Sigo siendo fana de la transversalidad, que fue la que lo llevó al ex Presidente Néstor Kirchner a armar la fórmula Cristina Fernández, para presidenta y Julio Cobos, para vice presidente. La idea de sumar a todoas aquellas personas que decidieran trabajar a favor de los intereses nacionales, más allá de su pertenencia peronista, radical, de izquierda o independiente resultó una excelente manera de terminar de partir aguas, puesto que son muchos, demasiados los vendidos de cada lado.
El objetivo era la continuidad del kirchnerismo, cosa que se logró. Por ello que el ex vicepresidente traicionara a su compañera de fórmula, luego Presidenta de la Nación, no es algo achacable a tal acuerdo. Mucho menos un error de Néstor, que los mismos que hoy -fallecido- lo ensalzan para tomar distancia de Cristina, supieron condenarle en vida. No es posible hacer política con el diario del lunes. La conducción política debe adelantarse a los acontecimientos, para eso está.
Se espera, por definición, que quienes se hallan a cargo de semejante responsabilidad vayan a la vanguardia del movimiento nacional. Claro que lo que no quería el Poder real, ni antes ni ahora, es la consolidación de un gobierno que se propuso forzar la discusión de modelos, algo que finalmente terminó ocurriendo. Hay un antes y un después de la 125. Lo increíble es que este traidor de nota, también empleado del tándem Vila-Manzano no será absuelto por la historia. No positivo.
“Mano a mano con UNO
“Cobos, a 15 años del “no positivo”: la carta de reconciliación que le escribió a Cristina y sus noches sin dormir
“Mano a mano con Diario UNO, el mendocino recordó cómo fue su histórico desempate ante el Congreso por la Resolución 125 y en medio de la crisis del campo. Su análisis de los hechos, 15 años después
“”Ha pasado todo este tiempo y todavía la gente en la calle me recuerda la votación. Hizo que se valorara más al Congreso”, dijo Cobos.
“- Empecemos por definir por qué la 125 llegó al Congreso, cuando no estaba predestinada a discutirse ahí.
“- Si vos te acordás, estaban las rutas cortadas, supermercados vacíos, piquetes por todos lados. Y un día, me acuerdo que era el Día del Padre, un domingo; lo detienen a (Alfredo) De Angeli, que era uno de los actores principales del conflicto, como se sabe. Yo estaba en mi casa, en Ezeiza, y agarro y me voy al Congreso, me junto con legisladores. La llamo a Cristina y le pido explicaciones sobre lo que pasaba; que qué estaban haciendo. Y me dice “bueno, pero no nos puede cortar las rutas este hombre”. Y yo le contesto que era contraproducente lo que hacían. Que íbamos a echar más leña al fuego y no nos convenía.
“- Y ahí le dice “esto hay que discutirlo en el Congreso”.
“- Exacto, ahí le digo: “Me parece, y te lo digo una vez más”… Porque, claro, yo ya había mandado cartas, notas, de todo para que reflexionara. Le dije que se sacara el problema de encima, que mandara la resolución al Congreso de una vez. Pero ella siempre me respondía que era una atribución de ella, que lo podía hacer. Y desde luego es cierto: el Presidente puede fijar recursos aduaneros y definir impuestos, y en este caso retenciones. ¡Pero había que encontrar una solución! Como no la noté convencida, convoqué a seis legisladores amigos míos para hablar. Entre ellos estaba Daniel Katz, que había sido intendente de Mar Del Plata, de General Pueyrredón. Y le dije “si te preguntan, vos decí que el vicepresidente se va a explicitar en la tarde”. Ahí pido que se convoque al diálogo y pido ir al Congreso con esto.
“- O sea que la detención de De Angeli esa tarde fue determinante para el desenlace que tuvo todo.
“- Claro. Y al otro día, el lunes, me caen (Miguel Ángel) Pichetto, que era el jefe del bloque, con José Pampuro, que era el presidente provisional del Senado, diciéndome “¿Y esto?” Porque, claro, había salido en todos lados que el vicepresidente pedía intervención del Congreso. Me dijeron que por qué no les había consultado, y les expliqué que si les consultaba, ellos me iban a decir que los esperara hasta preguntar en el Ejecutivo, a Cristina. En fin, me dijeron que estaban de acuerdo conmigo y que de ahí mismo se iban a la Rosada. Al otro día me llama Alberto Fernández y me dice que me vaya yo también, que Cristina iba a hacer el anuncio. Y así fue, ¡pero después no le querían tocar ni una coma! Entonces me enojé, porque claramente eso tenía que salir por consenso. ¿Qué sentido tenía simplemente ratificar la resolución? Más cuando estaban todo el país y el propio Senado tan divididos.
“- Es larga toda su alocución antes de que llegue la famosa frase, pero casi al principio hay un anticipo clave: “Yo creo que la Presidenta me va a entender”. Casi que cuando pronuncia eso, ya estaba todo dicho…
“- Sí, es verdad. Pero antes de que yo me sentara ahí, me llamaban todos: Nestor Kírchner, Randazzo, todos. Cristina no. No me llamó. Y aunque no atendí a nadie, como he contado, ya les había dicho cómo iba a votar. Ya lo sabían.
“- ¿Quién fue el primero en saber? ¿A quién se lo dijo antes que a nadie?
“- A Pampuro y a Nicolás Fernández, que era un senador de confianza de los Kirchner. Más de confianza que Pichetto, inclusive, porque era de Santa Cruz. Pero antes explico algo: yo nunca pensé que fuera a haber empate, porque había mucho margen para que no lo hubiese. Lo que ocurrió fue que después la gente fue cambiando de postura hasta que llega lo que pasó. Y cuando salgo de mi oficina, ya para ir a sentarme y presidir la sesión, viene Pampuro y me dice “es Alberto, por favor, atendelo”.
“- Alberto, en ese entonces, jefe de Gabinete.
“- Exacto. Él había hecho lo imposible por encontrar una salida, pero no llegaba la solución. Y yo le dije: “Escuchame, ya se fue Lousteau, que se lleve la 125 y se acabó el problema. Si para eso son los ministros, no para que se vaya y se quede el problema dando vueltas. Si ya se fue, ¡deshagamos este lío!”. Entonces le digo a Alberto que yo quería un cuarto intermedio, pero que no quería pedirlo yo, que lo pidiera Pichetto. Y que con ese tiempo, más tranquilos, viéramos qué pasaba. Estábamos muy próximos a encontrar una salida. Había cinco proyectos, inclusive del oficialismo, de Reutemann y otros. Pero Alberto no quiso saber nada. Me dijo que votara a favor y que avisara que la Mesa de Enlace sería recibida por la Presidenta a las 8 de la mañana. No nos pusimos de acuerdo. Yo quería frenar y que fuera Cristina, al otro día, la que lo destrabara. Pero no hubo caso. Me dijo “vos nos metiste en esto. Asumí tu responsabilidad”. Y le respondí que bueno, que la iba a asumir.
“- ¿Entonces?
“- Pampuro me dijo “estirá a ver si convenzo al bloque”. Después él me contó que él se quería levantar para que perdiera el oficialismo por un voto, que tenía esa idea, pero no lo dejaron. Que planteó alternativas, etcétera. Y es verdad, ¡yo lo veía que hablaba! Y a Pichetto que se movía en su banca, y Pampuro que iba entre las butacas. Pero bueno, era muy verticalista la decisión, claro. Y si no había orden de arriba, no había nada. En un momento me hace un gesto, Pampuro, como diciendo “ya está, no hay nada que hacer”. Y bueno… lo que ya sabemos. Si vos me decís si tenía pensado lo que iba a decir, no. Para nada. Lo que dije me salió en un momento de máxima tensión. Es más: no escuchaba nada. ¡Lo único que escuchaba era la butaca de Pichetto que se movía! (Risas).
