Anoche me puse a cortar los tallos de la rama de rosas rojas que me trajo el otro día mi gran amiga de su fe católica como una montaña. Alcancé a cortar las flores, pero dejé para la madrugada buscar las hojas carnosas de aloe vera para ver si pueden sacar raicillas. Porque el tema fue la noche de brujas… Antes de la fiesta de Hallowen. Ignoro dónde había leído que era porque habían perseguido a las mujeres acusándolas de brujas. Y que por eso era el día de Santa Brígida. Lo buské por el celu y no estaba el tema… Solamente unos sinónimos de brígida como frígida…
Dejé las flores rojas de rosas bien rojas en un frasco y las puse rodeadas con unas caracolas. Cuatro, específicamente, en la ollita de mamá para hervir las jeringas de las inyecciones.
Tal vez por el espanto que me había dado saber que en la noche de brujas buscaban gatitos blancos y negros para… Usted ya sabe, me dijeron…
No lo sé, no se lo dije, pero lo imagino con horror. Y fue entonces que supe que había desaparecido ese joven de solo 13 años. Que lo buscaban sus padres. Que cualkier noticia se informara a la policía.
Después apareció suicidado. El día de los muertos supe del maltrato escolar que padeció. Resulta que ya había tenido una internación por consumo problemático. El pibe alcanzó a filmar cuando una docente lo amenazó con un reformatorio. Que antes se mataría.
Por la tele habían explicado en “Desiguales”, el excelente programa de la tele pública, el tema de las apuestas de los adolescentes. Que juegan por el celu, con Mercado Pago, con lo que le dan sus padres para sus gastos.
Resulta que había sido el partido de Boca vs. los fluminenses, un club muy pobre del Brasil. Y como el pibe era hijo de padres separados, el papá es de Las Grutas, un empresario muy kerido y la mamá es policía, el chico estaba con ella, en San Antonio Oeste.
En la foto se lo veía con ese aire de chico muy kerido, tierno y dulce. Me recordó a otro chico que era así, que en un encuentro ambientalista había rapeado con otro defendiendo el mar de la contaminación petrolera.
Me había kedado solamente tomando agua de mar con limón para centrarme porque recordaba a Pablito de pibe, con ese aire tierno y dulce. Pero como iba a ser el atlanticazo y había una caminata de senderismo hice una de las magníficas clases de yoga y tai chi con Tehia para fortalecerme. Y pude hacerla. Recordando a Nico, ese pibe. No me animé a llegar a la meta, subir un inmenso médano porque después de unas dos horas de caminata por el monte, entre espinas de alpataco y bellas flores botón de oro, elegí kedarme mirando el monte, tan bello como el del desierto pampeano, con el mar tan azul.
Ayer fui a terapia y le pasé a mi psi el video del maltrato padecido por ese pibe. Y seguramente la docente estaba con estrés a la enésima. Me recordó mis últimos tiempos de docente sostén de familia con dos hijas estudiando, el alquiler carísimo y yo hecha kuruvika. El psikiatra de Santa Rosa que me decía que las docentes sólo kerían una licencia porque no kerían trabajar.
Y me fui al mar a buscar una botella de agua de mar para el sistema nervioso y después de dormir un ratito al sol me di un buen chapuzón en el agua helada.
Y me kedé tranki sólo cuando le escribí en el face a mi amiga concejal radical diciéndole que sabía que ella y la otra concejal del PJ se habían recibido de psicólogas sociales y que por eso podrían lograr en las escuelas primarias y secundarias el indispensable equipo de salud mental para prevención de la violencia y el suicidio, con psicólog@ social, psi con formación en DDHH del niño y adolescente, asistente social, psicopedagog@ y terapeuta artística y ocupacional. Y me faltó enfermer@.
Porque recordé la antipsiquiatría: lo importante era lograr cambiar las condiciones objetivas de lo que nos angustia
Columnista invitada
Lucía Isabel Briones Costa
“Mi pecado fue terrible: quise llenar de estrellas el corazón de los hombres” decía el poeta… Desde los lejanos años de estudiante del profesorado en Historia en la Universidad Nacional del Sur, dediqué mi vida a la educación. En los tiempos previos a la dictadura de 1976 enseñaba en una vieja aula de la Facultad de Agronomía el bachillerato de adultos, tarea compartida con los compañeros, casi todos presos políticos después en Bahía Blanca. Cuando era rector Remus Tetu se hizo una razzia contra docentes, no docentes y estudiantes, especialmente contra los alumnos de Humanidades, Sociología y Economía. Estaba terminando mi carrera, cursando las últimas materias cuando fui detenida y puesta a disposición del PEN, el Poder Ejecutivo de la Nación, durante tres años y tres meses, hasta diciembre de 1978. Estuve en las cárceles de Villa Floresta, Olmos, Devoto y los tres últimos meses en la U20, la cárcel dentro del Hospital Borda, donde un prolijo tratamiento con drogas psiquiátricas hizo borrar totalmente mi memoria. Así me dejaron en libertad, diciéndole a mi padre: “Su hija es irrecuperable, será un vegetal hasta el día de su muerte. Que Dios les de la Santa Resignación”. Gracias a haber encontrado la ayuda adecuada pude recuperar, poco a poco, la razón perdida. Y me fui a La Pampa, donde fui docente de escuelas primarias y secundarias en la pequeña localidad de 25 de Mayo y en el Terciario de Formación Docente de Catriel, Río Negro. Recién en 1997, pude terminar mi profesorado en la Universidad del Comahue, para cuando mis compañeras de promoción de la Universidad del Sur ya estaban por jubilarse. Luego comencé la maestría en Historia Latinoamericana de los siglos XIX y XX, la cual se interrumpió cuando la Universidad no podía pagar a los docentes, varios doctores en Historia. En ese tiempo de docente rural comencé a escribir narrativa, tarea que continué al jubilarme en el bello mar de Las Grutas, en Río Negro. Seguí escribiendo con la alegría de dar un legado en su educación a mis hijas: la mayor psicóloga y la menor, maestra y profesora de Historia, ambas egresadas también de la Universidad del Comahue.