Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. PASO si, PASO no. Está abierta ya la discusión sobre las P.A.S.O, es decir el proceso electoral del año próximo. Gobernadores del FdT sugieren que las primarias no deberían realizarse argumentando su costo. En JxC la posición es contraria a ello, en tanto, el Ejecutivo manifiesta que si no hay modificaciones en el Congreso se cumplirá con la ley vigente (Ley 26571). Más allá de los argumentos que se esgrimen, el si o el no está claramente relacionado con las necesidades de la arquitectura electoral que cada fuerza política, en cada distrito, está pergeñando en función de sus complejidades internas.
En el juego de la política en el sistema sociedad-mundo, Argentina no es la excepción, todos los días se presentan discusiones nuevas o viejas en formato “remake”.
Volvemos, hoy, a la discusión de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias PASO si, PASO no.
Una, también, vieja discusión en la ciencias sociales discurre acerca de si son las estructuras -las instituciones, normas, reglas, costumbres, tradiciones, etc.- las que definen y determinan las funciones sociales necesarias para la constitución de un orden social determinado o si, por el contrario, estas funciones necesarias luego logran la estructuración que las estabilicen en el tiempo.
En cualquier caso, sea la estructura o la función, si el rendimiento social de cualquiera de ellas no ha servido para estabilizarlas temporalmente, comienzan a generar disconformidad o lisa y llanamente la sociedad las ignora. Para nuestro tema anotar el nivel de ausentismo en las últimas PASO.
Con la sanción de la Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia, y la Equidad Electoral (Ley. 26.571/2009) se pretendía reordenar el sistema partidario después de la implosión de la matriz de los partidos políticos con la crisis del 2001 – 2002 que había terminado en el “que se vayan todos”.
Néstor Kirchner sostenía en ese momento que con los partidos políticos como estaban no se podía llegar a ningún lado. Esa ley debía modificar esta situación, entre otras cosas democratizando -se dijo- el funcionamiento interno de esas organizaciones y disminuyendo su número. Pasado el tiempo, el mismo Kirchner postuló “que florezcan mil flores” a contrario sensu de la ley.
Conclusión: el problema de fondo no pudo ser resuelto con esa norma positiva. Hoy -a casi 13 años de la aprobación de la ley- estamos discutiendo nuevamente el tema.
Esta discusión se da ahora en el marco del atentado contra Cristina Fernández de Kirchner que significamos como un ataque a la democracia y puesto que entendemos a ésta como el mecanismo por el cual el pueblo interviene en la elección de sus representantes, también a toda la estructura partidaria.
El Liberalismo por su lado y el Marxismo por el suyo construyeron un imaginario sobre las posibilidades del partido político como herramienta de elaboración y conducción de los programas de gobierno para someter al juicio de la voluntad popular, lo que para mí no es otra cosa que solamente una expresión de deseos. Esta opinión no pretende ir en desmedro de esa organización pero si pone el acento en sus límites. Estos límites obligan a decidir cuál es el espacio de representación en el que buscan su legitimidad a fin de encontrar su diferenciación, su identidad. Cuestión que al ignorarla las llevó a la crisis del 2001/2002.
La mencionada ley de las PASO pudo responder a lo que expresaban las argumentaciones que la promovieron o a la arquitectura electoral que pensaba Néstor Kirchner en un ejercicio matemático. Las dos cosas son válidas, la primera la podemos leer y analizar, la otra la suponemos. Merituamos en su momento que la decisión política fue acertada, no por el texto o la estructura que instituyó sino por los resultados que se obtuvieron en función de ordenar el caos social y mejorar las condiciones de posibilidad de un buen vivir.
Pero, esos resultados positivos no respondieron causalmente a la norma sino que fueron fruto de las políticas que el orden electoral ayudó a estabilizar.
La conclusión es por demás ambigua -me hago cargo de ello- dependiendo de los distritos, de las calidades partidarias, de las ambiciones de los actores, de lo que se arriesga y, varios etc. más, algunos la vemos como herramienta útil y otros la ven como un gasto económico
innecesario. No se discute el resultado que se pretende alcanzar, con lo cual cambiamos causas por efectos, inversión del razonamiento a gusto del consumidor.
Dando por sentado que el liderazgo político como método de construcción, en nuestro país, está lejos de ser discutido y de facto depositado en Cristina Fernández de Kirchner para un sector importante de la sociedad, lo que queda es un problema de algoritmos matemáticos. Por debajo, pero que ya no depende de voluntades personales, nuestra sociedad debería construir un sentido social, una lógica distinta de lo que significa la función política como servicio público.
En términos exclusivamente operativos electorales el partido político es una cuestión administrativa y matemática; se necesitan avales sólo del 4 por mil del padrón de electores del distrito. En términos de representatividad la cuestión tiene otro matiz. Unidad Ciudadana que armó CFK para las elecciones legislativas por las que entró en el Senado es el mejor ejemplo.
Sin esa representación social -que deviene del aserto en los planteos políticos que esa sociedad reclama- las PASO o cualquier otro mecanismo legal, se convierte en un esfuerzo vano.
En fin, en estos términos la ley 26.571, más allá de las declamaciones democráticas es una de esas normas cuyo uso responde a las condiciones sociales particulares en cada geografía y a la coyuntura política que en ella se atraviesa.
Las organizaciones, cualesquiera que sean, se reproducen internamente. Es imposible cambiarlas desde afuera y es muy improbable -aunque no imposible- cambiarlas desde adentro y cualquier modificación debería tener que ver con la decisión de sus afiliados según lo determina su carta orgánica.
Ergo, es una discusión lúdica, que se resolverá según el ballet en el que danza el sistema político. En una situación del país al borde del abismo, es de desear que las decisiones al respecto no agraven este escenario.
Columnista invitado
Norberto Rossell
Para muchos de los ’70 la política -y el amor- nos insumió más tiempo que el estudio sistemático: dos años de Agronomía, un año de Economía, un año de Sociología. Desde hace años abocado -por mi cuenta- al estudio de la Teoría de Sistemas Sociales de Niklas Luhmann. Empleado Público, colectivero, maestro rural, dirigente sindical, gerente en el área comercial en una multinacional, capacitador laboral en organización y ventas. A la fecha dirigente Cooperativo y Mutual. Desde siempre militante político del Movimiento Nacional y Popular.