Habida cuenta de la sentencia recaída en los muchachos que asesinaron a Báez Sosa, qué pena le cabe a un asesino serial Reitero: no objeto, pero vale la resolución del Tribunal de Dolores, para poder cotejar con situaciones similares -o mas graves-, que lo acaecido brutalmente, en Pinamar, con un inocente joven, a manos de un grupo de rugbiers de Zárate.
El personaje en cuestión, ocupó la Jefatura de Gobierno de Buenos Aires y la Presidencia de la República, pese a tener mas de 200 causas pendientes y algún proceso, levantado prestamente, por la justicia mercenaria mas grande y de peor desempeño, de la historia argentina (tal vez, del planeta).
El sujeto fue calificado, por los matutinos internacionales -mas de una vez-, como el mayor corrupto del mundo. Es cierto que era acompañado por un par de jefes de gobierno mas, pero ellos, renunciaron, tras la condena de los países y sus pueblos. El persistió, porque contaba con el blindaje de la nación que mas se ha comprometido, tras 315 invasiones y genocidios, en serie.
Pero vayamos -finalmente-,al fondo de la cuestión referida -solamente-, a asesinatos personales, colectivos y a los crímenes de lesa humanidad. Para no abundar demasiado, comencemos por Manoukian, el novio de su esposa, la madre de sus hijos, con quien se casó, luego de “arreglar” su secuestro y asesinato.
Cabe -eso si-, recordar que la pareja de su actual esposa, no fue ejecutado, pero si impelido, a abandonar la política y la vida pública, lo cual fue un acuerdo, entre tres mafiosos. Entre los “accidentes” (que parezca un accidente), planificados por él, debemos mencionar los casos “Cromañón” y estación Once, plagados de muertes. Solo con un caso, bastaría, creo, pero recordaré varios.
Para cumplir con negocios inmobiliarios, incendió varios conventillos -en La Boca-. Es un acabado y feroz piromaníaco. El problema mayor, es que dentro de las habitaciones consumidas por el fuego, había niños; muertos atrozmente, como comprenderán. Tampoco tuvo piedad, con los niños quemados vivos, en los talleres clandestinos de su esposa, también incendiados deliberadamente.
En estos días, se honra a l@s diez muert@s (luego, un suicidado); heroicos servidores públicos, a los que asesinó, al ordenar la quema de Iron Mountain, en Barracas, para hacer desaparecer documentación empresaria y municipal. Hoy -recién-, los peritos reconocen la intencionalidad. Pero el tipo está libre, de libertad absoluta, haciendo gala de impunidad, en tanto, la justicia se hunde -cada día mas-, en la materia fecal de su conciencia.
A la luz del mundo, la inmundicia aberrante, de la Corte, sus jueces y fiscales, títeres del imperio; del virrey; de las mafias mediática y de la economía concentrada, que sigue hambreando al pueblo, hoy con los precios justos inexistentes. Todo es mefistofélico, pero no termina ahí. Los crímenes de lesa humanidad, cometidos en Bolivia (envío de armas y municiones argentinas, para asesinar a los hermanos bolivianos, además del paso de armas y tropas norteamericanas, como en Perú, Chile y otras naciones hermanas, a través del grupo mafioso y narco, denominado “de Lima”).
A la luz del día, su condición mafiosa, de la peor calaña, se exhibe, a diario, en tanto da órdenes a la prensa y a la “giusticia”, junto a Don Éttore y su banda. Si el pueblo se organiza y moviliza, en forma permanente, tal vez cambie esta vergüenza nacional. Con otra Corte; una justicia legítima y medios diversificados y confiables.
Insisto, en que esto es solo una parte del monstruo que anda suelto. Le preguntaría a la opinión pública y al Tribunal de Dolores -también a Burlando-, ¿qué pena le cabe, a un asesino de esta magnitud? Deduzcan ustedes y reaccionen colectivamente.
6 de febrero de 2023
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.


