Seguimos compartiendo estas crónicas de indias, al modo de los cronistas de hace quinientos años, los curas, los únicos que sabían leer y escribir, pero un poco más berretas.
Cuatro o cinco días muy movidos, sin tiempo de parar a rejuntar apuntes, pero sé que a nadie le importa el orden de las horas y los días cuando lo que vale, al menos para nosotros, es la intensidad vivida.
Imaginemos que, en una tarde de fines de invierno en Mendoza, volviendo de comprar una remera en un persa llegamos a la estación del metrotranvía en la antigua estación de trenes, en la calle Las Heras. Y allí nos encontramos unas cincuenta sillas de plástico ordenadas más o menos y una pantalla de esas enrollables. Por curiosidad, nos detenemos y paramos a mirar. Está por comenzar algo. Un documental. Trata de algún acontecimiento histórico, político o social, del pasado reciente. Por ejemplo, de la defensa y lucha popular por el agua, o de la persecución y desaparición de Gisela Tenenbaum, o del asesinato de Paco Urondo, o de Samuel Pringles. Y actividades así, realizadas sin aviso, para la gente que pasa. Imaginemos que eso sucede casi en los mismos días en trescientos lugares de todo el país.
Pues así. Al salir del Teatro Teresa Carreño, en la estación del Metro Bellas Artes, gente que gritaba no sabemos qué, levantando el puño frente a una pantalla. La batalla de los puentes del 23 de febrero de 2019, en la frontera con Colombia, era el tema de la película. Un documental armada en forma casera con recortes tomados de la televisión estatal y de Telesur.
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Nuestras compañeras (son casi todas mujeres en el Instituto Simón Bolívar) de la Coordinadora Americana de los Pueblos por la Libertad de los Presos Políticos fueron quienes nos invitaron, apenas llegamos, a los actos en conmemoración de los diez años de la muerte de Hugo Chávez. Pero que en venezolano se llama así: Gran Encuentro Mundial por la vigencia del pensamiento bolivariano del Comandante Hugo Chávez en el siglo XXI -Chávez en el corazón del pueblo-. Y nos colgaron del cuello una cinta con una credencial de “invitado internacional”. Fueron tres días de aprendizajes y emociones. Y aunque estos apuntes no pretenden ser más que unas crónicas y no un curso de historia latinoamericana, es imposible no mencionar algunas ideas, sensaciones, conceptos, que nos regalaron.
No existe entre los políticos el temor al ridículo, a quedar orsay, mencionando claramente al enemigo de la Patria: Estados Unidos de Norteamérica. No hay falso pudor en decir que todos los pueblos al Sur del Río Grande somos colonias del Imperio y que la lucha es por dejar de serlo. Ningún político duda en mentar enseñanzas y frases de San Martín, Bolívar, Sucre, Belgrano, Lenin, Fidel o el Che.
Un seminario de tres días, donde cerca de tres mil participantes escuchando, cantando, discutiendo en los recreos, a tremendos compañeros como Maduro, Arreaza, Raúl Castro, Atilio Borón, Beto Almeida, Héctor Rodríguez (gobernador de Miranda), Claudia Cruz (negra o afro, como dicen que hay que decir, norteamericana del Sur del Bronx), Ana Caona, comunera, de la Comuna “Alexis Vive”, Fredy Ñañez ( ministro de comunicación), Pasha (periodista de medios alternativos de la India), Tania Díaz, Maite (comunista española), Fernando Buen Abad, Carlos Ron (vice ministro de relaciones exteriores y presidente del Instituto Simón Bolívar), Daniel Jadue (el chileno que casi le ganó a Boric, y que dijo “es un poco cruel invitar a un chileno para hablar de la unión cívico militar”), Aleida Guevara, Beto Almeida… Ya no nos acordamos cuántos paneles temáticos fueron.
La unidad cívico militar, un panel presidido por el General Padrino López, Ministro del Poder Popular para la Defensa. La colonialidad. Las comunicaciones. El Poder Comunal. El pensamiento anti imperialista de Chávez en los días en que nadie se animaba a hablar del Imperio, cuando lo de Fucuyama. Cada uno de esos temas un panel, con intelectuales, políticos, periodistas, militares.
No hay dudas -para nosotros a esta altura- que aparte del liderazgo de Chávez (o justamente por eso) y ahora de Maduro (liderazgo mesiánico, diría Dussel), los puntales de la revolución bolivariana son: lo que llaman el poder comunal y la comunicación. La comunicación hasta en lo doméstico entre el gobierno y la población. Aparte de los tacheros y alguno que otro desavisado, no hay laburante de a pié que no se sepa de dónde venimos y hacia a dónde vamos. Los antichavistas más o menos acomodados, los comerciantes eternamente desclasados y los que tienen fortuna y la pasan realmente bien, se ven obligados a mentir a sabiendas. Por ejemplo, que las más tres millones de viviendas construidas en los últimos diez años, son edificios truchos que se están derrumbando porque los hicieron sin fundaciones, sin cimientos, y nos muestran para demostrarlo, fotos en el celular de barrios residenciales de Irak o de la guerra del Líbano, en que sólo quedan las estructuras, sin paredes ni ventanas, edificios bombardeados por fuerzas estadounidenses o israelíes.
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Las tareas sociales -estudio, docencia, derechos humanos, religiosos, políticos, militares, diplomáticos, etc.- se hacen con la cabeza, a pura conciencia, teoría, estudio, paciencia, comparaciones, debates… Pero lo que vivimos en este encuentro vino por el lado del corazón. Pasar muchas horas con chilenos, dominicanos, congoleños, estadounidenses, húngaros, cubanos… más de doscientos invitados internacionales conversando (con torpe inglés, menos de medio francés, o lo que sea) con tanta gente. Y ver y escuchar el orgullo totalmente legítimo de los venezolanos, es realimentar el optimismo por un mundo mejor.
Caracas, 8 de marzo 2023
Columnista invitado
Fernando Rule Castro
Referente de la Liga Argentina por los Derechos Humanos. Ex preso político de la dictadura cívico eclesiástico empresarial militar. Militante político. Escritor.