Decodificó el fútbol tamizándolo por el potrero nacional, con esa inteligencia que siempre le hizo guiños a lo desopilante. En sus observaciones caben todos los temas, lo que universalizó su obra literaria. Pero todo nació del fenómeno del humorista gráfico, que se convirtió en una compañía para millones.
Inodoro Pereyra, Boogie el aceitoso, Sperman… entre otras tiras, se devoran con entusiasmo y alegría desde siempre. Uno quiere saber qué nueva treta planteará el artista desde el guión que hace encarnen sus personajes. La “salida” nueva, el remate, el intercambio fresco e inesperado.
Los personajes secundarios, claves para lograr los diálogos, para hacer cada intercambio, también se salían de cualquier posible molde. Habría que hacer un estudio de gestualidades, frases y agregados de todos aquellos seres que quizás sólo acompañaron, en una sola viñeta, a cada uno de los principales.
“Obras destacadas El mundo ha vivido equivocado (1982), No sé si he sido claro (1986), Nada del otro mundo (1987), El mayor de mis defectos (1990), Los trenes matan a los autos (1992), Uno nunca sabe (1993), La mesa de los Galanes (1995), Una lección de vida (1998), Te digo más… (2001), Usted no me lo va a creer (2003) y El rey de la milonga (2005).
“Premios Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento, premio «La Catrina», reconocimiento que cada año se entrega en el Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta. Recibió además el Premio Konex de platino en 1994 y el Konex en 1992.
“Roberto Fontanarrosa (Rosario, 26 de noviembre de 1944 – ibídem, 19 de julio de 2007) fue un humorista gráfico, historietista, dibujante, escritor y novelista argentino. Conocido como El Negro Fontanarrosa, fue uno de los referentes del dibujo humorístico de nuestro país y uno de los más seguidos por los lectores de las publicaciones en las que aparecían sus chistes e historietas. Fue víctima de la ELA (esclerosis lateral amiotrófica), enfermedad neurológica que lo llevó a la muerte.
“Comenzó su carrera como dibujante humorístico donde se destacó rápidamente por la calidad y la rapidez con que realizaba sus dibujos, cualidades que hicieron que su producción gráfica fuera copiosa.
“Su fama trascendió las fronteras de Argentina y algunas de sus obras se comenzaron a publicar en un diario de Colombia y luego fue publicado muchos años por el semanario mexicano Proceso. Como era un apasionado del fútbol, le dedicó varias de sus obras al mismo convirtiéndose en un clásico de la literatura futbolística argentina”.