que en otras partes del mundo que inventan feriados para vacacionar sin tanto fundamento.
Cierto es, que es necesario hacer una pausa en la vida del trabajo y estos feriados nos ayudan a cambiar el ritmo. En mi caso, es sólo un intento, ya que, en virtud de la pandemia, el ritmo de las tareas laborales se ha instalado en la casa, por tanto ahora vivo en el trabajo. La inocente lectura de un artículo en la internet despertó en mí el impulso para escribir estas líneas. Se trata de una reflexión de una colega sobre el impacto de las redes sociales. Al terminar de leerlo, se desencadenó en mí una catarata de ideas.
De cómo ha incidido en la actitud personal frente a la vacunación cada mensaje recibido a través de estas modernas redes de transmisión no hace falta explayarse mucho más. El artículo en cuestión mencionaba cuán difícil es modificar una actitud, por ejemplo el rechazo a la vacuna. Nos aferramos a las ideas que ya tenemos sobre un determinado tema y aceptar algo que se opone a lo que pienso. Es algo bien complicado.
Detuve la lectura y pensé qué pasa si alguien trata de imponer en mí su idea sobre un punto específico, cual sería mi actitud, cuáles mis pensamientos. Me obligué a hacer una lista de acciones positivas, pensé que Luis Carrillos tendría un manojo de ellas para ayudar. Fue un buen ejercicio.
Luego pasé a considerar el rol que ha tenido el modo de manejar los mensajes en las redes sociales. Estas son operadas por computadoras con pequeños programas que detectan lo que llama la atención de quienes usan buscadores de internet, redes sociales, sistemas de mensajería. Todo es seleccionado y clasificado. En base a ese ramillete de preferencias detectadas, alimentan lo que verá en su muro y los mensajes que podrá leer. Al fin, todo lo que leemos en nuestra pantalla fue seleccionado de toda la inmensidad de contenidos con ideas similares a las propias.
Resultado, nos quedamos ahogados en una burbuja que sólo repite lo que yo pienso o me gusta. O sea, todo lo opuesto al ejercicio del pensamiento crítico. El acceso a la información está atrapado en medio de la acechanza de las redes sociales.
En mi trabajo con la comunidad, debo enfrentar cotidianamente este desafío: “por qué tengo que ponerme una vacuna que quién sabe lo que me ponen ahí. Eso es lo que dice un mensaje que me envió mi sobrina que estudia en la universidad.” Esos dos componentes, sobrina y universidad, son suficiente razón valedera para sustentar lo que pensaba antes de recibir la información y que vino a corroborar la opinión que ya tenía sobre el tema.
Cómo cuidarnos
Hay una vuelta más que quiero dar sobre este tema que vino a alterar mi descanso del feriado. Frente a la falta de personal del servicio médico, hoy en la provincia de Ontario hay unidades de cuidados intensivos que han tenido que cerrar.
Mas allá de lo impensable de la situación en un país que tiene los mejores estándares de vida del mundo, la pandemia vino a poner en evidencia años de mala gestión, en la que un presupuesto millonario en salud se administra bastante mal. Hay que señalarlo, siguiendo lo que han dicho las asociaciones que nuclean a profesionales de la salud.
¿Qué nos queda a la gente de a pie? Pues evitar llegar al hospital, tomar medidas de precaución y prevención. Pero todas las personas tenemos un “formato” preestablecido que lleva a creer en la seguridad de la correlación Enfermedad > Hospital, no se piensa en la idea de prevenir para no tener que curar. En vez de correr detrás de la enfermedad, evitar que nos toque.
¿Cómo cambiar una actitud, si es muy difícil modificar una idea preconcebida?, es el leitmotiv que se repite en nuestro trabajo en la comunicación social.
Seguramente hay otras profesiones que tropiezan con la misma piedra cada día, puedo imaginar algunas. Que cada una se exprese, quizás en forma conjunta podríamos ayudar a hacer del espíritu crítico una actitud cotidiana.
A veces cosas tan simples como la importancia del agua en nuestra dieta, no toma el lugar de relevancia hasta que aparece una nota como la de Edna Amador, que se puede leer aquí. Nos lleva desde la necesidad y cómo darse cuenta, hasta las recomendaciones para no caer en la deshidratación. Muy a tono con los días de calor que nos restan vivir.
