(viene de la edición anterior)
Pero, más allá de vínculos tangenciales con la actividad política, podría decirse que hasta el año 1955, Alicia fue una “intelectual” del peronismo. Así lo reconoce Juan José Hernández Arregui, en la lista de intelectuales peronistas que confecciona en su libro La formación de la conciencia nacional, cuya primera edición data del año 1960. En una nota al pie aparece Alicia Eguren. Ella era muy joven, y además de la codirección de Sexto Continente, ya había publicado algunos libros de poesía. Seguramente, a la hora de confeccionar su lista, pesó en Hernández Arregui el protagonismo de Alicia en los años de la Resistencia Peronista y durante el período 1955-1959.
Algo que no comenté y que me parece muy relevante. En los años estudiantiles, Alicia tuvo una relación personal que fue muy importante para ella desde el punto de vista político e intelectual, una relación no exenta de ribetes escandalosos. Alicia tiene un particular vínculo con un sacerdote, el padre Leonardo Castellani, un cura escritor, de la orden de los Jesuitas. Un tipo muy extraño este Castellani. Un tipo nacionalista, muy de derecha, pero, al mismo tiempo, anti-tomista. La filosofía en boga en aquellos años, sobre todo en ambientes conservadores y católicos, era el tomismo y Castellani era un especialista en la obra y el pensamiento Søren Kierkegaard, teólogo y filósofo danés, luterano, precursor del existencialismo. El cura Castellani militaba en una organización que agitaba la consigna “alpargatas sí, libros no” mientras vivía tapado de libros. Un tipo que fue nombrado en la década del ‘70 Profesor Honoris Causa de la UBA por el rector marxista Rodolfo Puigróss. Un tipo que era amigo del escritor Haroldo Conti, y que, de hecho, fue el único que denunció la desaparición de Haroldo en uno de los famosos almuerzos con el dictador Jorge Rafael Videla. Ese era Castellani. Alicia y Castellani sostienen una relación “amistosa” que, en su momento, causó mucho alboroto en la pacata clase media porteña de los años ‘40, dado que ella era una joven estudiante y el cura un hombre que promediaba la cuarentena. En verdad no conocemos los alcances de esa relación, pero si podemos deducir cierta fascinación del cura por Alicia. Castellani, además, tenía un estilo sumamente provocador. Esto le generó grandes problemas. Fue expulsado de la orden de los Jesuitas. No por el vinculo con Alicia, en particular, sino por desobediencias en otras materias, de fondo “dogmático”. Comento todo esto, solo para tener presente que, tempranamente, la figura de Alicia aparece relacionada con el escándalo y la trasgresión. Pero también porque considero que el cura influyó intelectualmente en Alicia.
Cabe señalar que la intelectualidad peronista de la década del ‘40 era tildada, por la intelectualidad liberal (de derecha o izquierda), como de “segunda categoría”. Se usaba un término despectivo para nombrarla: intelectuales “Flor de ceibo”. Flor de ceibo era una segunda marca de productos de primera necesidad auspiciada por el Estado. Alicia fue colocada en ese lugar: una intelectual flor de ceibo. No tiene demasiado sentido discutir esta calificación porque está cargada de elitismo y, además, resulta inexacta desde la misma óptica ilustrada e iluminista que la enuncia.
En los años ‘40 Alicia participa de los talleres que organizaba Héctor Murena, un profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Murena fue el introductor en la Argentina de la Escuela de Frankfurt: Teodoro Adorno, Max Horkheimer, Walter Benjamín, etc. De hecho, fue el primer traductor argentino de Adorno y Benjamin. La joven Alicia también estaba vinculada a ese mundillo. Una de las compañeras con las que Alicia compartió los talleres de Murena fue Susana “Pirí” Lugones. Esto lo cuenta Maria Seoane en su libro Bravas (2014).
