No hay dos proyectos de país, lo que siempre hubo, desde nuestros intentos iniciales, fueron un proyecto de país y uno de colonia; posiblemente la exposición más grotesca de esta constante haya acontecido durante la primera invasión inglesa en 1806. En ese período de 46 días en los que los ingleses ocuparon Buenos Aires y William Carr Beresford se instaló en el fuerte, lo que hoy es Casa Rosada, como gobernante, un grupo de veinte familias patricias se apersonaron ante él para jurarle fidelidad al rey de Inglaterra. Esa entrevista fue premiada con la designación de uno de los más representativos del grupo de “vecinos” deseosos de ser parte del imperio británico, como jefe de la aduana de Buenos Aires. El vecino premiado se llamaba José Martínez de Hoz, ancestro del cerebro económico del golpe cívico, militar y eclesiástico de 1976; en realidad no el cerebro sino el delegado civil de otro imperio. Así como su ancestro se apasionaba por servir a los británicos, el chozno se desesperaba por servir a sus herederos anglosajones, el imperialismo norteamericano.
Mientras el abuelo Martínez de Hoz doblaba la rodilla y besaba la mano de su nuevo amo, otros habitantes del Virreinato del Río de la Plata preparaban lo que fue una exitosa resistencia contra el invasor inglés que terminó en un triunfo militar que logró su expulsión casi total. Digo casi total porque hubo algunos de ellos que se quedaron a vivir en la gran aldea integrándose a los vecinos. En aquellas épocas la literatura no hablaba de células dormidas, pero es posible que ya existieran.
Esta resistencia fue dirigida por las élites económicas de Buenos Aires cuyo mayor problema no era depender económicamente de Inglaterra mientras tuvieran independencia para comerciar, pero no toleraban mantener el status de colonia por la limitación económica que representaba.
Indudablemente fue clave la participación de la población integrada en milicias populares para que surgiera otro posible proyecto; la posibilidad de ser país independiente. Convivieron así dos proyectos dentro de la resistencia, uno de ser país independiente y otro de semicolonia, ser colonia pero con gobierno “propio”.
El proyecto de país independiente siguió creciendo cuando al año siguiente la segunda invasión en 1807 fue repelida de inmediato con absoluta participación popular. Tras 5 días de combates en las calles, los ingleses no lograron ocupar Buenos Aires. La desgracia personal de Whitelock, líder de esta invasión, por su fracaso, sirvió para demostrar que había en la subjetividad popular un sentimiento de pertenencia que permitiría aspirar a un proyecto independiente, por lo menos así lo consideró un núcleo revolucionario formado por Belgrano, Moreno, Castelli, Vieytes, French, Berutti y muchos otros.
La ocupación de España por parte de Napoleón encontró convergencia entre los dos proyectos que protagonizarían juntos el 25 de mayo. A partir de entonces los proyectos comenzaron lentamente a diverger; un proyecto de país independiente versus un proyecto de país administrado por la élite económica referenciada y al servicio de una metrópoli imperial.
Para mediados del siglo XIX las cosas estaban más claras; ya Carlos María de Alvear había ofrecido las Provincias Unidas como protectorado a los ingleses, ya Rivadavia había inventado la oligarquía terrateniente con la ley de enfiteusis en su breve presidencia y tomado el empréstito con la Baring brothers. Empréstito tomado para un puerto de aguas profundas que nunca se construyó y del millón de libras teóricas solo llegó la mitad en papeles negociables y no en metálico. No olvidemos que Rivadavia se reconocía discípulo de Jeremy Bentham y uno de los libros más importantes de Bentham se llama ¨En defensa de la usura¨. Ya García, ministro de Rivadavia había entregado la Banda Oriental a los intereses ingleses para hacer un país independiente después de la guerra con el Brasil, guerra ganada con las armas y perdida en la ¨diplomacia¨. El propósito y la consecuencia eran quitar la soberanía de la Argentina sobre el Río de la Plata para lograr el objetivo inglés de la “libre navegación de los ríos interiores”.
Y también ya en 1845 había acontencido la batalla de la “Vuelta de Obligado” en la que las fuerzas conjuntas de Inglaterra y Francia pretendían forzar la libre navegación de los ríos interiores y fueron dura y heroicamente resistidas por el gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas.
Posteriormente el “Ejército grande” liderado por Urquiza, gobernador de Entre Ríos, que incluía tropas brasileñas, casualmente la influencia británica era importante en el imperio del Brasil; tropas de Uruguay, casualmente también los británicos pesaban en Uruguay y tropas de Santa Fe; más los unitarios exiliados en Montevideo; derrotó a las tropas de Rosas en la batalla de Caseros.