“- O sea que todo ese tiempo en que habla, usted sólo lo miraba a Pampuro a ver si aparecía el “destrabe”.
“- Si, y dije eso: “pido perdón si me equivoco, y que la historia me juzgue”, o al revés, ya no me acuerdo. Pero bueno, había que estar ahí en una situación así.
“- En algún momento, aunque sea por un segundo, ¿se le pasó votar al revés? ¿A favor?
“- No, no. Nunca. Tengo tantas experiencias personales de gente de campo, curtida, sufrida, que yo los recibía, que cada vez estaba más convencido de que no podía votar de otra forma. Pero hice muchas cosas: convoqué a gobernadores y me vaciaron la reunión por ejemplo. Vinieron sólo Schiaretti, Alberto Rodríguez Saa y Hermes Binner. Todos me prometieron que iban a ir, menos Scioli, que me avisó que tendría que consultar. Y fueron tres, ja. En Casa Rosada querían que la suspendiera a la reunión. Con Randazzo lo recordábamos hace poco, porque a la larga, todos los actores, en esto de que la historia me juzgue, me dieron la razón.
“- Cree que finalmente todos los que estaban a favor de la 125, hoy admiten que era un error.
“- Bueno, Randazzo, Pichetto, Lousteau…
“- ¿Néstor Kirchner habló con usted sobre esto? ¿Qué le dijo?
“- No. Me lo encontré después, cuando falleció el doctor Alfonsín. Yo la llamo a Cristina para ver si venía o si iba a estar o no. Ella me dijo que no, porque estaba en el G20 en Londres. La confianza se había roto y firmé el decreto de la muerte de Alfonsín, el único que me tocó firmar en los 184 días en que estuve al frente de la Presidencia por ausencias de Cristina. Por suerte.
“- ¿Hay al menos un kirchnerista al que siente que le haya fallado? Digo, al votar de una manera tan contraria a los intereses del Gobierno nacional.
“- Bueno, mirá, no. Pero se me viene a la cabeza Carlos Kunkel. Cuando Cristina anuncia en la Casa Rosada que lo va a mandar al Congreso, ¿quién aplaudió mucho? Carlos Kunkel. Y se acerca y me dice “esto te lo debemos a vos”. Y bueno, le agradecí, pero yo le dije que era simplemente mi deber. Soy ingeniero. Trato de resolver problemas, no de generarlos. Pero bueno, después vino la otra lucha.
“- ¿Es verdad que un senador le pidió entrar armado a la sesión?
“- Sí. Me pidió entrar armado. Le dije que no, que cómo se le ocurría. Le propuse ir a buscarlo con seguridad y que entrara por una puerta alternativa. Pero estaban muy preocupados los senadores, sobre todo los que vivían en zona de campo. Y yo tenía relación con la Federal porque tenía custodia. Entonces, por ejemplo, le mandé custodia a una senadora, (Elena) Corregido, que era del Frente Para la Victoria e iba a votar en contra. Estaban muy preocupados por su seguridad. Y lo del senador, sí. Nunca he dicho quién es.
“- Pero era oficialista.
“- Era del peronismo.
“- Cuéntenos el llamado de Diego Maradona, que al otro día lo buscó para felicitarlo.
“- (Ríe) Bueno, recibí un montón de llamados: Mauricio Macri, el “Momo” Venegas. De Mirtha Legrand, no ella, pero su producción, para que fuera a almorzar ese mismo día. Por supuesto esa vez les dije que no. Que en ese momento no.
“- Uh. Le dijo que no a Mirtha.
“- No, claro. Era imposible ese día. Les pedí que esperáramos a que bajaran las aguas. Que se calmara todo un poco.
“- Bueno, pero qué le dijo el Diego.