La buena noticia de la ampliación en el rango de edad para recibir la vacuna de protección contra el Covid-19 nos ha llegado junto con el cercano comienzo del ciclo escolar. Además de las compras, que ya se publicitan, hay que encontrar el momento para llevar a las personas pequeñas a recibir su dosis de prevención. Esto necesita de un instante de reflexión. Sandra Farias nos lo presenta de una manera fácil y agradable para leer en una nota que está aquí. Hace falta que le anticipe que, si usted tiene algún desafío pendiente con vacunas y pinchazos, leer esta nota le ayudará en el momento de acompañar a quienes pasan por primera vez por esa experiencia.
Otro de los elementos que leí durante el feriado tiene que ver con lo que pensábamos en la década de los ochenta respecto del ejercicio periodístico. En mi país salíamos de la noche oscura de la dictadura militar y empezábamos a discutir el derecho a la información, más que la libertad de prensa, que ya sabemos es una libertad atada a la billetera, que permite comprar papel y tinta para imprimir –sólo para poner un ejemplo de un medio informativo-.
Un aspecto tenía que ver con el acceso a la información, necesitamos saber qué están haciendo las personas responsables de la administración circunstancial de la cosa pública. De ello depende la calidad de los servicios básicos tales como la salud, la educación, la seguridad. Pero también implica el pleno ejercicio de los derechos y libertades, inherentes a cada ser humano.
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones y opiniones de toda índole, sin consideración de fronteras ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. (1)
Allí se nos coló el uso de internet, que nos parecía en principio una buena oportunidad. Veinte años después, ya empezábamos a ver algunas limitantes, pero han pasado cuarenta años y ahora vemos claramente la amenaza que se cierne sobre las personas usuarias de las redes sociales y su impacto en la toda comunidad: la desinformación y la manipulación de los hechos que se repiten a mansalva en dispositivos portátiles es, cuanto menos, preocupante.
En ese sentido, la nota que nos presenta Alberto Juan Barrientos, que se puede leer aquí, nos ayuda a entender lo que sucede hoy en Ucrania, al ponerlo en perspectiva temporal, mostrando hacia atrás y proyectando hacia el futuro, si es que es posible pensar en futuro cuando hay “unos locos con carné” al mando, como diría Joan Manuel Serrat en su canción A quien corresponda que invito a que la escuche en este enlace: https://youtu.be/iNbxK1ijS6g
Mientras escribía esta nota y como no pude escuchar la radio ondasfm.ca el martes a las 8 am que es cuando se emite, busqué el podcast Línea Uno que prepara cada semana Sandra Farias, aquí se puede escuchar completo, una costumbre que me ha ayudado a tener información veraz y ajustada a lo necesario para tomar decisiones con fundamento. Además, siempre tiene una entrevista. Esta semana nos presenta a Francisco Vidal, un destacado trabajador comunitario, quién nos informa de los servicios de un banco de comida que ha ido más allá de cubrir esta necesidad, ofreciendo una atención integral para personas inmigrantes, como la casi totalidad de quienes hablan español en Canadá.
Seguramente que volveré a caer en la tentación de usar mi tiempo libre para trabajar. La impronta de la curiosidad me ha puesto en el camino de la búsqueda de los porqués de las cosas. Esto se cruza en mi camino a cada paso.
Columnista invitado
Rodrigo Briones
Nació en Córdoba, Argentina en 1955 y empezó a rondar el periodismo a los quince años. Estudió Psicopedagogía y Psicología Social en los ’80. Hace 35 años dejó esa carrera para dedicarse de lleno a la producción de radio. Como locutor, productor y guionista recorrió diversas radios de la Argentina y Canadá. Sus producciones ganaron docenas de premios nacionales. Fue panelista en congresos y simposios de radio. A mediados de los ’90 realizó un postgrado de la Radio y Televisión de España. Ya en el 2000 enseñó radio y producción en escuelas de periodismo de América Central. Se radicó en Canadá hace veinte años. Allí fue uno de los fundadores de CHHA 1610 AM Radio Voces Latinas en el 2003, siendo su director por más de seis años. Desde hace diez años trabaja acompañando a las personas mayores a mejorar su calidad de vida. Como facilitador de talleres, locutor y animador sociocultural desarrolló un programa comunitario junto a Family Service de Toronto, para proteger del abuso y el aislamiento a personas mayores de diferentes comunidades culturales y lingüísticas. En la actualidad y en su escaso tiempo libre se dedica a escribir, oficio por el cual ha sido reconocido con la publicación de varios cuentos y decenas de columnas. Es padre de dos hijos, tiene ya varios nietos y vive con su pareja por los últimos 28 años, en compañía de tres gatos hermanos.
Fuentes:


