Fueron tan solo cuatro palabras. Las pronunció con un dejo de culpa, como ya lo tenía acostumbrado. En el sentido de hacerlo siempre, y de hacérselo a el. Mientras las decía quizás lo miró, por primera vez, con una señal de tristeza compartida. No vaya a ser que también se quedara afuera, como en todo lo que tenía que ver con su hijo, lejos de su radar de tratos encomiables, positivos. No, aunque algo había mutado, lo más probable es que esto resultara en el cambio definitivo y rutilante. Ya nada sería igual.
Era el mediodía y todo había ocurrido muy de prisa, como si la parca quisiera dejar una breve, escueta estela, como si la finitud se basara en consideraciones. El no recuerda si la luz de la sala principal estaba bien iluminada, con la luz encendida, siquiera. El aturdimiento que sobrevino a la pronunciación de la frase lo dejó anonadado. Tampoco alcanzó a mirar en derredor. Sintió sed o, mejor dicho, esa era la expresión primera de su ansiedad. Se confirmaba un cambio drástico de capítulo y le tocaba ser uno de los protagonistas de la historia.
Algunas pocas flores que nacían de las muchas plantas del patio parecían sobrecogerse ante la noticia. Las lechugas que esperaban ser escurridas, en la cocina, no salían tampoco del asombro. Todos los objetos de la casa parecían advertir, con preocupación, la nueva deriva familiar. El tiempo que sucedería a éste y que no se aguaitaba nada bien. Si hasta las sinrazones cobraban vigor ante el reinado del desconcierto. No era posible que todo funcionara mejor, a partir de ahora. El dato hacía pensar lo infausto de los días por venir.
Ella no lo convocó a su lado para espetarle la nueva, que estaba lejos de ser buena. De repente y como quien aprovecha el paso raudo por allí, se abismó con su frase de tan sólo cuatro palabras. No hizo ni las pausas ni los silencios que se recomiendan, elementales, antes de darle a conocer lo que su hijo ya sospechaba. Claro que la confirmación obra como un latigazo certero por parte de la realidad, pero todos necesitamos pasar por allí para corroborar lo que finalmente ocurrió. Casi con apuro le dijo: “Tu padre ha muerto”.