“- Bueno, habíamos terminado a las cuatro y media de la mañana. Yo dije “me tomo una pastilla para dormir”. Porque llevaba días sin dormir. Pero no pude descansar nada, porque llegó muchísima gente a visitarme a mi casa. Lleno de autos, la prensa, todo el mundo. En fin, decidí irme en auto y le dije a mi familia que nos encontráramos en Luján, porque no se podía ir a Aeroparque; imaginate lo que iba a ser Aeroparque: una locura. Bueno, no me pude parar en ningún momento, porque la gente se enteró de que iba, o no sé, y era todo un caos. Y en el trayecto, mientras viajaba, me llamó Diego Armando Maradona y me dice: (imita la voz de Maradona) “Hola, habla Diego. ¡Loco, estoy re contento! ¡Lo grité como un gol del Mundial!” (Ríe) Y bueno, le dije que muchas gracias, que me alegraba.
“- Tremendo. ¿Y qué más?
“- No, eso. Fue muy breve. No me acuerdo bien. Sí de eso: que lo gritó como un gol del Mundial.
“- Y alguna vez, después, cuando Diego se hizo tan afín al kircherismo, ¿lo criticó?
“- Sí, creo que me criticó. Y después cuando le pidieron explicaciones, dijo “bueno, pero Cristina está haciendo las cosas mal”, qué se yo. Y después fue cambiando él. Pero yo lo comento como una anécdota de lo que se vivió en ese momento. Nada más.
“- ¿Y hay algo que sí, si pudiera volver atrás, haría distinto? Sea en la previa a la votación o en los momentos posteriores.
“- No, no. Nada. Porque hice muchas cosas. Le propuse alternativas a Cristina, que se las escribí; se las mandé. Así que no sé si me quedó algo o si algo se me viene a la cabeza como que lo haría distinto. Hoy ves que, cualquier cosa que pasa, convocan a los gobernadores: yo los convoqué y muchos no fueron. A nosotros nos tocan el vino, por ejemplo, y vamos a defender nuestras economías, como lo hicimos hace poco con Gioja (con la Ley de Tolerancia Cero). Acá yo no vi eso.
“- Lo ha contado, pero el encuentro con Cristina después de todo esto, ¿cómo fue?
“- (Piensa) Recibí cartas en una cantidad que no te podés imaginar. Pero recibí una muy particular. Una carta chiquitita, con muchos errores de ortografía, que decía: “Mire. Yo confío en ustedes, yo los he votado. ¿Por qué no dejan esto atrás y miramos para adelante?”. Me daba la razón a mí, la carta, más o menos. Entonces aproveché eso y se la mandé a ella. Le dije “Cristina, cartas como esta recibo un montón. Fijate, por favor, si nos podemos sentar y arreglamos esto para adelante”. Y ahí me atendió: fui a la Casa Rosada. Estaban Massa y Randazzo.
“- Que usted ha dicho que Massa tomaba notas.
“- Ja. Sí, tomaba notas. El otro día, hace muy poco, me dijo que todavía tiene ese papel con lo que anotó ese día. Y Randazzo quiso preguntar, pero Cristina no lo dejó. Y bueno, ella me dijo: “Ya está. Vamos a tener una relación institucional y nada más”. Y yo le dije que bueno, que si lo entendía así estaba bien. Pero que antes me convidara un vaso de agua. (Ríe).
“- Un vaso con agua.
“- Sí. De verdad. Pero bueno, mirándolo hoy, en perspectiva, como salió todo, hasta sentí cierto alivio, porque quién sabe qué pudo haber pasado. En qué pudo haber terminado todo aquello, ¿no?
“- ¿Pero antes de eso cómo fue la relación con ella? ¿Cómo fueron esos primeros siete meses antes del “no positivo”?