El año ‘55 es un año clave en la vida de Alicia, como lo fue en la vida de muchas y muchos, peronistas y no peronistas. Los bombardeos de junio son un punto de inflexión: vio en directo la barbarie de la clase dominante argentina, tomó conciencia de lo que es capaz de hacer esta clase para defender sus privilegios. En esa circunstancia Alicia, la poeta, la agitadora cultural, la intelectual, se convierte en un cuadro político. En ese momento exacto Alicia lo busca a Cooke, que había sido nombrado interventor del Partido Peronista de la ciudad de Buenos Aires y que despuntaba como el representante del ala más combativa del peronismo, antes del golpe del ‘55. En ese contexto nace el vínculo entre ellos. En las cartas de Alicia hay datos sobre cruces y encuentros anteriores. Cooke hace referencia a una ocasión en que la salen, no recuerdo de qué actividad, y que él lleva a Alicia hasta su casa en un auto. Dado que iban con otras personas, Alicia no lo registró a John. Pero John sí la registró a ella. En otra carta Alicia dice que ella quedó deslumbrada con una conferencia que dio el joven diputado Cooke en el año ‘46. Él tenía 26 años, Alicia era un poquito más joven, tenía 20 años. Cuenta Alicia que quiso hablarle a John después de esa charla que tuvo lugar en el Centro Universitario Argentino (CUA), vinculado a FORJA, pero que no se atrevió. Alicia también recordará que una vez lo vio a John en un teatro, entre el público, y que, en un rapto inexplicable, decidió ir a buscarlo a la salida y que no lo encontró. La obra que se representaba, no fortuitamente, era Judith. Una obra del dramaturgo Friedrich Hebbel, basada en el texto del Antiguo Testamento.
Rápidamente les cuento la historia de Judith. Esta mujer piadosa, para salvar a su pueblo, el pueblo de Israel, consiente en acostarse con Holofermes, general del ejercito opresor. Ella realiza un juego de seducción (no queda del todo claro lo que pasa en la cama, cuanto avanzan en la acción sexual), pero cuando el tipo está, digamos: “ardiente y distraído”, ella le corta la cabeza. Esa famosa imagen de la mujer exhibiendo la cabeza cortada de un hombre es la de Judith. Le corta la cabeza al machirulo de Holofermes, general asirio a las órdenes de Nabucodonosor II, uno de las tantas naciones con las que Israel tenía conflictos. Alicia se parece a ese personaje bíblico. El libro de Judith dio lugar a interpretaciones morales sobre la conducta de la heroína. Una mujer que “se corrompe” (y enfatizo el entrecomillado) para salvar a su pueblo. ¿Eso está bien o eso está mal? Grandes debates se dieron en torno a la actitud de Judith. Lo concreto es que le corta la cabeza al opresor y salva a su pueblo. Para mi no hay mucho para discutir.
Retomo. Más allá de los escarceos previos, la relación de Alicia con Cooke comienza en el ‘55. Y es un romance en toda la línea. De hecho, hay unos días que pasan juntos en la más absoluta clandestinidad y que siempre recordarán como “los días del idilio”. Son los días posteriores a la caída de Perón. Inician allí una convivencia, en la clandestinidad. Cuando Cooke cae detenido por una delación, a los pocos días, también cae Alicia.
En esos días, en la ciudad de Buenos Aires, en las estaciones de subte, aparecen carteles con la cara del Bebe y de Alicia, con la palabra “buscados”. Ya se los presentaba como una pareja política. Era una especie de western lunfardo: “wanted. Cash reguard…”. En ese momento Alicia comienza a convertirse en una figura clave de la resistencia peronista. Como John, ella también será un emblema de la resistencia peronista. Por cierto, ella pasará más tiempo presa que John. Es la persona, incluyendo hombres y mujeres, que más tiempo está detenida durante la Revolución Libertadora, luego devenida Fusiladora. Perón se entera de eso y en unos de sus libros, La fuerza es el derecho de las bestias (1956), hay un párrafo dedicado a la “Doctora Eguren”. En ese momento, además, empieza a trascender la conducta de Alicia frente a sus captores, especialmente frente a los marinos.
