La filantropía es una referencia en Benito Quinquela Martín, más allá que él mismo la conociera con este nombre o la practicara para granjearse los blasones que suelen seguirle. Me refiero al altruísmo que lo caracterizó, quizás como una forma de devolución por una vida como la suya, que comenzó sin conocer a sus verdaderos progenitores y en medio de una gran pobreza, para disfrutar luego tiempos de bonanza y fama producto de su labor artística de alto impacto.
Enamorado de su barrio de La Boca, siempre fue consciente del atraso de esa zona de la ex Capital Federal, lo que remedió a su manera donando terrenos en los que construyó edificios públicos muy necesarios. Todo lo hizo con sus propios fondos y la ayuda de los gobiernos de turno, que se dieron cuenta que el suyo era un aporte desinteresado, a la vez que aportaba a la extensión y consolidación de la labor del Estado. Un personaje muy especial, por cierto.
Todo lo que tiene que ver con La Orden del Tornillo es un capítulo aparte que, si bien abordado al final de las líneas que te comparto debajo, deja mucha tela por cortar. Me ocurrió lo que quizás te pase a vos al leerlo. Cuando conocí de qué se trató quedé prendado de esta iniciativa. Volver a encontrarme con este tema me incita a procurarme más datos y tratar de hacerlos públicos. Allí la conjunción iba desde el humor para enaltecer al arte y al encuentro de las personas.
(viene de la edición aterior)
“Donaciones hechas por Quinquela
“En La Boca, a su regreso, comenzó a buscar la forma de ayudar a su vecindario, gente muy humilde que apenas conocía lo que era el arte. El primer paso fue la creación del Instituto Sanmartiniano cuyo primer presidente, el doctor Pacífico Otero, reconoció que Quinquela era el principal impulsor. Y el segundo proyecto nació de la necesidad de contar con una escuela primaria que reemplazara a las actuales, ubicadas en inmuebles de alquiler con escasas comodidades. Compró un terreno para construir una escuela para mil niños repartidos en dieciocho aulas decoradas con murales de su creación representando las diferentes profesiones y trabajos. Se chocó con un contratiempo, el dueño del terreno quería cincuenta mil pesos, una cifra muy elevada pero que fue aceptada por Quinquela. Pero al ver el proyecto iniciado, el dueño de la propiedad, un millonario, se echó atrás y duplicó el valor de la operación. Después de duras negociaciones el valor bajo a los setenta mil pesos y provocó que Benito se endeudara para cumplir su deseo. Otro inconveniente fue que sus colegas decían que él no podía decorar una escuela por no tener la técnica adecuada. Finalmente y previa firma de un documento que lo responsabilizaba de los desastres que pudiera provocar su diseño, ya que de arquitectura no tenía muchos conocimientos y era testarudo. En el frente del establecimiento se colocó un mascarón de proa considerado un adefesio por los constructores y en el interior pintó dieciocho murales. El 19 de julio de 1936 se inauguró la escuela en Pedro de Mendoza 1835 con una fiesta popular en el barrio, la presencia de los bomberos voluntarios de la zona, de Avellaneda y San Fernando, varias Sociedades de Fomento, escultistas y la Sociedad Colombófila que soltó diez mil palomas. El padrino fue el entonces presidente Agustín P. Justo y fue bendecida por el cardenal Copello. La escuela fue bautizada con el nombre de Pedro de Mendoza, Consejo Escolar Número 4. Él se negó a darle su nombre pero se la conoce como «la escuela de Quinquela».
“El Jardín de Infantes Nro. 6 (hoy Jardín Maternal Quinquela Martín, en la calle Pedro de Mendoza 1803), el Lactario Municipal n.º 4 y la Escuela de Artes Gráficas fueron donadas por Quinquela. Con el último edificio tuvo inconvenientes con la donación por procesos burocráticos en el gobierno que duraron un año. Cuando se trató el proyecto en el Congreso, el diputado Poblet Videla propuso darle el nombre del pintor pero él estaba presente en la sala en un palco y gritó que eso no era posible porque no se había muerto. Ante la insistencia del pintor que no atendía las indicaciones de un policía que pedía silencio el diputado retiró su moción.
“De Diputados paso a Senadores y de allí al Poder Ejecutivo, que lo derivó al Ministerio de Obras Públicas y éste a la Dirección General de Arquitectura. Cada instancia con su papeleo y tiempo perdido. El proceso terminó con un decreto en 1944 de Edelmiro Farrel que dio comienzo inmediato a las obras pero un empleado público acusó al pintor de querer publicitarse y vender más caros sus cuadros y por eso usaba patrimonio público y logró que el presidente diera marcha atrás con su decreto. Quinquela solicitó la mediación de Perón, coronel en ese entonces, que lo apoyó en su idea. La construcción empezó en 1947, con Perón en la presidencia, con un atraso de siete años. Actualmente funciona como Escuela de Artes Colegio Industrial llamada en ese momento Armada Argentina. Luego de varios años se cambió el nombre y pasó a ser Escuela Técnica n.º 31 «Maestro Quinquela» donde, actualmente funciona en el turno de la noche un curso de fotografía gratuito.
