Hay ciertos apellidos en la política que son como hablar de la política misma. Ojo que mientras lo escribo trato de no hacer consideraciones, sino sólo comenzar a pintar el paisaje. Por ello es que creo muy necesario que tratemos de hablar poniendo todas las cartas sobre la mesa, los hechos y las palabras -estos últimos en el orden planteado-, cuando de lo que se trata es de descular hormigas en torno a la avanzada trasnacional que avasalla nuestro territorio, de la mano del RIGI, que quizás sea su nave insignia y haya sido aprobado por “argentinos”.
Paso a contarte algo de lo que fui protagonista involuntario, como me ha pasado las otras 15 veces en que me censuraron los medios hegemónicos y sus satélites. Porque de un día para el otro habrás advertido que no aparecieron más las entrevistas que llevaba adelante desde el bar Pukka, de San Martín 891, de Ciudad. Generaba desde allí una experiencia de 90 días para ver si éramos compatibles desde la línea de nuestro diario con ese negocio gastronómico que aceptó de buena gana brindarme un pequeño canje publicitario.
Mejor no te cuento por aquí en qué consistía nuestro acuerdo, que desde ya no supuso pago con dinero sino en especias, puesto que de tan básico daría vergüenza. Asimismo, mi pretensión era comenzar una nueva relación comercial y avanzar en la construcción de espacios para que pudiéramos disfrutar a través de nuestro diario. Me propuse realizar dos entrevistas semanales en las bellas instalaciones del negocio y, que quede claro, de entrada conté con la buenísima onda tanto de los propietarios como de sus dependientes.
Cada uno de los momentos previamente diseñados, al menos en lo atinente a su singularidad específica, se atesoran en el fondo de mi corazón. Mis entrevistadas y entrevistados me hicieron pasar minutos muy gratos, abocándonos a tratamientos temáticos casi sin previo acuerdo, en un formato del tipo agenda abierta. Realicé tenidas de 30 minutos que podés encontrar vía nuestro buscador o a través de la principal como así de la sección Buenos días. Todo marchaba muy bien y contaba hasta con el beneplácito de los comerciantes, que las replicaban en sus redes.
Pero una mañana ví entrar el bar a una persona cuyo rostro me parecía conocido. A los pocos minutos recordé que se trataba de Raúl “Perruco” Leiva. Este señor, que me dedicó un saludo corto y seco, desde lejos, tomó asiento a una de las mesas y luego lo encontró allí otra persona. Mientras esto acontecía se me helaba la sangre, puesto que se trata de uno de los sempiternos operadores de Celso Jaque, ex gobernador y actual Intendente de Malargüe. Sentí en lo profundo de mi pecho que nada bueno traería tal visión para mí y no me equivoqué.
Este señor, que dicen estaba a cargo de los acuerdos “grandes” con los medios que hacía quien se hallaba por ese entonces en Casa de Gobierno, hasta hace poco asesoraba al gobierno de San Juan en temas de megaminería y fracking. Léase, estaba frente a uno de los operadores del extractivismo, a sueldo de las trasnacionales y de los gobiernos que eligen doblegarse ante sus designios. Todos sabemos que lo de la provincia vecina es muy preocupante -la contaminación de por vida del río Jáchal me exime de mayores aclaraciones-.
A estas alturas suponés muy bien, puesto que pensé que mi ciclo en esa confitería podría estar llegando a su fin si los dueños se dejaban ganar por lo que vaya a saber qué les dijera este operador, cosa que evidentemente pasó ya que ipso facto terminó esa aventura que, de cualquier manera, considero única. Si escuchaste algunas de las entregas tendrás claro el tenor de mis notas, en base a la calidad profesional de las personas a las que convoqué con ánimo de conocer más acerca de su vida y de su obra. Pero el final se apuró en llegar.
Decidí publicar estas líneas puesto que no deja de sorprenderme cómo se activa la larga mano del Poder real para acallarme, ya sea a través de mi exclusión lisa y llana de emisoras de radio y televisión, como en casos con connotaciones similares al que estoy narrando, que serán motivos de otras descripciones. Pasando en limpio, más de media Mendoza es de la mafia de la que forman parte los apellidos con que doy título a esta nota -aunque en cada caso se trate de quienes manejan porciones de poderío disímiles-. Es decir, este tipo de cosas ya me han pasado.
A estas alturas y luego de 39 años de carrera periodística y de medios, debería parecerme lógico y habitual. Pero lo último que quiero es perder la capacidad de asombro, puesto que lo que le sigue a eso quizás sea la finitud. Si bien es cierto que lo único seguro es que todos moriremos, tarde o temprano, trato de preservarme en la zona de las sorpresas, que me parece divertida y encomiable por definición. Jaque, Cornejo, Ciurca y Vila/Manzano propiciaron el final de mis Entrevistas Pukka, en su fuero íntimo. ¿Y hasta mandaron un operador?
Lo escribo porque quiero que se sepa, desde ya. Pero también porque quienes trabajan con el denuedo que se avizora detrás de la excelente paga que han de percibir -las más de las veces a modo de coima lisa y llana- dejan entrever el millonario negociado que hacen con nuestros recursos naturales. Nos están robando Mendoza por entero, a través de un acuerdo espurio que lesiona seriamente nuestro sistema democrático. Mientras hacen los juegos del hambre con nuestro pueblo, la levantan en pala, censuran y sacan del medio a los que los denunciamos.
He escuchado por ahí que este intendente que se dice peronista pero algunos sindican como desarrollista -es decir, una diferencia enorme- intentará probarse nuevamente el saco de gobernador. Muy grave sería que habilitemos a otro que también sostenga las prácticas degradantes del ambiente, profundamente antinacionales. Ni a él ni ninguno de los aludidos en el título de esta nota los he visto propugnando una legislación que resguarde por entero nuestros recursos naturales, para que puedan ser disfrutados por el grueso del pueblo trabajador hoy hambreado.
Marcelo Sapunar