Después de Caseros se produjo una notable apropiación territorial de comerciantes del puerto de Buenos Aires generando más latifundismo. La tercera ola de latifundismo vendría hacia el fin del siglo con la “Campaña al desierto de Roca”, financiada por la sociedad rural cuyo presidente, casualmente otro José Martínez de Hoz, recibió como premio por su gestión aproximadamente dos millones de hectáreas del desierto que no era desierto sino pampa húmeda. Había también hacia la mitad del siglo XIX un país de la región que osaba progresar económicamente de una manera independiente sin el auxilio de Inglaterra. Tenía ferrocarril, altos hornos de fundición y luz a gas en las calles de su capital, Asunción. Se llamaba Paraguay.
Se generó entonces un conflicto diplomático entre dos jóvenes países que no tenían frontera en común, Uruguay y Paraguay. Surgió entonces una alianza, que se llamó la Triple Alianza, para algunos la “Triple infamia” entre Uruguay, Brasil y Argentina para destruir al país que había osado crecer con una economía independiente. Se llegó al punto de salar sus campos como hicieron los romanos con Cartago 2000 años atrás. ¿Si esto no es primarización de la economía…?
De paso, la guerra se llevó las vidas de muchos pobres que fueron tropa, entre ellos, la de los afrodescendientes que virtualmente desaparecieron desde el punto de vista poblacional.
Mientras tanto los pobres del campo de las provincias argentinas, mestizos de españoles y originarios, se desplazaban hacia los arrabales de Buenos Aires buscando sobrevivir y sufrían el doble desprecio de la élite porteña, el esperable odio de clase, y también de muchos trabajadores inmigrantes europeos que tenían oficios que les permitían insertarse laboralmente en una ciudad creciente y pujante; pero que dejaba poco espacio para quienes no solo eran analfabetos, sino que solo conocían el manejo del lazo y del cuchillo, sus herramientas de trabajo en el campo.
A su vez, la frontera económica avanzaba hacia el sur, conforme al desplazamiento de los pueblos originarios, ocupando la Patagonia con estancias de ganadería lanar, que casualmente estaban frecuentemente en manos de ingleses como propietarios, pero con mano de obra criolla, y cuya lana alimentaría los telares industriales británicos.
La sangre de los 1500 fusilados en la Patagonia entre 1920 y 1922 no fue de ingleses, fue de criollos.
En el diseño de un país productor de materias primas con una economía altamente concentrada en pocas manos, Bartolomé Mitre, gran responsable de la triple infamia, mal militar pero buen escritor y notable perverso, dotó a su élite de un relato histórico mentiroso que prolijamente quitó de los personajes que forjaron nuestra historia, su carne y sus huesos para reemplazarlos por mármol y bronce ocultando de manera sistemática las complicidades coloniales y los heroísmos solidarios.
Para el golpe militar del ’30 del siglo pasado entre los que lo encabezaban se destacaban el general llamado von Pepe, José Uriburu, germanófilo y Agustín P. Justo, anglófilo, que lo desbancó en breve a von Pepe. Tenían en común su amor a la dependencia de potencias extranjeras. Posteriormente Justo, representante cabal de la oligarquía proinglesa, estableció una alianza entre los conservadores y un sector del radicalismo que se dio en llamar concordato y a través del “fraude patriótico” manejaron un país que tuvo un desarrollo industrial no planificado como consecuencia de la necesaria sustitución de importaciones debida a la segunda guerra mundial.
La dinamización de la economía trajo conflictos entre el trabajo y el capital, crisis que no se resolvía, con aumento de la actividad sindical y un continuo éxodo de los pobres del campo a la ciudad. La debilidad de las metrópolis ocupadas en la guerra permitió un nuevo golpe de Estado. De ese golpe emergió la figura de Juan Domingo Perón que mostró como novedad un proyecto de país independiente que resumió en sus banderas de justicia social, libertad económica y soberanía política.
Propició el desarrollo industrial, teniendo claro que es la industria la que genera trabajo y el valor agregado de la producción industrial el que genera riqueza, sin desconocer la importancia de las materias primas pero insistiendo en la propia capacidad de transformarlas; también que una comunidad no puede desarrollarse sin justicia social y debe buscar el desarrollo de una economía inclusiva. Pagó la deuda externa con la Baring brothers que se arrastraba desde Rivadavia y se negó a ingresar al FMI, teniendo en claro que las deudas son utilizadas por los imperios para poner de rodillas a los países.
La opción en la primera elección en la que se consagró presidente democráticamente, fue popularmente definida como BRADEN o PERON. Detrás de las propuestas de Spruille Braden, embajador de EE. UU., se encolumnaron la derecha conservadora y el grueso del radicalismo, también sectores de la izquierda que identificaban a Perón con el fascismo.