“En forma paralela a esta obra, mientras continuaba pintando y siendo parte de la Comisión Directiva del Círculo de Bellas Artes, comenzó a proyectar un hospital, también en la década de los 40, proyecto aprobado por el Concejo Deliberante en 1941, revocado por la intendencia en 1943 porque en esa zona funciona el hospital Argerich y provocó que en vez de hospital sea lactario que sí hacía falta. El 4 de octubre de 1947 abrió sus puertas el Lactario Municipal Nro. 4 con otro festejo popular. Sin embargo el hecho de que en vez de hospital sea lactario provocó que la emoción no fuera completa para Quinquela.
“El Jardín de Infantes Nro. 61 fue la última donación del pintor, ubicado en la calle La Madrid 648, inaugurado en terrenos donados por el pintor en el año 1948.
“El Museo de Mascarones de Proa, murales para varias instituciones fueron donaciones menores realizadas por Quinquela. Conversando con su amigo Andrés Muñóz -quien además fue su biógrafo- Quinquela explicó que las donaciones respondieron a un impulso sentimental de pertenencia al barrio, que toda la obra está realizada dentro de él y no le sería posible vivir fuera de La Boca.
“El Instituto Odontológico Infantil construido en otro terreno donado por él se inauguró en 1959 en la calle Pedro de Mendoza 1797 brindando asistencia a 800 niños diariamente y aún funciona como Hospital Municipal de Odontología Don Benito Quinquela Martín a pesar de que en sus inicios el pintor se negó a que llevara su nombre.
“La última obra de solidaridad de Quinquela fue el Teatro de la Ribera, en Pedro de Mendoza 1821, cuya construcción se inició en 1966 dentro de uno de los terrenos donados por el pintor. Actualmente es parte del Complejo Teatral Enrique Santos Discépolo.
“La segunda República de La Boca
“El 19 de octubre de 1943 se disolvió la Peña del Tortoni y Quinquela intentó buscar otro espacio para cubrir el vacío que se produjo, poder llevar a cabo las reuniones sociales y los encuentros culturales. Uno de esos espacios lo llamó “La Orden del Tornillo”, una especie de logia de artistas, pensadores y locos de todo tipo que se encontraban para hacer libre uso de su imaginación o lo que denominaron falta de cordura. A los miembros ingresantes se les entregaba un tornillo representando lo que les faltaba de la cabeza y que garantizara que siempre les faltara, que nunca fueran cuerdos. Benito fue el gran Maestre de esta organización por ser el más intrépido de los artistas argentinos. Se reunió con los integrantes de esta agrupación por el resto de su vida.
“El otro lugar de reuniones fue la República de La Boca, un nuevo país con fronteras poco claras, con geografía móvil y poblada por lunáticos. Víctor José Molina fue el presidente y dictador de este país y Quinquela fue nombrado Almirante de Tierra y de Mar, el mayor Eduardo A. Olivero fue el jefe de la Policía Aérea.
“Esta forma de nacionalismo representa el pensamiento de Quinquela, y se puede ver en la “Constitución” que rigió en esta nación.
“Fue entrevistado por Pipo Mancera para su programa Sábados Circulares, viviendo en el tercer piso situado en la calle Pedro de Mendoza, cuando donó 27 fotos y varias de sus pinturas con un valor estimado de 50 millones de pesos. Dijo durante la entrevista que “Todo lo que es trabajo es un deber entregárselo otra vez al estado”. Comentó que la idea de donar sus obras, como una forma de legado y regalo al estado, fue la del mismo presidente del consejo. También aprovecharon ese momento para que el señor Córdoba, director general del supermercado Gigante, le regalase un cheque por 100.000 pesos, el cual lo destinó a 3 cooperadoras: “El infante”, “La Escoba Nuestra” y al “Instituto Montorro”, de niños necesitados.
“Quinquela se inspiró en los diversos paisajes que le ofrecía La república de la Boca como La famosa vuelta de Rocha, en donde se encontraba por aquel entonces el “Barco Washington”, un viejo barco de la marina nacional. Otros sitios como “El instituto Doctor Olifantil” (“Un lugar donde se pone el color al servicio del dolor”), “La Escuela de Artes Gráficas” y “El Teatro Escolar” organizado por el consejo de educación, le sirvieron de inspiración cultural para sus obras.
“Calle Caminito
“En 1950 un grupo de vecinos, entre los que se encontraba el pintor boquense Benito Quinquela Martín, decidieron recuperar una vía de tren abandonada. En 1959, a iniciativa de Quinquela Martín, el gobierno municipal construyó allí una calle museo, con el nombre que le había puesto el tango, “Caminito”.
“Un buen día se me ocurrió convertir ese potrero en una calle alegre. Logré que fueran pintadas con colores todas las casas de material o de madera y zinc que lindan por sus fondos con ese estrecho caminito (…) Y el viejo potrero, fue una alegre y hermosa calle, con el nombre de la hermosa canción y en ella se instaló un verdadero Museo de Arte, en el que se pueden admirar las obras de afamados artistas, donadas por sus autores generosamente.
“En 2019, Caminito fue restaurado con sus colores originales como cuando Benito lo había hecho en la primera vez. Cabe mencionar que se trata del lugar más visitado turísticamente de Argentina”.
(continuará)
Texto: De la red de redes


