El texto experimental –y por experimental podemos tomar todo texto teatral contemporáneo que prescinda de o subvierta las convenciones estructurales tradicionales propias de un texto destinado al escenario- pone al actor y al director teatral frente a un enigma: ¿cómo hacer para ponerlo en escena?
La falta de indicaciones escénicas, o el enrarecimiento de las mismas al punto de extranjerizarlas de su función, la indiscutible carencia de acción en los diálogos (sin duda herencia perfeccionada del Absurdo), la inexistente caracterización psicológica de los personajes, la concepción casi metafísica de la ambientación en que éstos hablan, y otras características más, hacen de un texto dramático contemporáneo un verdadero desafío al director teatral.
Naturalmente hablamos de textos verdaderamente contemporáneos, de verdadera experimentación, y no de las revisitaciones al hiperrealismo o de textos escritos en lenguaje cinematográfico que suelen proliferar como nueva dramaturgia y que no son otra cosa que refrituras de modas de décadas pasadas, o en el peor de los casos, hibridaciones que al teatro sólo perjudican.
Nos referimos, por lo tanto, a una dramaturgia innovadora que sin duda tiene como mentor al dramaturgo alemán Heiner Müller, pero que en el fondo reivindica la revolución textual y teatral en general que creó el Absurdo sobre la base de la filosofía existencialista.
Este tipo de textos realizan al teatro un aporte inapreciable en cuanto se inscriben en el profético pensamiento de grandes maestros como Bertold Brecht, y siguiendo su premisa “hay que darle al teatro algo que no pueda digerir” (porque el teatro teatraliza todo), la llevan a su máxima expresión acudiendo al pensamiento de Müller “sólo un texto que destruya al teatro puede aportar algo nuevo al teatro”.
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Columnista invitado
Daniel Fermani
Profesor de Enseñanza Media y Superior en Letras y Licenciado en Lengua y Literatura Españolas, diplomado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. Ha llevado adelante una profunda investigación en el campo del arte, trabajando el concepto del tiempo, la experimentación con la escritura en teatro, novela y poesía. Ha indagado en las raíces de la Posmodernidad en busca de nuevas técnicas actorales y dancísticas y sus consecuencias en la dramaturgia y en el trabajo teatral. Publicó cuatro novelas, dos de ellas en España y Argentina; cuatro libros de poesía; y tres volúmenes de obras teatrales. Desde 1999 dirige la compañía de Teatro Experimental Los Toritos, fundada en Italia y que prosigue sus actividades tanto en su sede de Roma como en Mendoza, y con la cual lleva a delante su trabajo sobre técnicas de teatro experimental. Ha ganado dos veces el Gran Premio Literario Vendimia de Dramaturgia; el Premio Escenario por su trabajo en las Letras; la distinción del Instituto Sanmartiniano por su trabajo a favor de la cultura, y una de sus obras de teatro fue declarada de interés parlamentario nacional al cumplirse los 30 años del golpe de Estado de 1976. Fue destacado por el Honorable Senado de la Nación por su aporte a las letras y la cultura argentinas. Ha sido Jurado nacional para el Instituto Nacional del Teatro (INT).


