Finitos, mortales, con fecha de vencimiento y a sabiendas que lo único seguro que nos espera es la muerte. Así somos estas criaturas que nos denominamos seres humanos. Cualquier día, de forma más o menos imprevista, terminará nuestra existencia. Vivir con esta constatación a flor de piel, quizás nos haría mucho bien.
De ese modo tal vez podríamos colocarnos por encima de las necesidades vitales más apremiantes, de las que escapan los menos. Celebrar los amores, la vida, las existencias con las que nos acompañamos: familia, amigos. Que cada día comience y termine como una acotada vida de 24 horas. “Carpe diem”.
Con el amor ocurre que, cuando cobramos conciencia de la cercanía del final, la realidad se nos aparece en toda su dimensión, despojada de las voluptuosas imágenes románticas, de aquellos momentos inolvidables, de las promesas de amor eterno. Con el final del amor se nos representa el término del ciclo vital.
El adiós
Caímos en la red
parecíamos peces debatiéndonos atrapados.
Hasta las escamas y las aletas perdimos.
En mi boca se atravesó un anzuelo
y en tu boca se atravesó un adiós.
¿Fue el agua fiebre ligera
o fue la fiebre ligera muerte anunciada?
En el bote
en su proa
aparejos destruidos
cañas señuelos carretes enredados.
Fuimos piezas devueltas al agua
fuimos combatientes de una corta batalla
entre anzuelo y adiós.
Sin embargo, lo negaremos para siempre
Columnista invitada
Liana Castaño
Maestra, integrante del taller de poesía “Más allá de las palabras”, publicó en las antologías: “Fuego en las manos”; “Mujeres de palabra”, “Luz de luna” (IV Concurso Internacional de Poesía, España). Su más reciente publicación “Más allá de los poemas”, poemario colectivo del Grupo de Poesía “Más allá de las palabras” que coordina Diana Starkman, será presentado en la Feria del Libro de Mendoza 2020
Foto: Adriana Martinetti