Ciertas temáticas parecieran haberse planteado hasta el hartazgo, sin embargo resulta necesario volver sobre ellas una y otra vez. Por una parte, porque se trata del propio espinel del peronismo, que hasta lo que sabíamos fue un movimiento pivoteado en torno al liderazgo indiscutido de su fundador, el ex Presidente Juan Domingo Perón. Es cierto que a lo largo de los 18 años de su proscripción crecieron como hongos quienes pretendían un “peronismo sin Perón”. Sin embargo, a ojos vista de la historia terminó imponiéndose la figura rutilante del general.
No se comprende que todo lo que valía para el liderazgo del “Pocho” trate de ponerse en dudas respecto del que ejerce la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Podría pensarse que se trata de misoginia lisa y llana, pero hilando más fino advertimos que anida allí la larga mano del Poder real y la embajada yanqui, siempre listos para meter vasa en el principal movimiento político argentino. Hay un pequeño ejército conformado por quienes son capaces de entregar hasta a su propia madre por un cargo, aunque tal cosa vaya contra lo que pueda beneficiar al conjunto del pueblo argentino.
Ya lo vimos de manera descarada primero con el menemismo y luego, más acá en el tiempo, cono ese engendro al que algunos denominaron “albertismo” -neomenemismo, ¡bah!-. Entregaron las tres banderas fundacionales a como dé lugar, beneficiando a las corporaciones de antes y a las de ahora. Me niego a pensar que el kirchnerismo fue una anomalía, por cierto más que positiva. Prefiero pensar que tanto el ex Presidente Néstor Kirchner -de quien hoy se cumplen 15 años de su muerte- como su compañera de vida y militancia, apostaron a un regreso a la fuente doctrinal.

La decisión de desdoblar las elecciones bonaerenses es patrimonio único y exclusivo del Gobernador Axel Kicillof, que aprovechó la volada para lanzar un espacio propio. Algunos podrían considerarlo una atribución del gobernante -sin dudas tal cosa es así- y otros lo analizamos como una de las últimas traiciones que sufrió la lideresa y, por tanto, el conjunto del campo nacional y popular. Lo ocurrido en la jornada electoral de ayer es una prueba irrefutable del aserto manifestado. Podríamos decir “con la verdad no ofendo ni temo”, variación sobre dichos del general José Gervasio Artigas.
Las elecciones desdobladas de setiembre en el distrito más importante del país dieron como resultado un triunfo que ayer se perdió como arena entre los dedos. Muchos intendentes, que ya habían logrado lo que deseaban para cada uno de los partidos de la Provincia de Buenos Aires, se sentaron a tomar café y fueron muy pocos los que siguieron militando a full para que le diéramos la tan ansiada paliza al macrimileísmo, Esto fue avizorado por la lideresa, quien lo hizo trascender a través de distintos dirigentes en forma oportuna. Incluso, el tópico formó parte de la discusión interna.
Lo ocurrido ayer es la demostración clara respecto de la verdad que anida en el discurso de quien ejerce el liderazgo. Quizás haya que volver a la serie de posiciones analizadas hasta el hartazgo en piezas de estudio que han sido generadas desde siempre, en las que queda de manifiesto que la visión estratégica suele ser la de quienes ocupan ese sitial único e intransferible. Pero claro, como de lo que se trataba era de dejar ubicado al primer mandatario provincial en la carrera presidencial, hacer lo que el mismo deseó terminó siendo su propio huevo de la serpiente.
Bebió de su propia medicina y, finalmente, de él mismo procede el “error” que lo dejó sin el juguete de que deseaba disponer si hoy pudiera plantarse como el ganador de los comicios. Muchos de los intendentes que le endulzaron los oídos terminaron dejándolo solo y a partir del entuerto, todos los argentinos perdimos una ocasión histórica para marcarle la cancha a los que entregan el país, lisa y llanamente, desde Casa Rosada. Mucho he escrito respecto del aventurerismo del que decidió ir en pos Kicillof, que tomó el atajo propuesto por los sectores más recalcitrantes del derechismo peronista.
Si deseás volver sobre el particular te recomiendo leás la serie de 7 notas que titulé “Cristina Presidenta y las distorsiones que coordina la Escuela de Judas”, en la que hago mi aporte al análisis de la traición que antecediera a la que señalo en estas líneas, que llevara adelante el ex Presidente Alberto Fernández. Ese señor, luego caído en desgracia por una causa de violencia de género que tanto duele como avergüenza a la condición humana, incumplió las promesas electorales a través de las cuales accedió a la presidencia. Mal que me pese, terminó trabajando para otros intereses.
Tengo plena consciencia que lo que escribo es acorde al inicio de una autocrítica necesaria, en momentos en los que Cristina, en su condición de lideresa, avizoró otro escenario que el que nos toca ahora atravesar por culpa de Kicillof. Me debo a mi honestidad intelectual, que cuido como un tesoro al margen de los dolores de cabeza que me traiga decir lo que advierto. También sé que muchas veces los mediocres y los delincuentes no dudan en echarle la culpa a quien hace estos planteos, al modo “maten al mensajero”. Es el camino más cómodo de los aduladores y de los perversos.
A esta ultraderecha brutal, con espalda imperial, necesitábamos asestarle una derrota por todo lo ancho en estas elecciones de medio término y hoy no podemos celebrarla por un “error” político inadmisible. Si no lo dijera, no sería yo. Pero al mismo tiempo creo que debemos ponerlo sobre la mesa para que sirva de eje de discusión sobre lo que se viene, puesto que el escenario argentino ha de ser aún más cruento, mientras varios siguen jugando el jueguito demasiado pedestre de poner en dudas a Cristina -¡nada más y nada menos!-, sin llegar ni a la suela de sus zapatos.
La infinita generosidad de Cristina apuntaba, incluso, a dejarlo a Kicillof a tiro de convertirse en uno de los posibles presidenciales hacia 2027, pero el propio beneficiario de tal posibilidad quedó a tiro del bajo vuelo de su propuesta, que resultó ser la de un dirigente más que busca su lugar en la interna de un movimiento. Hay mucho más por decir, cosa que haré en lo sucesivo. Siempre te hablo desde lo que veo, lo que sé, lo que pienso, a pesar que me cierre puertas y, por tanto, financiamientos posibles. Prefiero seguir transitando la senda del honor a la verdad.
Pienso que la amplia mayoría de militantes y buena parte de la dirigencia del principal movimiento político argentino, saben separar la paja del trigo. Ese enorme conjunto humano ha de hacerse cargo de llevarnos nuevamente a la senda de una Argentina justa, libre y soberana, en la que avancemos en línea con lo que plantea el brillante liderazgo de la persona que tiene el apoyo de millones y millones de argentinos y argentinas. Creo que desde hoy debemos redoblar los esfuerzos exigiendo su libertad, puesto que esa aberración judicial resultó un ardid proscriptivo.
Lo más probable es que quienes acompañaron el “error” de marras nunca se hagan cargo de tal cosa. Celebra el Presidente Javier Milei, celebra el presidente del norte y los poderosos de aquí y de allí. Celebran los que trabajan en contra de nuestro país desde siempre. Pero también lo hacen aquellos que le generan internas al frente nacional, trabajando para intereses inconfesables. De cualquier manera, creo que deberemos ocuparnos de analizar estas y otras temáticas entrelazadas. Hay mucha tela por cortar y hago mi aporte a la apertura del necesario debate.
Marcelo Sapunar













