Argentina conmemora los 40 años de vigencia de la democracia en el Día Internacional de los Derechos Humanos, y en una burda paradoja coincidiendo con la asunción al poder de quienes han sido históricamente señalados como depredadores del Estado. Cualquier celebración que hagamos de estos hitos históricos entrelazados, la democracia y los Derechos Humanos, debe romper los paréntesis en que se pretende dejarlos con un triunfo electoral. Que comienza a desconocer los valores de la democracia con esta farsa de composición de un gabinete de gobierno con los muertos vivos de todas las anteriores embestidas del neoliberalismo como política económica fracasada. Lo mas grave, que está por verse como se concreta y que deberá ser motivo de atención es el desconocimiento de los logros en materia de Derechos Humanos. El huevo de la serpiente anida en los ámbitos institucionales.
Cuatro décadas atrás, yo recorría las calles de Mendoza, desplazándome diariamente en un destartalado Citroën 2CV para ir a trabajar a Tunuyán. Había presenciado el cierre de campaña de Ítalo Luder en Buenos Aires, participando en el Obelisco la noche de la quema del ataúd con los fósforos de Herminio Iglesias. En ese momento crítico, mi padre, quien me acompañaba, sugirió abandonar la escena justo cuando colapsaba un quiosco de diarios y revistas en Diagonal Norte y Carlos Pellegrini debido al peso y la presión ejercida por un grupo de jóvenes.
Refugiados en un café de la zona de Congreso, reflexionamos sobre lo que se avecinaba. El rostro de mi padre, peronista de toda la vida y parte de los equipos técnicos de Luder, reflejaba desasosiego. Aquella noche se definió la lucha interna en el peronismo, triunfando la facción más reaccionaria del movimiento nacional justicialista y poniéndolo en el camino de la derrota electoral.
Raúl Alfonsín, candidato presidencial de la Unión Cívica Radical, emergió victorioso en las elecciones presidenciales de octubre de 1983. Su campaña se centró en temas cruciales dados los desafíos políticos y sociales de la época. Alfonsín abogó por el retorno a la democracia y el fin del régimen militar, prometiendo restaurar el sistema democrático y respetar los derechos humanos. Uno de sus compromisos destacados fue llevar a cabo juicios contra quienes cometieron violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar.
El compromiso de Alfonsín incluyó la reconstrucción de las instituciones democráticas y la restauración de la separación de poderes, buscando fortalecer las estructuras debilitadas por la dictadura militar. Aunque también presentó propuestas económicas y sociales, la campaña puso mayor énfasis en los temas vinculados a la democracia y los derechos humanos.
La visión de un “tercer movimiento histórico”, planteada por Alfonsín, enfrentaba desafíos considerables, como la resistencia de consorcios poderosos, las Fuerzas Armadas responsables del genocidio y los acreedores externos bajo la influencia del Fondo Monetario Internacional. Raúl Ricardo Alfonsín supo interpretar el sentimiento de la mayoría de los argentinos, ganó la elección, ganó la presidencia y se inscribió en la historia como el iniciador de los 40 años de democracia que celebramos hoy.
El 10 de diciembre de 2023 marca también los 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un hito global proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París en 1948. Este documento consagra derechos inalienables para todas las personas, independientemente de su origen, y simboliza la comprensión de que cada individuo posee derechos fundamentales que no pueden ser arrebatados legítimamente.
La elección del 10 de diciembre como día de asunción presidencial en Argentina no fue casualidad. En 1983, Alfonsín ganó la presidencia con el 51,75 % de los votos, lo que permitió presionar al gobierno militar encabezado por Bignone para cambiar la fecha y fijarla en el Día de los Derechos Humanos. Alfonsín, uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en 1975, demostró su compromiso con estos valores.
Las Madres de Plaza de Mayo desempeñaron un papel crucial en la lucha por la restauración de la democracia en 1983. Alfonsín lo sabía y lo demostró al recibir en los días previos a la jura a Hebe de Bonafini pero su compromiso no alcanzó para recibir a Julio Cortázar. Las Madres son símbolos de resistencia y valentía. Las Madres cuyos hijos fueron víctimas de desapariciones forzadas, expusieron estos crímenes y contribuyeron a sensibilizar a nivel nacional e internacional sobre los abusos cometidos durante la dictadura militar.
