En recuerdo del Negro Fontanarrosa
Filosofía de lo popular
De arranque me costó entrarle. Por caso, el Inodoro Pereyra no me dejaba comenzar a relacionarme, porque sin precisión el conjunto de las líneas parecían entorpecerse unas a otras. Daba la impresión que el propio dibujo era una forma de hablar de nuestra precaria condición de argentinos y ciudadanos del mundo.
Luego de focalizarme en el primer cuadrito se establecía la dimensión humana. Ahí ya sentía ganas de percibir entre mis piernas al cánido Mendieta juguetón, o atisbar que “la prienda de Don Inodoro, la Eulogia” se asomaría desde dentro del rancho para anunciar que ya estaban listas las empanadas.
En adelante una alcanzaba a sentir la llanura de esa pampa húmeda en la que aparentemente no ocurría nada, hasta que cualquiera de los más desopilantes personajes (con sus historias, con sus ofertas de productos y hasta aquellos que venían trayendo noticias del futuro) me hacían caer en la cuenta que ya me estaba riendo.
“En 2003 se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica, por lo que desde 2006 utilizó frecuentemente una silla de ruedas.
“El 18 de enero de 2007 anunció que dejaría de dibujar sus historietas, debido a que había perdido el completo control de su mano derecha a causa de la enfermedad. Sin embargo aclaró que continuaría escribiendo guiones para sus personajes.4 Desde entonces, el historietista Crist se encargó de ilustrar sus chistes sueltos, mientras que Oscar Salas hacía lo mismo con sus historietas de Inodoro Pereyra.
“Fontanarrosa falleció el 19 de julio de 2007, a los 62 años, víctima de un paro cardiorrespiratorio una hora después de ingresar en un hospital con un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda.
“Muchos y merecidos premios recibió por su trabajo, pero quizá el más importante fue el cariño con el que la gente lo despidió cuando nos dejó: fue enterrado al día siguiente de su muerte, acompañado por cientos de ciudadanos, entre ellos escritores, actores y autoridades de la política nacional.
“La marcha hizo una parada por espacio de unos minutos en cercanías al Estadio Gigante de Arroyito (estadio de Rosario Central; club del cual Fontanarrosa era un reconocido hincha), y luego continuó hacia el norte, hacia el cementerio Parque de la Eternidad en la vecina localidad de Granadero Baigorria, donde fue enterrado”.
(Entre comillas, retazos biográficos de distintos autores)