Mama thai, la bisabuela guaraní, hija del cacique de monte caseros, corrientes
Cuarta parte
(viene de la edición anterior)
¿Qué pasó con esos chicos? Lo ignoro. Eran menores… víctimas-victimarios… Menores, porque iban a un cumpleaños de 15…
“UN NIÑO QUE ES AMADO, APRENDE A AMAR” explicaba el dr Arnaldo Rascovsky en FILIUM, su fundación de prevención del filicidio.
Eran los días de la fiesta de la primavera del año 2011 cuando fue la salvaje violación en manada de mi amiga, “la China” Andrea Galdamez. La acompañé al hospital de San Antonio Oeste cuando solicitaba la medicación para el HIV. Le dijeron que antes tenía que hacer la declaración en la policía. Y allí fuimos. Y luego, al regresar al hospital, además de pasar uno de los que ella reconoció era Alejandro, el chabón de “El león”, que ella llamaba Mariano, en su casa había sido invitada a un asado. El otro, era el paseador de perros que fue después pareja y padre de una hija de Lucía Salvaterra, mi amiga y compañera de las Juanas Azurduy, la ONG de mujeres que luchamos contra la violencia.
El paseador de perros decía con mucha claridad: “LA CULPA NO LA TIENE EL PERRO SINO EL ANIMAL DE SU DUEÑO”. Lo recordé en estos días en que llevaba a Angelé, mi perraza kilomberaza al mar. Ella, amante del mar donde corre libre, en esos días parecía un tigre, ladrándole a los perros encerrados que parecen jóvenes presos furiosos y queriendo correr a los autos que pasan a la máxima velocidad, ignorando el cartelito de “velocidad máxima 30 km por hora”. Lucía Salvaterra fue víctima de violencia extrema, que denunció en causa penal en Viedma. pero lo dejaron en libertad por discapacidad. Seguramente lo que pasó en esos apenas seis meses, lo enloqueció. Y tal vez por eso torturó tan salvajemente a su pareja, madre de un hijo suyo. Lo pude hablar con ella solamente por chat, años después. Resulta que el chabón de El león tenía alguien muy de arriba que lo protegía. Y le había asegurado que saldría pronto en libertad gracias a su tío. Y por eso tengo que bancarme verlo por su negocio, con ese aire de otariez a la enésesima.
En la bruma de mi desmemoria, en estos días en que estuve keriendo buscar alguien que llevara a pasear a mi perraza, atropellada hacía apenas un mes, me pareció haber visto al paseador de perros y algo me hizo recordar a Samuel, uno de los alumnos que había ido a aquel asado de cumpleaños de 15. Obviamente eso me pareció, sin ninguna razón objetiva. Pero sí conocía muy bien a Alejandro (a kien mi amiga conocía como Mariano). Lo declaré ante el juez por la causa de la violación en manada de mi amiga, en el recurso de amparo denegado como tantos otros. Ella los había reconocido cuando estábamos esa vez en la playa y yo la ayudaba a redactar un recurso de amparo. Era el chabón que me había hecho la obra de gas y agua caliente cuando me vine a vivir al iglú. Trabajaba entonces bajo las órdenes de Cordero, el gasista matriculado que entonces vivía en la avenida Río Negro de Las Grutas, con apenas un cursito de gas del PLAN SÉPALO de la provincia rionegrina, cuando Menem del PJ en la Nación y Horacio Massaccesi, radical, era el gobernador. Y así se destruyeron las empresas públicas nacionales y provinciales, en ese pacto espurio de regalar todo, como había explicado Gabriel García Márquez, Premio Nóbel de Literatura, en su novela “El otoño del patriarca”, que leí antes de la dictadura, donde narra la historia del presidente latinoamericano que regala ferrocarriles, petróleo, agua, luz, gas, puertos y ande mais…
Lo recordé al ver el emocionante discurso de Petro, el presidente de Colombia, en el palacio presidencial de Chile, con ese indispensable alegato por la paz latinoamericana cuando se cumplirán 50 años del golpe de Pinochet.
Seguramente en el caso de los rugbiers, hubo en su tiempo de alumnos de escuela primaria y secundaria, varios antecedentes de violencias.