Debemos tener presente que Alicia cae, de algún modo, porque operan a su hijo de adenoides. Otra vez la dialéctica de la maternidad y la militancia. Operan a Pedrito y ella lo va a ver a la noche, después de la operación, violando lo que las normas de seguridad más elementales aconsejaban. Hay un operativo conjunto de diversas fuerzas militares y de seguridad. Rodean la manzana de la casa de la calle de Castro Barros, en el barrio de Boedo (la casa de sus padres) y por altoparlante le dicen que tiene que salir. Alicia intenta fugarse por las terrazas. Imposible. La capturan. Va a dar la cárcel.
Las condiciones que Alicia padece en la cárcel son durísimas. La pasa muy mal, con la salud quebrantada. Su actitud intransigente frente a los represores hace que estos comiencen a llamarla “la temeraria”. Desde el ‘55 sabrán muy bien quién es Alicia. No lo olvidarán veinte años más tarde. Ella ya estaba en la mira de los represores desde el año ‘55. La militancia popular, quienes formaban parte del universo de la resistencia peronista, la empiezan a llamar: “Alicia de la patria”. En esos años adquiere un gran prestigio.
En ese momento intenta, desde la cárcel, a través de diversos medios, incluyendo una carta a Perón, favorecer la posición de Cooke frente a otros personajes que intentaban congraciarse con Perón. De algún modo, cuando Cooke es nombrado delegado por Perón, ella comienza a actuar como una especie de subdelegada. Es muy difícil separar la delegación del Bebe de las funciones que cumple Alicia. Alicia está presente todo el tiempo y fue clave en algunas decisiones. Eso generó grandes problemas entre ellos. Al punto de que, en un momento, John la desautoriza. Le pide que por favor no tome decisiones sin consultarlo a él, le dice que, en las cuestiones políticas, él va a tener la última palabra.
Leo, como para tomar contacto más directo con su personalidad, lo que le responde Alicia a John después de la desautorización:
Por sus expresivas palabras he sabido, me he enterado de lo que una dirigente peronista no debe hacer. Pero, por mi conducta de un año, las dirigentes y los dirigentes peronistas se han enterado de sus obligaciones y de lo que significa la dignidad. Le quedo muy agradecida por su notificación de que yo puedo enviar cartas cordiales a cierta gente y a título puramente personal. No lo sabía.
Continúa más adelante:
Usted me ha ofendido desmesuradamente, porque terrible y total es el amor que usted me inspira. Si lo tuviera cerca le daría tantas patadas que quedaría irreconocible. Yo lo voy a curar de su desplante de soberbia, macho, y le voy a enseñar a que me respete políticamente ni un centímetro menos de lo que me respeta hormonalmente.
(Carta de Alicia Eguren a John William Cooke, Olmos, s/f, noviembre de 1956. En: Fondo Cooke-Eguren la Biblioteca Nacional).
Así era Alicia. Claramente, ejercía una subdelegación.
Además, en esos años, Alicia intenta reorganizar la rama femenina y convertirla en una organización para la lucha y para el combate político. Eso le generará muchos conflictos, básicamente con Perón y con las viejas dirigentes de la rama femenina. Alicia quería promocionar a las dirigentes de base, a las militantes jóvenes y correr a las viejas jerarcas del peronismo que habían sido diputadas y funcionarias y no tenían experiencia de militancia popular, en fábricas, barrios, etc.. La acusan de utilizar “métodos bolcheviques” -aparece esa palabra-. Alicia no tiene éxito en su tarea, entre otras cosas porque el propio Perón interviene para desalentar sus iniciativas.
En relación al tema de la participación política de las mujeres del peronismo, lo interesante es que Alicia (si bien reconoce que Eva Perón impulsó la participación de las mujeres y destaca el significado histórico de su figura), entiende que el tipo de intervención de las mujeres promovido por el peronismo consistía en una participación despolitizada que relegaba a las mujeres a roles secundarios.