En 1955, el 16 de junio se vivió el Guernica argentino, cuando aviones de la armada bombardearon en la Plaza de Mayo a población civil con un saldo de 300 muertos y mas de mil heridos, un crimen de lesa humanidad todavía impune, sus autores fueron los mismos que se referenciaban en Braden en 1946. Finalmente lograron un golpe de Estado triunfante en septiembre de 1955.
Además de la represión y el intento de borrar todo lo popular que había hecho el peronismo, rápidamente ingresaron el país al Fondo Monetario Internacional y pasamos de tener deuda cero a ser deudores. A la vez los sectores populares comenzaron a organizarse en resistencia, en principio desde lo sindical pero también a través de acciones violentas y de puebladas en protesta contra los poderosos y reclamando elecciones democráticas y sin proscripciones, que los poderosos y sus mercenarios a sueldo fijo, los militares, negaban. Sabían que de haberlas, ganarían los representantes de los sectores populares.
El poder demostró ser creativo y logró dividir al campo popular logrando una división importante entre derecha e izquierda del peronismo al punto de que la derecha se hizo cómplice de los militares que dieron el golpe del ’76 y generaron 30.000 desaparecidos. El golpe tuvo como motivo principal primarizar la economía y retroceder en la proporción de la distribución de la renta que había logrado el peronismo, en realidad esto último fue el pago del imperio a sus administradores locales por los servicios prestados.
Y después vino Menem, quien mintiendo peronismo ejecutó neoliberalismo, el plan del imperio a rajatabla, con un condicionamiento económico tan importante que fue imposible salir de él, todo fue progresivamente, hundirse más y más.
Posiblemente el debilitamiento de las estructuras mercenarias habituales, las fuerzas armadas, y la profundidad de una crisis de la que parecía no ser posible salir, permitió que con mucha audacia y pocos votos, Néstor Kirchner, aprovechara las pequeñas porciones de poder que se pueden conseguir en estas democracias tuteladas de latinoamérica y nos mostrara el mejor peronismo, con crecimiento económico y justicia social, ejerciendo soberanía política y reduciendo la deuda externa argentina a valores ínfimos. Su trabajo fue continuado por su esposa, Cristina, a lo largo de dos periodos presidenciales, pero el trabajo intenso de penetración en la subjetividad de la población a través de la prensa hegemónica, al margen de los errores propios que siempre se cometen, logró que el discurso de la derecha que siempre promete un mundo de ilusoria felicidad prevaleciera sobre la sinceridad de la necesidad del esfuerzo.
Siempre la derecha y los imperios coloniales acusaron a los independentistas de corrupción, lo hicieron con Belgrano, lo hicieron con San Martín, lo hicieron con Yrigoyen, por qué no lo harían con un gobierno nacional y popular.
La oligarquía subsidiada, enriquecida por la estafa y las prebendas del Estado se escandaliza y estupidiza a las clases medias hablándoles de la dilapidación de las arcas del Estado en el gasto social, en abierta exhibición de su odio de clase.
Protagonizaron con Macri el gobierno más corrupto de la historia, en la primera semana de gobierno le condonó a empresas de energías privatizadas por Menen 19 mil millones de pesos en 2015, que debían pagar en multas por incumplimientos de contrato, pretendió perdonarse una deuda de 70.000 millones de pesos contraída por su familia por la administración fraudulenta del correo. Pretendió ingresar por decreto a dos jueces en la Corte Suprema, uno de ellos abogado de Clarín, uno de los diarios cómplices de la dictadura, luego, lamentablemente, lo logró con los incomprensibles votos de muchos que debían rechazarlo. Un delincuente llamado González Fraga le dio a una empresa mafiosa dedicada al contrabando más que a la exportación, un préstamo del Banco Nación por 18.000 millones de pesos en 2019,
sabiendo que estaba quebrada y presentaría quiebra una semana después de recibir el préstamo. Esta es la gente que pretende cuestionar a Cristina, sin pruebas y pretendiendo que un gobierno democráticamente elegido sea considerado una asociación ilícita en abierta violación de todas las leyes, desde la Constitución en adelante.
Los periodistas mercenarios más moderados se atreven a decir que hay dos proyectos de país. Mentira, hay un solo proyecto de país que no pretende ser propiedad exclusiva del peronismo, el proyecto de lo nacional y popular con todos los matices y militantes que estén dentro del campo popular, el otro es el proyecto colonial de los agentes del imperio.
Columnista invitado
Daniel Pina
Militante. Ex-preso político. Médico especialista en Terapia Intensiva. Jefe de Terapia Intensiva del Hospital Milstein. Psicoterapeuta dedicado al tratamiento de Trastornos post- traumáticos.