El 30 de octubre de 1950 en San Rafael murió el poeta Alfredo Bufano. Había nacido en 1895 en Italia y meses después sus padres viajaron a la Argentina para instalarse en Guaymallén, Mendoza. En 1915 empezó a publicar sus poemas en revistas y en 1923 se trasladó a vivir en San Rafael donde en 1926 le asignan una cátedra en la Escuela Normal. El poeta Luis Ricardo Casnati fue su alumno y lo recordaba así: “con él aprendimos a mirar, a oler, a llorar, a cantar y a callar. A sentirnos heridos y agradecidos de belleza, a escuchar en la mitad del aire el mensaje milenario de la gleba, a sorprendernos de pronto una paloma en el sitio del corazón”. En cuanto a su obra, lo más conocido es la segunda etapa, lo que la crítica en un momento llamó libros de tema cuyano, desde Poemas de Cuyo (1925) hasta Charango publicado en 1946. Como un efecto no deseado, Bufano y su obra quedaron atrapados en clasificaciones estrechas, reducidas a lo regional. Es verdad que Bufano toma el paisaje y lo convierte en tema para su obra, lo mismo que hicieron románticos ingleses con su campiña, por ejemplo. Pero es injusto reducirlo a lo paisajístico, regional, como si su poesía no tuviera otros relieves, otra densidad. Ahora es posible hacer lecturas que pongan el enfoque en la unidad de la voz lírica con la naturaleza, el silencio, la soledad del paisaje, el misterio que eso encierra y que flota en los versos como una invocación venida desde el fondo del tiempo. En un momento histórico en el cual, producto del saqueo capitalista, la pérdida de la armonía del hombre con la naturaleza es más fuerte que nunca, el culto casi místico que el poeta profesa por ella nos parece una actitud poética que necesita ser recuperada.
Luis Ricardo Casnati
Ángelus
Se azulan como el alma las montañas
en esta hora en que la tarde limpia
se esconde tras las cumbres y se ahonda
en las aguas del río. Un son de esquila
trae el viento del valle. Los rebaños
se desdibujan en la niebla fina
del tardo y grave atardecer eglógico.
Y cortando la calma campesina,
baja por el camino de la sierra
un burrito cargado de jarillas.
En: Poemas de Cuyo (1925)
Animula, vagula, blandura
Paisaje de Rusia
o de Escandinavia
es este paisaje que miro
desde mi ventana.
Nieve en las moreras,
nieve en las acacias;
junquillos en todas las hierbas
y enormes orugas inmóviles, blancas
sobre el recio tronco
de las viejas parras.
La pradera es una
hostia inmaculada,
y
mi alma,
por los blancos caminos se aleja,
tímida,
trémula,
diáfana.
En: Poemas de la nieve (1928)
Columnista invitado
Sergio Morán
Nació en 1979 en el este de Mendoza, Argentina. Desde 2010 reside en la Capital de esa provincia donde ejerce la docencia en escuelas secundarias. Integró el Taller Más allá de las palabras que coordina Diana Starkman. En 2018 publicó su libro de poemas Calle desconocida (Peces de ciudad). Textos suyos han aparecido en diarios, revistas y antologías, entre ellas Poemas por el agua (Payana Ediciones), producto de la lucha en defensa de la Ley 7722. Desde 2020 dirige la revista digital Futuros eran los de antes, especialmente dedicada a la poesía. Participó de los talleres de historia de la poesía que coordinó Javier Galarza. En 2021 Ediciones en Danza publicó su segundo libro, Ya no acampan gitanos en los baldíos. Su último libro, El amor es un exceso de lenguaje, fue publicado por Peras del Olmo en 2022. Es parte de la Asamblea de Trabajadorxs de la Literatura de Mendoza que lucha por impulsar políticas culturales para les escritores de la provincia.