La figura de Eva Perón, por sí misma, podía llegar a inspirar actitudes trasgresoras, pero, en concreto, otras lógicas y prácticas del peronismo no lo hacían. Alicia tiene un texto: “Solo la verdad nos hará libres. El día del renunciamiento y otras infames patrañas”, de septiembre de 1971, publicado en Nuevo Hombre. Se trata de un artículo en donde hace un análisis del Cabildo Abierto del 22 de agosto del año ‘51. Allí la CGT y otros sectores piden la candidatura de Eva a la vicepresidencia de la Nación y se da esa situación de tira y afloje en la que ella termina por no aceptar ese cargo: el “renunciamiento histórico” de Evita. Alicia dice no. No fue un renunciamiento sino una derrota política. De algún modo, ese día Evita quiso traspasar un umbral, quiso salirse del rol de la plebeya ofendida e indignada que le habían asignado para convertirse en jefa de facción. Ahí, la sociedad patriarcal (y burguesa) le puso un freno. Hasta allí la dejaron llegar. Entonces, también tenemos que destacar el papel fundamental de Alicia (y de John, claro) en la construcción del “mito Evita”, de la figura rebelde y contestataria de Eva Perón: esa será la Evita de los ‘70. Pero, vale aclarar, en los ‘50 esa la imagen todavía no estaba tan claramente delineada.
Otros datos que me parecen importantes y que no mencioné: Alicia también participa del famoso Congreso de Filosofía del año ‘49, -vamos para atrás- que fue un hito muy importante de la filosofía nacional y del que participaron más de 200 personas. De ese total, solo había 10 mujeres. Una es Alicia. Es la única mujer relatora del Congreso de Filosofía.
En el ‘57, Alicia sale de la cárcel. En realidad, se fuga. Acá hay también otro elemento a destacar. Se habla mucho de la fuga famosa de Cooke del penal de Río Gallegos, una fuga cinematográfica, de hecho, hay una película. Pero Alicia también protagoniza su propia fuga. Las cosas fueron así: los dictadores le dan la opción de salir del país. Ella plantea que hasta que John no saliera en libertad, ella no iba a aceptar su propia liberación, por solidaridad con su compañero. Cuando John se fuga, considera la alternativa de la salida. Querían deportarla a España y enviarla en avión. Alicia hace lo imposible para demostrar que no está condiciones de viajar en avión, que tienes problemas en el oído, etc., y que tiene que viajar a España en barco. Entonces se embarca a España, pero sabiendo que el barco, el Lumiere, hacía una parada técnica en Montevideo. Cuando el barco atraca en Montevideo, en connivencia con algunos miembros de la tripulación y algunos amigos que estaban esperándola en el puerto, ella se escapa. Alicia también se fuga. Además, se fuga sola. No se fuga con seis compañeros o seis compañeras. Se fuga sola. De Montevideo, va a Chile, allí se reencuentra con Cooke. Y de ahí, viaja, antes que Cooke, a Caracas para entrevistarse con Perón. O sea de ese tándem político, Alicia es la primera que ve a Perón, cuando Cooke ya es delegado; y es la que le lleva el Plan de Acción elaborado por Cooke, el mismo que aparece en la Correspondencia Cooke-Perón – Perón-Cooke. Cooke viajará a Caracas poco después.
Alicia y John forman parte del círculo íntimo de Perón en esos años, en el año ‘58, en Caracas y en Ciudad Trujillo. Ahí es cuando también empiezan las diferencias con Perón, sobre todo después del año ‘59, después de la toma del frigorífico Lisandro de la Torre. Cooke es desplazado y Alicia también. Él deja de ser el delegado, ella deja de ejercer la subdelegación de facto, esa especie de subcomandancia.
