El agua vale más que el oro…
Emblemática frase que los mendocinos tomamos como lema y la llevamos a la victoria el pasado mes de diciembre. Mendoza en pleno le mostró al gobernador que tolera algunas cosas, pero hay límites infranqueables.
El cuidado del agua es uno de ellos, y más cuando el Calentamiento Global la está poniendo en peligro. Mes a mes superamos los registros de temperatura del planeta, acumulados en los 135 años que llevamos midiendo las temperaturas del globo terráqueo.
Los años cálidos empezaron en 1998 y continuaban hasta el comienzo de la Pandemia del COVID19, causados por este Cambio Climático cuyas causas, casi con certeza son antropogénicas, es decir, debidas a la actividad del hombre. Claro, es que la humanidad -desde la revolución industrial- no ha dejado de incrementar la quema de combustibles fósiles aumentando la concentración de gases de efecto invernadero, especialmente el CO2, a niveles nunca conocidos desde la aparición del Homo Sapiens en la biosfera terrestre.
En los inicios de la industrialización, la concentración de CO2 era de 280 ppm y a lo largo de toda la historia de la humanidad, según los registros paleontológicos, las concentraciones de dióxido de carbono han fluctuado entre 180 ppm y 300 ppm.
Hoy, según el Organismo Nacional para el Estudio de los Océanos y la Atmósfera (NOAA), las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera han alcanzado 400 partes por millón (ppm) y se espera que continúen aumentando.
Este aluvión de dióxido de carbono en la atmósfera, por el efecto invernadero que produce, ha aumentado las temperaturas medias mundiales, ocasionando un impresionante deshielo de glaciares, un aumento en el nivel del mar, la desaparición de masas de hielo de los Océanos Ártico y Antártico, las migraciones de las especies y un aumento de los fenómenos extremos como sequías e inundaciones.
La Agencia Internacional de la Energía advierte que si se continúa con este modelo de los negocios energéticos, basados en la extracción y quema de combustibles fósiles, el mundo se dirige a una catástrofe climática, con la desaparición de las ciudades costeras, con modificaciones drásticas en la agricultura mundial y la extinción masiva de vida en el Planeta. Incluso podría acabar con la civilización humana tal como la conocemos. Estaríamos a las puertas de la SEXTA extinción masiva.
Mientras tanto, en este lejano Sur del planeta y para llevarse el Oro, la Plata y otros minerales de la provincia de Catamarca, Minera La Alumbrera quemó alegremente 5 millones de litros de gasoil por mes, casi tanto como el consumo de toda la Provincia de Tucumán y, para proveerle la energía eléctrica que consumía, la Central El Bracho quemaba casi 9 millones de m3 de gas natural al mes.
O sea, para dar utilidades inmensas y no controladas a empresas extranjeras, nosotros aumentamos el calentamiento global quemando miles de toneladas de combustibles fósiles.
Algo similar querían hacer en Mendoza, pero la sociedad mendocina en diciembre los obligó a retroceder y ahora, el COVID 19 está mostrando que al disminuir abruptamente la quema de combustibles fósiles y, fundamentalmente al eliminar el tránsito de aviones sobre la cordillera, que son grandes aportantes de CO2 a la atmósfera, pareciera que le dimos un respiro a la naturaleza y volvió la nieve a sus valores medios, luego de 10 años de ausencia de nevadas significativas.
¿Será una demostración del camino suicida que llevábamos?
¿Será que cuando el hombre hacía caso omiso al daño que producían sus acciones, la misma naturaleza le obligó a detenerse y al menos durante un tiempo, el planeta está respirando aliviado?
Decía mi abuela: ¡No hay mal que por bien no venga!!!
Columnista invitado
Alberto Lucero
Ingeniero Electricista – UTN – Fac. Reg. Mendoza.
Titular de “LENIX PUBLICIDAD”. Titular de “INFO POINT SYSTEM”.
Co-fundador de A.M.P.A.P. (Asambleas Mendocinas por el Agua Pura), en Tunuyán.