“- Era buena. Pero muy temprano comenzaron los líos, los conflictos; con esto del campo sobre todo. Y me acuerdo cómo empezó: un día me llama y me pregunta si podía ir a Rosario a inaugurar una planta automotriz. Le dijo que voy, que perfecto. Pero que seguro me iban a preguntar por el conflicto, que ya empezaba a armarse. “Bueno, no, pero fijate vos cómo lo resolvés”, me dice. Voy. Binner (era el gobernador de Santa Fe) no pudo llegar porque ya había cortes. Hablo en el lugar y hago mención, porque no me puedo hacer el distraído. Dije “seguro con diálogo vamos a resolver esto”, algo así. Y zafé, digamos. Cuando vuelvo esa tarde empiezo a sentir cacerolas, ruido. Me voy a mi oficina para ver qué había pasado y me dicen “no, es que la Presidenta dio un discurso”. “¿Qué discurso?”, pregunto. “No sé, dijo algo de los piquetes, de la oligarquía”. Entonces agarré y me fui derecho a la Casa Rosada. Llego y digo que quiero hablar con la Presidenta. Y bueno, me quedo a esperarla. Hay como una salita donde están las pantallas de televisión. Aprovecho y veo el discurso, que lo estaban repitiendo. Entonces se asoma ella y me dice: “¿Cómo te fue?” Bien, le digo, pero hay mucho lío con tu discurso. “No, tranquilo que no va a pasar nada”, me respondió. Y claro, yo no estaba tranquilo. Le comento que no, que me habían avisado que iba a venir gente a Plaza de Mayo, que estaba complicado, y que yo me iba a quedar ahí.
“- Por cualquier cosa.
“- Por cualquier cosa. Y le aviso a Cristina que me iba al despacho de Alberto. Me respondió “no, andá que debés estar cansado”. Pero no me fui: me quedé ahí hasta la una de la mañana. Ella se habrá ido a las diez de la noche de su oficina. Y ahí nos quedamos hablando con Alberto. Le dije que era una locura, que lo frenáramos. Fue cuando D’Elía le metió una trompada a alguien; un lío todo. Es lo que me acuerdo, más o menos. Hay que escribir un libro con todo esto.
“- Ha hecho mucho en su carrera política, y sin embargo esto es quizás lo que más se recuerda. ¿Es un poco injusto eso o está bien?
“- (Ríe) Bueno, pero mirá: se valoró el Congreso, que la tarea legislativa casi nunca es bien vista. Y aquella fue la primera vez que se vio que funcionó el Poder Legislativo como este contrapeso que tiene la Constitución. A los empleados les daba vergüenza decir que trabajaban ahí. Y después de lo que pasó, decían con orgullo “yo trabajo en el Congreso de la Nación”. Vos fijate la trascendencia: quince años de esto. Y no hay momento en que, no sé, me tome un avión, y la gente de Uruguay, de Chile, de acá, no me recuerden ese tema. Qué se yo: ¡Por algo me tienen que recordar! (Ríe).
“- Tal cual. Ahora, muchos se preguntan si para que fuera tan recordado lo que pasó, no tuvo que ver la construcción de la frase: “Mi voto no es positivo”, en vez de simplemente decir: “voto en contra”. ¿Le preguntaron si alguien se la había armado, o algo así?
“- Ja. Sí, la verdad que uno vota afirmativo o negativo y nada más. Así que sí puede haber una relación causa-efecto en ese sentido. Pero bueno, quedó. Ha habido frases célebres como el teorema de Baglini, o eso que dijo Luis Barrionuevo una vez, ¿cómo era?
“- Lo de dejar de robar por dos años.
“- Claro, bueno. Y esta ha quedado también. Tanto es así que al otro día ya había tazas, remeras, que me mandaron una, recuerdo; que decían “Que la historia me juzgue”, o “Cobos” con dos huevos de gallina en las “o”. ¡O caballos de carrera que se llamaban “No positivo”! También el toro Cleto, en fin: mil cosas. Y sí, me preguntaban si no había sido el “Gordo” Baglini quien me había sugerido decirlo así. Y les digo que no, que el “Gordo” siempre me daba consejos, pero que deben haber sido mis conocimientos de lógica de la secundaria: negación de la afirmación, esas cosas. (Piensa) Bueno. Y sobre todo, el terrible nerviosismo que tenía en ese momento. Obviamente.
“Diariouno.com.ar
“Julián Imazio
“17 de julio de 2023”.