Por eso es urgente que haya en cada escuela un equipo interdisciplinario de salud, por las consecuencias de la pandemia. Porque tuvieron que estar juntos víctimas y victimarios. Y ante el más mínimo bullyng un equipo interdisciplinario podrá analizar qué problemas tienen esos niños. Un equipo psi, con trabajadora social que pueda ver el núcleo familiar, si tienen vivienda, si el padre se hizo cargo de la alimentación de su hijo. si son migrantes de otras zonas, con psi con post grados de especialización en DDHH del Niño y Adolescente, y psicólog@ social, con técnicas apropiadas para trabajar con todo el grupo.
Los jóvenes vienen con historias educativas que parecen un prontuario, de niños que entran y salen por la puerta giratoria, como dicen. Porque hay abogados penalistas que reciben un aporte mensual para saber cómo dejar en libertad a esos menores, para que sean los “soldaditos de la droga”, como dicen los medios.
Y el tema es que son menores, víctimas-victimarios. Y necesitan estar en un ámbito donde se protejan sus derechos del niño y el adolescente. Pero también los derechos de sus compañeros, víctimas de matoneo en el barrio, la escuela y clubes. ¿Quién ignora la violencia de barras bravas del fútbol? ¿Y los acuerdos con los políticos de diferente coloratura?
Recordé que la ex directora de la escuela especial del pueblo, había hecho una carrera para docente en discapacidad en Bahía Blanca, con especialización en “irregulares sociales”. ¿Quiénes son “irregulares sociales”? le pregunté una vez. Me explicó que eran kiénes venían de esas historias familiares de carencias y violencias familiar e institucional como vemos diariamente en la tele.
Pero ahora, con el tema de la inclusión, kedan esos niños en la nada absoluta. Están en una escuela común, con docentes que intentan dar clase, como lo dice cualquier docente de secundaria.
-Que no se maten- me decía una profe-.
-La otra vez le pusieron un chumbo en la mesa. Ya sabe… Si no me aprueba…-.
-Y ¿qué hizo el docente?-.
-Nada, ¿qué puede hacer?-.
Hace años que se reclama por los equipos de salud mental en cada escuela. Hay profesionales con cinco, seis años de estudios, sin poder conseguir empleo porque se ignora la importancia que tiene atender con urgencia los primeros síntomas de violencia escolar, antes que sea tarde. Y debe haber profesionales capacitados en las escuelas de enseñanzas primarias y secundarias.
La Ley Nacional de Salud Mental duerme el sueño de los justos, sin que se haya destinado el presupuesto exigido por dicha ley, votada por unanimidad por ambas cámaras legislativas y que demoró hasta su aplicación. Que sigue en papelitos nomás, al menos en esta localidad rionegrina.
Y ahora, además salió el juicio por Lucio, el niño salvajemente torturado y asesinado a sus cinco añitos, por su madre y su pareja lesbiana, que vaya a saber qué padecieron en su vida para llegar a eso tan atroz.
“Un niño que es amado, aprende a amar” explicaba el dr Arnaldo Rascovsky en FILIUM, cuando yo iba a sus magníficas clases durante el embarazo de mi hija mayor y sus primeros meses de vida. Hasta el momento tan terrible del asesinato del matrimonio de Lino Palacios y su señora, cometido por mi medio hermano, su amigo y una de sus novias, Lo narré en mi libro “Antón pirulero”, que describí cuando en el año 1991 intenté, infructuosamente que se tomara conciencia de la gravedad de la temática de las drogas en esa escuela secundaria de 25 de Mayo, La Pampa.
Mi medio hermano tenía entonces 17 años. Y era un bello adolescente que sabía que entraría y saldría en libertad gracias a sus tíos, que pagaban al afamado penalista, que defendía -a kién le oblara- sus honorarios, bastante salados, por cierto, según me contaba su esposa, mi gran amiga, rockera, medio hippie, del Partido Humanista y antes militante trotskista, víctima de la Triple A cuando estaba embarazada de su hija. Ella falleció el año pasado víctima de la pandemia.
Claudia Sobrero, una de las novias de mi medio hermano, pasó más de 20 años presa en la cárcel de Ezeiza, donde estudió Sociología, según vi en la serie “Mujeres asesinas” de la tele. Pablo se suicidó en la cárcel cuando supo que, al cumplir 18 años ya no saldría en libertad por ser mayor de edad. La Cárcel Modelo fue dinamitada poco después y de su amigo ignoro qué pasó. En los diarios de ese tiempo, mayo de 1983, fue tapa de “Clarín” toda la historia. Eran menores de edad y vaya a saber qué ingirieron para llegar a ese brutal asesinato de dos ancianos y un futuro de 20 años de cárcel por una noche pasada de rosca.
