Hoy quiero referirme a una experiencia personal que tiene que ver con las andanzas de una de las tantas orgas que, como el musgo luego de la lluvia, han proliferado en el ancho mundo de lo nacional y popular. Creo que debemos estar alertas para no ser parte de un derrotero perfectamente urdido para desagregarnos hasta el infinito, para dividirnos sin más. No quiero decir que todas vibren en la misma sintonía, pero a vos también puede pasarte. Vaya saber cuántos integrantes del albertismo -o neomenemismo- sostienen estas faunas.
En mi viaje a Buenos Aires del año pasado tomé contacto con un agrupamiento que me propuso me incorporara a sus filas. Con agrado y luego de recibir algunos materiales de los que emiten, respondí afirmativamente. Pronto formaba parte de las reuniones regionales y, luego, de un pequeño conjunto al que denominan “consejo nacional”. En todos los casos se trata de unas pocas docenas de compatriotas esparcidos por varias provincias de nuestra geografía. Asimismo no han logrado reclutar militantes en los 24 distritos electorales nacionales.
Dejame que te cuente, en honor a la verdad, que el trato que recibí por parte de todos y cada uno de ellos y ellas fue de un respeto esmerado, muy cuidadoso de mi condición de ser humano, pensante, sensible… en definitiva, a este respecto de nada puedo quejarme, aunque a poco andar uno podría suponer que hasta tal cosa formaba parte de esa puesta, ya que el acercamiento que servía a los fines de la incorporación también garantizaba un relacionamiento -siempre virtual- que se sostenía en variadas reuniones.
Es decir que había un esmerado trabajo de sumatoria que, siendo bien pensados, garantizaba un crecimiento. Tratándose de un grupúsculo, igualmente había algo de argamasa allí que operaba de imán que iba enganchándonos a un procedimiento y a una prédica. Pero a poco andar comencé a advertir que había situaciones que no terminaban de serme claras. Para resumir, cuando trato}é de profundizar en lo atinente a línea política advertí, no sin sorpresa, que el discurso era de tipo horizontalista y ocultaba con una sorpresa mayor, aún reservada.
Si trataba de hacer referencia a la figura de la lideresa veía que varias caras se avinagraban, se escuchaban algunas carrasperas, varios se inquietaban sobremanera, al tiempo que otros y otras asentían a lo que yo planteaba, aunque estos últimos lo hacían en forma tímida. No fue difícil entonces descubrir que había algunos y algunas trabajando en forma ostensible para avanzar “sin personalismos” -llegaron a decirme- en la reconstrucción del campo opositor. ¿Cerraba tal razonamiento con liderazgos como el de Perón o el de Cristina?
Lo que había detrás, en todos los casos, era el dispositivo de mil formas de impedirme acercarme siquiera a la reivindicación de la sumatoria que constituyó, para la historia argentina y peronista, el paso por la función pública de la platense aquerenciada santacruceña, quien también fuera esposa y compañera del ex Presidente Néstor Kirchner. Ya en esta instancia la relación comenzaba a ponerse tirante, porque además me iban desagregando, poco a poco, de algunos emprendimientos de orden comunicacional de tercera línea en los que me habían incluido.
Finalmente todo duró “lo que un pelado en la nieve”, unas pocas semanas. Las suficientes como para saber que me hallaba formando parte de una “orga” muy exigua que, igualmente, trabajaba en forma decidida para poner en dudas -para ser bien hablados- cuando no contravenir -para ser más exactos- a quien hoy también preside el Partido Justicialista. Que no cuenten conmigo, les di a entender y cada cual siguió su camino. No vale la pena que te diga el nombre de este nuevo sello, pero si te interesa saberlo comunicate por privado y te lo voy a pasar.
(continuará)