La noción de derechos inherentes a la persona ha evolucionado a lo largo de la historia, superando períodos de ignorancia en la protección de los derechos humanos frente al poder. Hoy, presenciamos la transformación de los derechos humanos en un punto de partida para una nueva categoría que aborda aspectos económicos, sociales y culturales, en consonancia con la dignidad humana.
La distinción entre derechos de orden público, exigibles directamente a los Estados, y derechos económicos y sociales nos muestra la complejidad inherente a la protección de los derechos humanos en diferentes ámbitos. Mientras que los derechos civiles y políticos, como el derecho a la vida, la libertad de expresión y el voto, son de orden público y se espera que los Estados los garanticen y respeten de manera inmediata, los derechos económicos y sociales, como el derecho a la educación, la salud y el trabajo, están intrínsecamente vinculados a la creación de un orden social que permita su pleno ejercicio.
Los derechos económicos y sociales requieren un contexto social y económico que favorezca su implementación efectiva. En otras palabras, no basta con proclamar la existencia de estos derechos; el desafío está en establecer las condiciones objetivas que permitan a los individuos disfrutar plenamente de los mismos. Esto implica la creación de políticas económicas equitativas que promueven una distribución justa de los recursos, acceso igualitario a servicios básicos, oportunidades de empleo justas y condiciones que favorezcan la igualdad de género y oportunidades equitativas para el conjunto de la sociedad.
El papel del Estado implica la implementación de medidas proactivas para superar desigualdades estructurales y promover un entorno propicio para el desarrollo humano integral. Por otro lado, la vulneración de los derechos económicos y sociales puede derivar de políticas públicas deficientes o decisiones gubernamentales que no abordan adecuadamente las disparidades económicas y sociales en un pueblo. Cuando el Estado no implementa medidas efectivas para garantizar la igualdad de oportunidades y la distribución equitativa de recursos, se plantea la posibilidad de que los derechos económicos y sociales sean vulnerados, generando desigualdades profundas.
Es esencial reconocer que la interconexión entre los distintos tipos de derechos subraya la importancia de un enfoque integral para garantizar la plena protección de los derechos humanos. Abogar por la igualdad y la justicia social no solo involucra el respeto a los derechos civiles y políticos, sino también el compromiso activo en la creación de condiciones sociales que permitan la realización efectiva de los derechos económicos y sociales. La pregunta sobre si ciertas políticas podrían vulnerar estos derechos destaca la necesidad de un escrutinio continuo y crítico de las acciones gubernamentales, buscando siempre el fortalecimiento de un orden social que respalde la dignidad y el bienestar de todos los individuos.
El reconocimiento y protección universales de los derechos humanos representan una revalorización ética y jurídica del ser humano como habitante del planeta, más allá de la ciudadanía estatal. Aunque los derechos humanos han sido mal utilizados como arma política, es imperativo abogar por su respeto irrestricto en todos los ámbitos. Recordemos que cada reconocimiento de derecho implica la posibilidad de que algunos pierdan privilegios, un camino que se construye en la marcha y queda grabado en la memoria, “refugio de la vida y de la historia”.
Toronto, 9 de diciembre de 2023
Columnista invitado
Rodrigo Briones
Nació en Córdoba, Argentina en 1955 y empezó a rondar el periodismo a los quince años. Estudió Psicopedagogía y Psicología Social en los ’80. Hace 35 años dejó esa carrera para dedicarse de lleno a la producción de radio. Como locutor, productor y guionista recorrió diversas radios de la Argentina y Canadá. Sus producciones ganaron docenas de premios nacionales. Fue panelista en congresos y simposios de radio. A mediados de los ’90 realizó un postgrado de la Radio y Televisión de España. Ya en el 2000 enseñó radio y producción en escuelas de periodismo de América Central. Se radicó en Canadá hace veinte años. Allí fue uno de los fundadores de CHHA 1610 AM Radio Voces Latinas en el 2003, siendo su director por más de seis años. Desde hace diez años trabaja acompañando a las personas mayores a mejorar su calidad de vida. Como facilitador de talleres, locutor y animador sociocultural desarrolló un programa comunitario junto a Family Service de Toronto, para proteger del abuso y el aislamiento a personas mayores de diferentes comunidades culturales y lingüísticas. En la actualidad y en su escaso tiempo libre se dedica a escribir, oficio por el cual ha sido reconocido con la publicación de varios cuentos y decenas de columnas. Es padre de dos hijos, tiene ya varios nietos y vive con su pareja por los últimos 28 años, en compañía de tres gatos hermanos.


