Una de las poquitas políticas positivas que podríamos destacar de la “Revolución Libertadora” -rebautizada como La Fusiladora-, que fue como denominaron al golpe de Estado a través del cual derrocaron al ex Presidente Juan Domingo Perón en 1955, fue la creación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Esta herramienta estadual siempre estuvo a tiro del campesinado, ya fuera éste el concentrado y rapaz de la riquísma pampa húmeda, como del del resto del país.
No sé qué capítulo me perdí o por qué recodo del camino llegamos hasta aquí. La cuestión es que este organismo de investigación, estatal, descentralizado y con autarquía financiera y operativa, dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, terminó validando una de las formas más brutales del extractivismo del modo que podrás ver en esta nota. Avalar el uso de agroquímicos es aceptar que el maletín del vendedor de Monsanto es más grande y caro
Las corporaciones trasnacionales con sede en el “primer mundo” vienen a los mal llamados países periféricos a hacer todo el daño posible. Para ello nos obligan a comprarles sus productos, a pesar que bien sabemos fuerzan a la tierra en su proceso natural. También contaminan el agua y hasta a las personas que consumen el producido para el que se disponen. He aquí otra de las inconmensurables tareas por desarrollar desde los más altos niveles de gobierno.
“Campo
“El INTA justificó el uso de agroquímicos como una herramienta para aumentar la productividad del campo
“Para el organismo especializado en tecnología rural, la agricultura argentina “no puede prescindir completamente de los productos fitosanitarios sin poner en riesgo el volumen y la calidad de la producción”
“Más allá de cualquier cuestión que plantea actualmente la economía o el clima, especialistas abren el debate sobre la oportunidad que plantea actualmente el empleo de productos agroquímicos para facilitar un aumento de la productividad agrícola, y de los niveles de rentabilidad del sector agropecuario. Al respecto, investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) analizaron el escenario global, y justificaron el rol que tienen sobre la producción el empleo de insumos químicos como manejo de plantas, tener en cuenta la rotación de cultivos y el mejoramiento genético.
“En los informes técnicos de la entidad, se señaló que 2022 cerrará con una población mundial en torno a los 8.000 millones de personas, tal como lo estimó la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Un hecho que plantea la necesidad de anticiparse a la necesidad mundial de aumentar la producción de alimentos y evitar el desperdicio. A todo esto, la FAO recordó que anualmente se desechan unos 1.300 millones de toneladas anuales, casi un tercio de la producción mundial.
“Es por eso que desde el INTA remarcaron la necesidad de definir el rol que tienen los productos agroquímicos que se emplean en la producción agropecuaria, que permiten “incrementar la productividad y rentabilidad con un menor impacto ambiental de la mano de una reducción gradual de insumos externos”. Al respecto, el instituto expresó que “la agricultura argentina no puede prescindir completamente de los productos fitosanitarios sin poner en riesgo el volumen y la calidad de la producción”.
“En este sentido, Jorgelina Montoya, coordinadora del proyecto estructural de gestión sostenible de fitosanitarios y especialista del INTA Anguil de La Pampa, planteó cuestiones vinculadas al rol de los insumos de síntesis química para garantizar los rendimientos de los cultivos, con el fin de poder alimentar a un mundo cada vez más habitado. “Son vastos los antecedentes que demuestran que sin el uso de fitosanitarios las pérdidas en manos de las plagas serían significativas. Sin embargo, es clave apuntar a una optimización en el uso de fitosanitarios, conocer los procesos que definen su comportamiento ambiental, como así también los factores y tecnologías de manejo de los cultivos y de las plagas, y, por ende, en el manejo de los fitosanitarios”, explicó.
“Más opiniones
“Luis Carrancio, Director del INTA Oliveros, en Santa Fe, consignó que “los agroquímicos son una herramienta necesaria, pero riesgosa” y puso especial atención en “la necesidad de manejarlos correctamente”. Otra especialista del INTA Paraná de Entre Ríos, Carolina Nasal, coincidió con Carrancio y subrayó que “los fitosanitarios son una herramienta, pero no la única” y, en esta línea, destacó la importancia de “considerar otras estrategias de manejo que son alternativas y complementarias como el uso de bioinsumos, rotaciones, controles mecánicos y manejo de fechas de siembra que permiten un menor uso de insumos químicos”.
“Carrancio profundizó este concepto y reconoció que “el uso de insumos químicos es una práctica muy arraigada en los actuales sistemas productivos que resulta difícil cambiar, a pesar de que existen alternativas, como la agroecología”. De todos modos, reconoció que, “si bien es una opción viable, su alcance es limitado”.
““Prescindir o no de los fitosanitarios dependerá del encuadre de cada productor” (Trumper)
“A su vez, Eduardo Trumper, coordinador del programa de protección vegetal y especialista INTA Manfredi, en Córdoba, aportó una mirada más amplia: “Prescindir o no de los fitosanitarios dependerá del encuadre de cada productor, dado que hay situaciones muy heterogéneas y concepciones diversas de la agricultura, todas válidas según lo que se priorice”, señaló. Además, aseguró que “hay diversas estrategias productivas disponibles que deben ser consideradas antes de la siembra y permiten reducir el uso de insumos, tales como el uso de variedades resistentes a plagas. Por otro lado, es necesario fortalecer el monitoreo, el uso de criterios sólidos para la toma de decisiones y, cuando se justifica, aplicaciones eficientes y precisas”.
“Con respecto a este último aspecto, el informe subrayó la “necesidad de poner el foco en el uso eficiente y responsable de los fitosanitarios a fin de evitar las fugas del agroecosistema, entendidas como Buenas Prácticas Agropecuarias (BPAs)”. Es que, según se detalla, las malas prácticas generan “un impacto en el ambiente y en la salud, vinculadas con el aporte difuso de plaguicidas por deriva directa o indirecta, escurrimiento o erosión, o bien el lavado de equipos aplicadores sobre cursos de agua o la disposición final de los envases vacíos”.
“Infobae.com
“27 de octubre de 2022”.
De las redes sociales
“No es acné juvenil ictícola. Es glifosato. Según el CONICET, hay más glifosato en el lecho del paraná que en los cultivos de sojas, maís y otros”.