¿Por qué me interesa tanto la política? Si pudiera responder de una forma muy sencilla, diría lo siguiente: ¿por qué no debería interesarme? Es decir, qué ceguera, qué sordera, qué densidad de ideología debería cargar para evitar el interés por lo que probablemente sea el tema más crucial de nuestra existencia, esto es, la sociedad en la que vivimos, las relaciones económicas dentro de las que funciona y el sistema de poder que define las maneras, lo permitido y lo prohibido de nuestra conducta. Después de todo, la esencia de nuestra vida consiste en el funcionamiento político de la sociedad en la que nos encontramos.
De modo que no puedo responder a la pregunta acerca de por qué me interesa; sólo podría responder mediante la pregunta respecto de cómo podría no interesarme. (…) No estar interesado por la política es lo que constituye un problema. De modo que, en lugar de preguntarme a mí, debería preguntarle a alguien que no esté interesado por la política y entonces su pregunta tendría un fundamento sólido, y usted tendría todo el derecho de gritar enfurecido ¿por qué no te interesa la política?
Michel Foucault
Peor parece imposible, sin embargo lo mismo decíamos antes de la aparición del personaje que hizo de la motosierra un argumento electoral. Destrozar todo para que entonces pueda avanzar la teoría liberal en una tierra promisoria, como la que habitamos. El sálvese quien pueda haciendo las veces de programa de gobierno, para lo cual las privatizaciones serán realizadas en tiempo récord, cosa de sacarle el jugo al rutilante número de su triunfo en el balotaje.
Javier Milei es el nuevo Presidente de la Nación. Quedó develado el misterio y terminó el suspenso. La película que viene es la de terror en un contexto de daño auto infringido por millones y millones de nuestros hermanos. Mi vieja siempre hablaba en plural, aunque yo la amonestaba diciéndole que yo no estaba a favor o en contra de la política pública que estuviéramos analizando. La suya era una cátedra viviente de la existencia en comunidad, por aquello de “la Patria es el otro”.
En este minuto en el que las palabras se miran desde la desazón y la vergüenza ajena, confirmándonos que han perdido el brillo y la contundencia de otrora, trato de avanzar con este editorial con el que pretendo poner un poco de sensatez a tanto desvarío. La tarea es imposible, por ello mejor me dedicaré a la noble tarea de relatar los penales que no pudieron ser atajados, por un pueblo que ni siquiera los consideró tales. Todos los goles los hizo el “libertario”.
Llevamos casi 48 meses del gobierno que terminaría este próximo 10 de diciembre, siempre y cuando la ultraderecha no haya decidido inmolarnos a todos en la pira de una gestión nacida bajo designio peronista y kirchnerista. A lo largo de la campaña, en varias oportunidades apuraron la hiperinflación, demostrándonos su nula responsabilidad social e histórica. La lobotomía es tal que se han dado este y mil lujos más, al ritmo de las brutalidades que anunciaban.
Uno de los personajes que les sirvió de emplaizada fue (y es) el Presidente (Carlos Saúl) Alberto Fernández, disputando el podio de los traidores al peronismo y su historia con el ominoso y venal recuerdo del ex Presidente Carlos Saúl Menem. Supo preparar y mantener fresco el escenario de la anomia que fue ocupado por las definiciones de los anticasta, que luego dejaron de serlo para poder alcanzar la máxima magistratura nacional… ¡apelando a nuevas mentiras!
Llegamos hasta aquí producto de una gestión que no fue ni peronista, ni kirchnerista, ni socialdemócrata. El infame se dedicó a trabajar para la consolidación de la destrucción nacional, tarea que llevó adelante sin fisuras, contraviniendo a la dignísima lideresa, incumpliendo las promesas realizadas. Esta fue la situación que nos dejó amarrados al peor de los puertos, del que nos costará vidas apartarnos. Todavía falta que gobierne y que uno a uno de sus votantes se arrepientan.
Pero ya será demasiado tarde, puesto que con el latiguillo consolidado como nombre de la fuerza política ganadora, La Libertad Avanza hace las veces de oxímoron paradojal. Llegaron a Casa Rosada por la fuerza del voto popular, los mismos que realizaron todos los golpes de Estado mezclados con quienes perpetraron los gobiernos elegidos democráticamente, que decidieron encarar la gestión pública desde el igualmente nocivo neoliberalismo.
La enorme periodista Sandra Ruso tituló “los pueblos se equivocan”, como podrás ver en nuestra edición de hoy. Prefiero dar una vuelta de tuerca a tal afirmación puesto que las trampas suelen ser perfectamente urdidas por quienes detentan el Poder real. Encima, con la cancha inclinada mediática, cualquier forma de la institucionalidad puede terminar contaminada con el estiércol de los que se ríen de los ciudadanos y ciudadanas, al tiempo que logran su apoyo.
Lo que viene es otro ciclo de expoliación sin más de nuestras riquezas naturales en el reformateo de exportadores agrícola ganadores, como surge de la evocación al siglo XIX como si se tratara del mejor tiempo argentino. Lo dijimos una y mil veces, ya no solo son pre peronistas, en realidad son pre radicales. Aún no digieren la existencia de la Ley Sáenz Peña. Descreen de la Democracia y todavía tienen sus manos manchadas con sangre de argentinos y argentinas.
La letanía al borde del lloro podría continuar, pero creo que no tiene sentido. Quiero dejar muy en claro que no voy a felicitar al presidente electo y mucho menos le desearé el logro de sus objetivos. Debemos concentrarnos en estar enteros para dar las mil batallas que se vienen, en medio de una guerra que vamos perdiendo por varios cuerpos. Apelaremos a lo mejor de las luchas populares que supieron dar las generaciones que nos precedieron.
Ganó Milei, ganó el cinismo. Me voy a comprar una honda y juntaré algunos cantos rodados. Hay mucho por hacer, mientras ellos desempolvan las picanas y aceitan los potros de tortura. Deberemos esperar a que los hechos vuelvan a poner a las palabras en el lugar del que fueron arrancadas. Nada que no sepamos ni que no hayamos sufrido antes. Apelaremos a la memoria histórica que se encuentra alojada en nuestro ADN. Aún estamos de pie, en medio de la tristeza y el asombro.
Marcelo Sapunar
Director editor