Muchas veces me pregunté las causas de todo lo vivido. Y ahora en la tele se podrá demostrar si los condenados pasarán por lo que “Tumberos” describió con claridad. O si, en cambio, será como las Abuelas de Plaza de Mayo, con sus historias tan terribles que tanto nos han enseñado… a ser custodios de los DDHH de todos.
Es por eso que la peli “Argentina 1985” nos ha conmovido tanto. Porque son de suponer las presiones padecidas por cada integrante del tribunal y por los vecinos de esa localidad, que fue centro de la represión a cargo de la Prefectura, que tiene allí su escuela.
Y Lucio, el niñito, era de familia pampeana, donde los pactos de silencio del caso Cerna se mantuvieron añares. Como lo hicieron los represores dejando que las Abuelas siguieran buscando a sus hijos y nietos… Y vaya a saber si entre ellos no hay alguno de esos niños buscados con tanto amor, tal vez hijos, nietos o biznietos de compañeros. Porque así fue en el tema de los alumnos que fueron a un cumpleaños de 15 de otra adolescente.
Tal vez sean estos juicios como en la peli “Argentina 1985”, la posibilidad de una Argentina que camine hacia la democratización de la justicia, como explicara Petro, el presidente de Colombia en el edificio La Moneda, de Chile.
Todo salió a la luz en estos días de la tormenta extraordinaria por la luna llena en Leo, obviamente. Y los daños cuantificables perfectamente por la compañía de seguros de La Caja, antes de Ahorro y previsión social, me parece…
Habrán estudiado nuestras autoridades ese tema de las curvas de nivel, secreto trasmitido durante añares de enseñar historia de las grandes civilizaciones, China e India; Egipto y Mesopotamia; mayas, aztecas e incas… olvidadas en estos tiempos de la urgencia del video-clip. Y obviamente me encargué de recordar a las autoridades grutenses en estos largos 17 años de vivir en este bello paraíso marino…
Pero, debo reconocer que, en cambio, aún hoy me intimida reconocer los saberes de la astrología… La luna llena es la de nos, quienes, por mirar la luna, olvidamos tantas cosas…
Columnista invitada
Lucía Isabel Briones Costa
“Mi pecado fue terrible: quise llenar de estrellas el corazón de los hombres” decía el poeta… Desde los lejanos años de estudiante del profesorado en Historia en la Universidad Nacional del Sur, dediqué mi vida a la educación. En los tiempos previos a la dictadura de 1976 enseñaba en una vieja aula de la Facultad de Agronomía el bachillerato de adultos, tarea compartida con los compañeros, casi todos presos políticos después en Bahía Blanca. Cuando era rector Remus Tetu se hizo una razzia contra docentes, no docentes y estudiantes, especialmente contra los alumnos de Humanidades, Sociología y Economía. Estaba terminando mi carrera, cursando las últimas materias cuando fui detenida y puesta a disposición del PEN, el Poder Ejecutivo de la Nación, durante tres años y tres meses, hasta diciembre de 1978. Estuve en las cárceles de Villa Floresta, Olmos, Devoto y los tres últimos meses en la U20, la cárcel dentro del Hospital Borda, donde un prolijo tratamiento con drogas psiquiátricas hizo borrar totalmente mi memoria. Así me dejaron en libertad, diciéndole a mi padre: “Su hija es irrecuperable, será un vegetal hasta el día de su muerte. Que Dios les de la Santa Resignación”. Gracias a haber encontrado la ayuda adecuada pude recuperar, poco a poco, la razón perdida. Y me fui a La Pampa, donde fui docente de escuelas primarias y secundarias en la pequeña localidad de 25 de Mayo y en el Terciario de Formación Docente de Catriel, Río Negro. Recién en 1997, pude terminar mi profesorado en la Universidad del Comahue, para cuando mis compañeras de promoción de la Universidad del Sur ya estaban por jubilarse. Luego comencé la maestría en Historia Latinoamericana de los siglos XIX y XX, la cual se interrumpió cuando la Universidad no podía pagar a los docentes, varios doctores en Historia. En ese tiempo de docente rural comencé a escribir narrativa, tarea que continué al jubilarme en el bello mar de Las Grutas, en Río Negro. Seguí escribiendo con la alegría de dar un legado en su educación a mis hijas: la mayor psicóloga y la menor, maestra y profesora de Historia, ambas egresadas también de la Universidad del Comahue.