Ahí empieza otra historia. Rápidamente Alicia y John viajan a Cuba. La revolución acababa de triunfar. Tengamos presente que, en Argentina, las primeras marchas a favor de la Revolución Cubana, fueron en la Avenida Santa Fe, en pleno Barrio Norte. La clase alta, la burguesía porteña leía la Revolución Cubana en clave “democrática”, “republicana”. Como un proceso político liberal que derribaba a un feroz dictador. Después, se supo, se trataba de algo muy diferente. Lo de derribar a un feroz dictador era cierto. Pero no se trataba de un proceso político liberal. Tempranamente, Alicia y el Bebe captan el significado de la Revolución Cubana, perciben lo que estaba en juego en Cuba. Se instalan en la isla y se convierten en los principales colaboradores del Ernesto Guevara. De algún modo se erigen como los eslabones argentinos del plan continental del Che. En esos años trabajan codo a codo con el Che.
¿Qué es lo que lleva a esa ruptura con Perón? ¿Cuáles son las diferencias de Alicia y John con Perón? Ella y él entendían que el peronismo, como movimiento policlasista, había agotado sus posibilidades. Ya decían eso en el año ‘52. Consideraban que, si el peronismo no se radicalizaba políticamente, podía tener un final inglorioso. Entendían que el frente de clases del año ‘45 estaba agotado desde el ’52. Que los componentes de ese frente habían cambiado, que sus intereses y sus objetivos no eran los mismos. La burguesía nacional ya no era la del ‘45. Era, cada vez más, una burguesía sometida a procesos de transnacionalización, mucho más interesada en asociarse al capital monopólico transnacional que en insistir en una línea de desarrollo nacional autónomo. El ejército tampoco era el del ’45. Devenido en ejército pentagonal, cada vez más moldeado por la doctrina de la seguridad nacional, cada vez más vinculado a otros proyectos reaccionarios y pro-imperialistas. Por lo tanto, el peronismo, si pretendía seguir siendo una fuerza popular, no podía reivindicar ese frente y aspirar a reeditarlo. Debía romper ese frente, armar otro con un componente más popular y radicalizarse políticamente. Cuba, de alguna manera, exponía esa deriva ideal: un movimiento de liberación nacional que devenía en fuerza política anticapitalista. Era lo que Alicia y John querían. Es decir, no es que descubren en la Revolución Cubana un camino original, nuevo, por el contrario: Cuba es la constatación de algo que ellos ya habían pensado, que ya habían soñado. Estas posiciones se pueden seguir en los documentos, en las cartas, etc. Desde antes del ‘59, todo conducía a Alicia y al Bebe a la Revolución Cubana. Todo estaba dado para que esta contara con su apoyo incondicional y entusiasta.
A partir de ese punto de inflexión, también cambian los interlocutores. Alicia y John apoyan el intento guerrillero de los Uturuncos. Alicia era la encargada de la logística de los Uturuncos. En el fragor de esa experiencia, comienzan a relacionarse con distintos sectores de la izquierda, con grupos que provienen de Palabra Obrera. Por cierto, Alicia participa de un Congreso de la Palabra Obrera, en el año ‘56. Tienen vínculos estrechos con grupos desprendidos del Frondizismo que conforman el MALENA (Movimiento de Liberación Nacional). También hay contactos con el PCA (Partido Comunista Argentino). En fin, de a poco Alicia y John comienzan a generar eso que después terminará siendo el peronismo de izquierda, el peronismo revolucionario, la izquierda peronista. De alguna manera, Alicia y el Bebe son como los precursores de ese espacio ancho y heterogéneo.
Desde Montevideo, organizan lo que en esa época se llamaba “reclutamiento”: era la formación militar y política de cuadros que se hacía en Cuba. La primera persona con la que se topaban las argentinas y los argentinos que llegaban a Cuba a recibir instrucción militar y formación política, la primera persona que veían en el aeropuerto, era Alicia. Alicia solía ser también el primer contacto en Montevideo.
