¿Sancionar y publicar una ley, para no cumplirla nunca? La pérdida de derechos y de poder adquisitivo, sufrida en los siete últimos años es un avasallamiento al sector más desquiciado, por el descomunal destrato de un Estado ausente.
Muy pomposamente se anuncia la publicación de la ley 27.700, otorgando “constitucional jerarquía” a la Convención Interamericana Sobre Protección de los Derechos Humanos (DD. HH.) de los adultos mayores (AA. MM.).
Ya son 15 los instrumentos internacionales con la jerarquía prevista en el Artículo 75, inciso 2, de la Constitución Nacional, reza el anuncio. La Convención, que nos llevó 20 años de ingentes tareas (especialmente al sector civil, dado que el funcionariado internacional está para vivir de -y a- los viejos).
Finalmente y luego de idas y vueltas, enfrentamos la negativa sistemática de EE. UU. y Canadá -además de Europa-, logramos que la región -solo en parte-, la suscribiera, luego de varios actos fallidos. Nuestro parlamento la aprobó. No obstante, pese a la acumulación de leyes, algunas de “jerarquía constitucional” y del histórico 14 bis (ante la imposibilidad de volver a la Constitución del ’49, que debe ser la meta de hoy; una nueva y moderna, en base a ella), los jubilados y pensionados, son ignorados olímpicamente.
Es mas, quienes ostentan el poder (primero, dictadura y mas tarde, estado de excepción, con presos políticos, en una y otra; porque, sin hechos, las palabras huelgan), tienen en su mente, girando, el cómo terminar con el Sistema Jubilatorio Argentino; con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (que continúa muy manoseado -inversiones/saqueos- y con el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI) el cual vive intervenido; se lo quiere privatizar y es privado (aparte de saqueadores, son ignorantes; pero todo puede suceder, en la dimensión desconocida).
Todo es posible, en una nación donde la Constitución, las leyes y el Derecho, son solo figurativos (pour la galerie). Son los figurantes de un drama sin final. Qué se puede esperar de un ex presidente que dijo: el que se tenga que morir, que se muera; en tanto, el actual, asevera que el envejecimiento es un gravísimo problema, para la economía. Ningún país, así, puede supervivir.
Para todos los cipayos, de alma, la soberanía y la independencia deben perecer (“porque el señor lo ordenó”); también los viejos. Por eso, para un plan de extinción (solución final), lo mas indicado es quitarles la vida, por hambre, decepción, depresión, indignidad. La primera herramienta es quitarles, abruptamente, el poder adquisitivo de sus remuneraciones. Hace siete años, que lo hacen y van logrando su objetivo.
Muchos son los grandes que mueren, a diario, por desnutrición, por inanición. No debemos dejar de lado, asimismo, lo que ocurre, con tanto niño carente de nutrientes -que lo debilita, mentalmente-, que muere -aunque continúe estando-, cotidianamente y en silencio, ya que los medios mafiosos están para “otra cosa”. Y los no mafiosos, también.
Encubren que el mayor delincuente de la historia -y su séquito-, hace gala de su impunidad, pese a que tiene mil delitos graves y muertes varias. El problema es un pibe de 15 años, que mata y muere, por vivir en una sociedad sin principios, ni escrúpulos; donde se premia y protege al delincuente de guante blanco y alta gama.
Ellos dicen, socarronamente, que la Argentina es un país de mierda y que el pueblo, también. Se están mirando a un espejo imaginario, ya que ellos son lo que dicen de los demás. Para robar, por ejemplo, comienzan por decir que el ladrón es otro. Y cuando matan personas e incendian conventillos y talleres clandestinos, con niños dentro -brutal y canallescamente-, o Iron Mountain, con héroes y heroínas muert@s, todos callan; la justicia mira para otro lado; los medios encubren y el pueblo tiene poca memoria, presa de sus necesidades y de la crisis permanente, que ellos alimentan.
Si alguien cree que, con promesas, discursos, o apariencias de derechos humanos (de los que carecemos), se resuelven los problemas, a mal puerto va por leña. Vamos de mal en peor y si el pueblo no termina, con tanta injusticia, hambre y persecución, tarde o temprano será víctima de los victimarios de siempre. Todos tenemos derecho a la vida, niños AA. MM. -todos. Ellos, que quieren nuestra muerte, no tienen derecho a vivir. Pero los sicarios también les pertenecen.
PD: parte de la mafia recordó, violando todas las reglas, su calidad de manejadora de barras bravas y proveedora de estupefacientes. Lo hizo transformando Diputados, bochornosamente, en un ámbito de violencia, que mostró la condición de reprimidos, capaces de atacar a una mujer (que es atacar a todas), más allá que hubo mujeres que participaron de la infame demostración de ineptitud (tal vez el más violento supo ser el marido de un ministro del interior; titular de la SIDE -hoy, AFI- y diputado nacional). Qué desgracia para muchos tener memoria. La digresión vale.
1 de diciembre de 2022
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.