Gracias a la mafia embajada – mafia judicial y mediática, hay millones de argentinos ignorantes de la realidad.
Un país que supo contar con un alto grado de educación y cultura, ha producido un cambio -hacia la formación de una gran masa amorfa-, que es un verdadero azote para los que ejercemos el duro -pero saludable-, oficio de pensar.
Hace -aproximadamente-, noventa años, toda una organización delictiva, se apoderaba de una nación de elevada cultura y la arrojaba al precipicio. Un personaje muy capacitado (uno de los principales de ese régimen), daba vida a un sistema, tomando palabras de Nicolás Machiavelo.
Puso en práctica aquello de “miente, miente, miente, que algo queda”. Esa conducta mafiosa, a la enésima potencia, nos cambió la vida. O -tal vez-, profundizó -en extremo-, aquello logrado desde 1930 -agravado en 1955; en 1958; en 1966; en 1976; el 1989 y en el 2015-, comenzando por la matanza de Cromañón llevada a cabo -en forma impiadosa-, para hacer responsable al mejor Jefe de Gobierno de la ciudad -ex relevante fiscal-, al cual no se hubiera podido derrotar en elecciones libres y sin mentiras criminales.
De allí en mas el terror se hizo carne y el lavado de cerebros alcanzó su máximo nivel. Con fraude y sangre, llegaron -luego-, a arrebatar el gobierno a los defensores del pueblo, que habían transformado el país y habían logrado el avance de la seguridad social mas importante de la historia.
Pero la mentira de los medios corporativos (400, en todo el país) y la de la justicia (como nunca), dio lugar a persecuciones; encarcelamientos -sin causa, ni prueba alguna-, desapariciones, en fin, una verdadera dictadura, con incendios, muertes y la consiguiente grieta -entre los ignorantes de la realidad y los que la tienen clara-.
Familias destruidas; amistades destruidas; gente en situación de calle -en una de las principales y con mayores recursos, ciudades del mundo-. Hace mas de setenta años, escribía mi primera nota paga -a pedido de Hugo Marini, Jefe de redacción y prestigioso periodista-. Fue para “Crítica”, un gran diario -el de mayor circulación, en el país, por entonces-.
Amarilla y sensacionalista -con algunas plumas, dibujantes y reporteros gráficos de excepción-, jamás llegó al extremo de la brutal prensa actual. Los medios de hoy, encubren, protegen y mienten; son lo mas infame y canallesco de la historia.
Cabe la mención, en el DIA DEL PERIODISTA, como un homenaje -merecido y sentido-, a uno de nuestros próceres mas auténticos y a su Gazeta de Buenos Aires -elevada expresión de lo que debe ser tan noble profesión-, con valor e inteligencia; con fervor y no traicionando sus principios, ni al pueblo -receptor de esas ideas-.
Aquello de que “con la verdad, no ofendo, ni temo” debiera ser la norma; cuantos colegas perdieron la vida, en el intento. Porque mafia, como la de hoy, jamás existió, pero sí horas de gloria y otras, en que decir la verdad, costó sangre, sudor y lágrimas.
La mayoría de nuestr@s próceres, ejercieron -directa o indirectamente-, el periodismo -en épocas en que el reversionismo no existía, en el decir de Perón-. La liberad de prensa (o de expresión), se basa en que no exista censura previa, pero debemos hacernos cargo -de nuestros dichos-, o recibir el condigno castigo del Estado y de la población) cuando se está faltando a la verdad y defraudando la buena fe, de nuestros lectores y/o escuchas.
El periodista conciente de su misión debe saber que su elevada tarea es la de formar y la de educar -al menos, con la verdad-. Se debe tener conciencia de que se está creando conciencia.
7 de junio de 2’023
Columnista invitado
Carlos Valle
Docente, economista, historiador, periodista y escritor. Enlace de la Resistencia (1956). Presidente de la Asociación de Periodistas Latinoamericanos (1965-1976). Decano de los periodistas de Radio Nacional. Sindicalista y asesor gremial y político (CGT hasta 1991). Exiliado en 1962.