Alicia también contribuye con la logística del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) de Masetti. Aunque, vale aclararlo, ni ella ni John estaban de acuerdo con esa acción y se lo hace saber al Che. Existen testimonios de que tanto John como Alicia cuestionan esa operación, la desaconsejan, con argumentos políticos sólidos y sensatos. Aun así apoyan a quienes se embarcan en el proyecto que, como sabemos, termina muy mal, trágicamente. Y después organizan toda la solidaridad para con las familias y los sobrevivientes. Alicia, y el abogado Gustavo Roca, se van encargar de la defensa de los sobrevivientes. Si bien Alicia adhiere a la lucha armada, es una crítica del foquismo; se nota en sus cartas, se puede demostrar a partir de documentos, no una especulación mía. Ella priorizaba otras formas de lucha y le asignaba a lo militar un lugar subordinado en el marco de una estrategia amplia.
En el año ‘63, Alicia, con el Bebe, es cofundadora de Acción Revolucionaria Peronista (ARP). Por ARP, desde el ‘63 al ‘66 más o menos, o un poquito más tal vez, pasan una gran cantidad de militantes que luego serán dirigentes, cuadros político-militares, referentes de las diversas organizaciones revolucionarias de fines de los ‘60 y principios de los ‘70. Por ARP pasan Fernando Abal Medina, Norma Arrostito, Amanda Peralta, Raimundo Villaflor; en fin, la lista sería muy extensa. O sea, en ARP se forman las y los futuros militantes de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de Montoneros, del Partido Revolucionario de los Trabajadores–Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). ARP fue, sin dudas, una gran escuela de formación política revolucionaria, una escuela cookista-egurenista.
En el ‘68 muere el Bebe. Para Alicia es un gran cimbronazo porque, además, en el ‘67 había caído el Che en Bolivia, en realidad: había sido asesinado. Son dos pérdidas terribles. Ella sigue siendo la principal referente de ARP, pero su liderazgo comienza a ser cuestionado. Se da una discusión interesante, sería imposible detenernos ahora en eso por una cuestión de tiempo, pero después de la muerte del John se produce en ARP una especie de discusión sobre el liderazgo femenino, sobre el mando femenino, algo que excede la figura de Alicia.
Pero, al margen de las cuestiones internas, hay otras circunstancias que hacen que esa organización se desgrane, que sus militantes migren a las FAP, a las FAR, después a Montoneros y al PRT-ERP. Es decir, hay una profunda crisis política en ARP, relacionada con la cuestión de la lucha armada y las condiciones y modalidades para iniciarla.
Alicia quedará como una figura muy respetada, una referencia política revolucionaria insoslayable, desvinculada de cualquier orgánica, pero al mismo tiempo con vínculos estrechos con un abanico amplio de organizaciones y grupos. Creemos que esto fue así, entre otras cosas, por su rol como formadora política de una camada de militantes y cuadros.
Entonces, ¿qué hace Alicia después de la muerte del Bebe? Bueno básicamente juega el rol de una personalidad política independiente del peronismo de izquierda, del peronismo revolucionario, de la izquierda peronista, que busca la articulación de distintos sectores al interior de ese peronismo y de ese peronismo con la izquierda no peronista. Ese es el papel que va a jugar en esos años. El de una figura independiente, no comprometida orgánicamente con un grupo particular. Aunque ella tenía su mesa de discusión donde estaban Rodolfo Ortega Peña, Raimundo Villaflor, y Eduardo Luis Duhalde -Duhalde el bueno-. Ese era su ámbito de discusión política más íntimo. Probablemente las FAP hayan estado ideológicamente más cerca del cookismo y del egurenismo, por lo tanto, no es raro que Alicia haya estado allí. Pero también sostenía relaciones periódicas -esto lo habrá contado Luis Mattini cuando estuvo aquí, en la Cátedra- con el PRT-ERP. No olvidemos que las y los conocía a todas y todos de ARP o de Cuba, donde ella había sido instructora.
A comienzos de la década del ’70, Alicia va a tener una activa participación periodística, tal vez la más importante en toda su vida. Durante más un año y medio publicará casi quincenalmente artículos políticos en Nuevo Hombre, artículos más bien de coyuntura. Escribe algunas cosas sobre el Che, sobre el Bebe. Escribe, con un estilo muy particular, con un estilo muy poético, lo que denota que Alicia, antes que nada, era poeta.
En esos años también viaja seguido a Chile. Ella había acompañado a Allende en toda la campaña del ‘64, en la que no gana. Y después vuelve a estar con él en la campaña del ’70, cuando sí gana las elecciones presidenciales. La gira del ‘64, Alicia la hace completa. De esa gira hay documentos como los mencionados Poemas a Salvador.
En ese contexto se produce el encuentro de Alicia con Pablo Neruda. Hay un bello testimonio del escritor español Luis María Anson sobre Alicia, de cuando estuvieron en la casa del poeta, en Isla Negra. También participaron de esa reunión el poeta brasilero Thiago de Mello y la escritora argentina Iverna Codina, mendocina, que más tarde fue considerada como una precursora del boom literario que luego sería protagonizado por escritores (hombres) como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, entre otros.
Básicamente esa fue la función de Alicia en esos años. Tejedora. Articuladora política de un frente popular y revolucionario. Y sostiene esa función en el tiempo.
Alicia no ve con buenos ojos la candidatura de Cámpora, por lo menos no en un primer momento. Entiende que en el ’72, en la Argentina, había una situación pre-revolucionaria y consideraba que la candidatura de Cámpora era un retroceso, que era como dar marcha atrás. Apuesta a una salida insurreccional. Pero, a pesar de la situación de auge masas, puede que tampoco haya habido condiciones para eso. Es un tema para discutir.
Poco después, Alicia percibe que en torno a la candidatura de Cámpora comenzaba a conformarse un espacio con un contenido más crítico, más disruptivo, y allí decide colaborar. De hecho, ella también elabora una propuesta para el retorno de Perón. Tenía un plan para convertir el regreso de Perón en una situación revolucionaria.
(continuará)
Columnista invitado
Miguel Mazzeo
Profesor de Historia y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesor titular regular de la UBA y de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Investigador del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC-Facultad de Ciencias Sociales-UBA) y de la UNLa. Educador popular, participó y participa de espacios de formación de diversas organizaciones de Nuestra América. Escritor, autor de varios libros publicados en Argentina, Venezuela, Chile, Perú y el Estado Español; entre otros títulos se destacan: ¿Qué (no) Hacer? Apuntes para una crítica de los regímenes emancipatorios; Introducción al poder popular. El sueño de una cosa; Poder popular y nación. Notas sobre el Bicentenario de la Revolución de Mayo; El socialismo enraizado. José Carlos Mariátegui: vigencia de su concepto de “Socialismo práctico”; El hereje. Apuntes sobre John William Cooke; Marx populi. Collage para repensar el marxismo; La comunidad autoorganizada. Notas para un manifiesto comunero
Nota
Charla de Miguel Mazzeo sobre Alicia Eguren, en ocasión de la presentación de su libro Alicia en el País. Apuntes sobre Alicia Eguren y su tiempo; Cátedra Ernesto Che Guevara de la Universidad Nacional de La Pampa, Santa Rosa, 18 de noviembre de 2022.
Bibliografía referida
Mazzeo, Miguel. Alicia en el País. Apuntes sobre Alicia Eguren y su tiempo, Buenos Aires, Colihue, 2022.
Hernández Arregui, Juan José, La formación de la conciencia nacional, Buenos Aires, Plus Ultra, 1973.
Seoane, María. Bravas. Alicia Eguren de Cooke y Susana Pirí Lugones. Dos mujeres para una pasión argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 2014.
Eguren, Alicia, Escritos, Buenos Aires, Colihue, 2023. Introducción, selección y notas: Santiago Allende, Nicolás del Zotto y Emiliano Ruiz Díaz.
Perón, Juan Domingo, La fuerza es el derecho de las bestias, Buenos Aires, El Minorista, 1956.


